Ahora
se encuentra con la soga al cuello, asfixiándose, baba
nauseabunda saliendo por la comisura de su hedionda boca, su venenosa
lengua luchando por no salir. Ahora quiere hablar. Que no tenemos
nada que hablar hay que decirle. ‘Ojos soberbios, lengua mentirosa,
manos que derraman sangre inocente’ (Proverbios 6:17) no tenemos
nada que dialogar con vos. Que calle y escuche, que haga lo que ahora
le vamos a mandar hacer en esa lista que le leeremos, empezando por
soltar a todos y cada uno de nuestros hombres y mujeres secuestrados.
Digámosle que ya terminó su tiempo de hablar, que ahora sólo le
queda escuchar y obedecer. Que ahora le toca irse, junto con su
esperpento y con su numerosa prole de vampiros que se alimentan de la sangre del pueblo.
Abandonen
eso que ustedes llaman ‘diálogo’ señores de la llamada ‘Alianza
Cívica’ porque no tienen nada que dialogar con él. Nuestros presos y presas nos lo dicen a gritos desde las celdas inmundas
a las que han sido echados como cerdos, ellos nuestros mejores hijos. Abandónenlo,
déjenlo solo ahí en su trono de opereta. Déjenlo sólo en la
inmensa soledad de los demonios. ‘Sus pies corren al mal, y se
apresuran a derramar sangre inocente; sus pensamientos son
pensamientos de iniquidad, desolación y destrucción hay en sus
caminos’ (Isaías 59:7).
Mire
usted, quien esto lee: Ortega ya está ido, pero como dicen los
mexicanos, nos quiere asustar con el petate del muerto. No está él
en posición de poner ninguna condición. Es el pueblo quien tiene
ahora el poder, quien pone ahora las condiciones. El pueblo, que ha
pagado y sigue pagando un alto precio por llegar aquí donde ahora
estamos, con el dictador contra la pared y espadas colgando sobre su
cabeza, sostenidas por endebles hilos. Los centenares de muertos, los
miles de heridos, los cientos de desaparecidos, los centenares de
presos y presas, los miles de exiliados, el sufrimiento de millones
de personas no ha sido en vano. El tirano está con un pie en la
tumba fría. Es cuestión ahora de sentarse y esperar para verlo
irse, como se fueron tantos antes de él. Once larguísimos meses ha
luchado este pueblo aguerrido. Ahora se necesita nada más de un poco
de paciencia. Hay que sentarse a ver el último acto de esta farsa
horrorosa.
¿Que
estoy loco piensa usted? Sí, eso también pensaban algunos cuando
hace más de diez años advertía yo en este mismo blog que
ocurrirían todas estas cosas que hemos visto ocurrir y decía que
había que matar a la dictadura entonces, cuando aún estaba en la
cuna. Predicaba yo entonces en el desierto, sin nadie que escuchara.
Las
sanciones que vienen en camino tienen aterrorizado al dictador y su
prole pues ¿de qué sirve tener toneladas de dinero si no se puede
usar? El dinero no se puede comer, no se puede poner encima como una
lujosa prenda de vestir, no se puede usar como se usa un auto
deportivo.
Dejen
que vengan las sanciones, véanlo quedarse sin plata, sin sicarios.
Sin control. Sin poder gobernar. Déjenlo sólo y lo verán llorar y
clamar por un diálogo. Esperen un poco más y lo verán pedir cacao.
Déjenlo temblar de miedo y suplicar y entonces habrá que darle el
golpe mortal.
Mientras
tanto, dialoguemos. Dialoguemos nosotros, sin el tirano, sin sus
zombis. Dialoguemos nosotros, los patriotas. Escojamos dentro de la
UNAB un gobierno de transición hacia la democracia que haga eso
precisamente: preparar las condiciones para que podamos pasar de la
dictadura hacia la democracia (un nuevo consejo electoral, unas
nuevas reglas del juego, un nuevo sistema de justicia, unas
elecciones, ¡tantas cosas!). Un gobierno que cree las condiciones
para que no regrese nunca más la dictadura.
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