lunes, 8 de abril de 2019

El diálogo se hace en la calle

Saquemos el diálogo de esos fríos salones donde nunca da el sol, donde huele a rancio, a moho y podredumbre. Saquémoslo de esos lugares oscuros, tenebrosos, de donde nunca ha salido nada bueno para nadie que no sea parte de las élites fracasadas. Llevémoslo a la calle, de donde nunca debió salir. Mientras estuvo en la calle la dictadura iba en caída libre, destinada a estrellarse contra el piso y romperse en mil pedazos, hasta que aparecieron los tramposos de siempre y llevaron el diálogo a esos apartados salones donde las élites siempre han arreglado sus problemas, lejos de nuestras miradas.
Saquemos el diálogo a la luz y al viento para que los rayos del sol y el aire fresco lo purifiquen.
No permitamos que sean otros los que arreglan las cosas por nosotros. Esos otros, que no somos nosotros, no tienen nada que dialogar, no en nuestro nombre. No pueden decidir en lugar nuestro. Quitemos el diálogo de las manos de los impostores y dialoguemos pues entre nosotros, sin la dictadura y sin sus viejos socios. Salgamos a la calle y dialoguemos.
Es hora de terminar con esa farsa de diálogo, desconocer lo que ahí está produciéndose y los resultados que de allá salieran. Si algo saliera de allá no sería nada bueno para el pueblo, será bueno para quienes están ahí dialogando, pero no para nosotros. Es hora de terminar con casi un año de conversación que no lleva adonde el pueblo entero quiere que lleve y lo único que consigue y lo único que ha hecho en todos estos meses ha sido desmovilizar al pueblo, impedirle acabar de una buena vez con la dictadura, el año pasado y ahora otra vez.
Olvidémonos de diálogo con la dictadura pues dialogar con ella implica que se la admite como legítima, que se la acepta como interlocutora, que se le permitirá continuar viviendo, pues la dictadura no acude a ningún diálogo para suicidarse. De ese diálogo no veremos salir el cadáver de la dictadura, que es lo que la gran mayoría quiere ver.
El diálogo está en la calle, dialoguemos entre nosotros, entre quienes queremos el final de la dictadura y el comienzo de una época diferente, de una nueva manera de dirigir los destinos de nuestra nación, de una nueva sociedad, de una patria para todos. Es hora ya de terminar lo que empezamos en abril del año pasado y que las élites nos han impedido alcanzar en su intento por imponer sus propios intereses sobre los intereses de las grandes mayorías.
Aquellos que cayeron desde abril lo dijeron claramente: la dictadura debe caer. No vamos a permitir que se yerga altiva y victoriosa sobre la sangre y los huesos de nuestros hermanos caídos. Nuestros presos desde las cárceles lo dicen claramente: ¡abajo la dictadura!
De esos salones donde ahora dialogan la dictadura y sus viejos socios saldrá algo que no nos conviene para nada. Saldrá la dictadura, quizás en una nueva forma, más viva de lo que estaba hace un año, probablemente más violenta aún, envalentonada y contando con la venia del yanqui y del Vaticano. No permitamos que hoy otra vez como tantas veces lo hicieron, las élites le coman el mandado al pueblo. Lo que ahora se produce en el INCAE es una plática entre amigos en un ambiente de cordialidad y respeto mutuo, es una componenda que comprometerá el presente y el futuro de nuestro país, que cortará de raíz los anhelos de democracia del pueblo todo que desde abril del año pasado lucha por el cambio. Del INCAE solo saldrá más de lo mismo. Poder para Ortega y los suyos, más poder para el gran capital, más negocios sucios de los dos socios, ningún poder para el pueblo, que en estas negociaciones ha sido nada más espectador y nunca actor.
No aceptaremos lo que de allá salga pues aceptarlo sería traicionar la memoria de quiénes cayeron en esta cruenta lucha. Sería traicionar el dolor de sus madres y de sus familiares. Sería traicionar a nuestros presos, a nuestro exiliados. Sería traicionar el sufrimiento de este pueblo que todo un año viene clamando y luchando por el fin de la dictadura y por el establecimiento de una nueva sociedad. De allá, de esos fríos salones solo va a salir lo mismo de siempre, lo mismo que las élites nos han dado siempre, un arreglo que sirve a ellas nada más, no importa si sobrevive el tirano mientras sea útil a los intereses de los “empresarios”. Esos intereses no son los mismos que los nuestros. Nunca lo han sido.

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