Ortega habló y por sus palabras, parece que vive en otro país,
en otro mundo. Y es así exactamente: él, su mujer, sus hijos e
hijas, yernos y nueras y toda su descendencia de vampiros que se
alimentan de la sangre del pueblo viven en otro país.
El de ellos, es un
país que ni siquiera tiene la misma temperatura que el nuestro. Si
ustedes se fijan, en el país de ellos la gente tiene que usar
chaquetas pues hace frío, sus acondicionadores de aire no se paran
nunca combatiendo el terrible calor de la Nicaragua nuestra pues
ellos son dueños de todo, los combustibles y la energía eléctrica
incluidos. Mientras en el bochorno de la Managua en verano la gente
suda por todas partes del cuerpo sin importar si se puso
antitranspirante y a mediodía huele a cacho quemado, ellos van por
ahí, dentro de sus autos blindados, con sus camisitas blancas
inmaculadas, oliendo a Hugo Boss y a Chanel y al perfume de moda
mandado a traer directamente de París y que el mismísimo embajador
se encargó de ir a comprar, pues todos los embajadores son sus
mandaderos y están ahí donde están para hacerles los mandados.
Viven en otro país,
uno donde no falta la comida, donde ninguno tiene que trabajar y
puede adquirir lo que se les ocurra, donde lo que se puede tener está
limitado por la propia imaginación del principito o la princesita.
El teléfono más caro, la ropa más cara, el televisor más nuevo y
más caro, todo puede tenerse, no importa lo que cueste pues cuando
se tiene todo el dinero todo vale nada. Aquí es cierto eso de “pide
y se te concederá” que se lee en la biblia.
Es aquel un país
donde podrías comer lo que se te ocurriera y no solo gallopinto si
tuvieras imaginación y buen gusto (alguna vez, después de ver
películas de ricos o esos “reality shows”, se le ha ocurrido a
más de uno mandar a traer el más fino caviar solo para tirarlo a
los perros después de probarlo porque “esa mierda parece jarabe de
hígado de bacalao” pues como dice un buen amigo mio “el chancho
como lo crían”).
En ese país de
ellos la vida es una fiesta permanente, es como el cielo que imaginan
los pobres, solo que mejor pues la imaginación de lo que se puede
tener aumenta cuando has visto las cosas que podés tener, cuando has
ido a tiendas llenas de cosas que podés adquirir con solo pedir que
las pongan a la cuenta de papá o mamá, cuando has visto los
anuncios de los canales extranjeros y has leído las revistas que
leen los ricos.
Rodeados de criados
que están ahí, disponibles a cualquier hora del día o de la noche,
los miembros de la familia solo tienen que hacer una seña para ver
cumplido el más disparatado de los caprichos. Todos son vistos como
criados de la familia en realidad, no importa si son ministros, o
embajadores o alcaldes, todos quienes reciben un sueldo del
estado-partido están al servicio de la familia. Los demás son solo
súbditos.
¿Entienden por qué
fueron “con todo” cuando un grupito de jóvenes protestó en
abril del 2018 y han seguido desde entonces yendo con todo?
Después de vivir en
el cielo ya no se puede más vivir en la tierra y además, aunque ya
son inmensamente ricos aún quieren seguir exprimiendo el país. Más
aún, Ortega y su mujer podrían irse a cualquier país y disfrutar
de su fortuna pero no es solo dinero lo que quieren, también quieren
restregar su poder en el rostro de los enemigos. Quiere la doña que
aquellos que alguna vez la llamaron puta, loca y poeta de mierda, se
muerdan ahora la lengua. Quiere el anciano que la sociedad que
siempre lo trató como escoria lo vea ahora dirigir los destinos del
país. Quieren desquitarse, quieren vengarse.
Nadie, ninguno en
esa familia tarada sobreviviría ni un solo día allá afuera de su
fortaleza. Como esos animalitos salvajes que han sido criados en
cautiverio, no podrían sobrevivir fuera de su jaula de oro. Sin
haber trabajado nunca ninguno de ellos, desde el abuelo hasta el
último de la sangrienta estirpe, sin saber lo que significa ganarse
el pan con el sudor de su frente, sin ninguna disciplina, sin mucha
inteligencia (pues habilidad para el crimen no es lo mismo que
inteligencia), sin ningún conocimiento útil, lo único que les
quedaría sería mendigar o prostituirse, pues aunque en esa familia
no son muy agraciados siempre hay por ahí algún desesperado
dispuesto a acostarse con cualquiera.
Entiendan, más de
uno ha dicho que Ortega y su mujer se creen dioses, no es así, en el
universo en el que ellos viven ellos son dioses. No se creen dioses,
se saben dioses. Por eso no hay otra alternativa que destruir ese
planeta en el que viven. Que yo recuerde, ninguno de los dioses que
se fueron abandonó nunca el Olimpo por su propia voluntad, fueron
echados fuera.
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