Este día los nicaragüenses de buena voluntad hemos visto y escuchado con mucha tristeza la conferencia de prensa en que el obispo Silvio Báez se despedía de su pueblo, que en este momento se encuentra en la mayor de las tribulaciones y es cuando más necesita de su amado pastor. Que el Santo Padre lo ha llamado a su seno dice el obispo Báez, que le ha ordenado ir a Roma. Aún no le ha dicho para hacer qué cosa, pero lo quiere allá y le ha pedido trasladarse. Los nicaragüenses, acostumbrados como estamos a develar conspiraciones, dirigimos nuestra mirada hacia el Nuncio Apostólico Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag y le echamos de una vez la culpa por la partida de nuestro pastor pues pensamos que es un estorbo para el Nuncio en las negociaciones entre la dictadura de Daniel Ortega y la Alianza Cívica que en este momento se realizan y en las que funciona como mediador. Ahora creo que le hemos dado al Nuncio más importancia de la que tiene.
A
veces para entender las cosas hay que levantar la mirada, ponerla más
lejos, dejar, como dicen, de mirar a los árboles para poder apreciar
el bosque en que nos encontramos. Eso hice hoy. Ya me resultaba raro
que un hombre a todas luces apagado, nada diplomático y de pocas
gracias como el Nuncio Sommertag se atreviera a decir las cosas que
dice y que yo le he criticado recientemente. No podía entenderlo y
me parecía que estaba jugando con fuego. Yo pensaba que sus jefes
descubrirían pronto el juego que está jugando en Nicaragua. Lo que
no había entendido es que el Nuncio es solo un muñeco de
ventriloquía y la que escuchamos no es su voz sino la de otro,
detrás de él, uno mucho más grande y poderoso que él mismo, el
Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.
No
es el Nuncio apostólico quien está detrás de la partida del Obispo
Silvio Báez. El Nuncio no pinta nada, es solo un peón en el ajedrez
de la iglesia, acostumbrada a jugar larguísimas partidas. La pieza
grande, la dama del tablero, el malo del cuento, ese es Parolin, que
no quiere a nadie interponiéndose en su política para Venezuela y
ahora para nuestro país. En Nicaragua fue él quien apartó a la
Conferencia Episcopal para poner su pieza en el juego. Es él quien
susurró al oído de Francisco el Papa la conveniencia de sacar del
juego al obispo Báez para que no fiscalizara y delatara sus
movimientos. Después del Papa es este el hombre más poderoso en el
Vaticano. Es quizás más poderoso que el mismo Papa pues maneja la
política internacional de la iglesia.
Es
interesante este Parolin. Habla cuatro
idiomas, que se sepa: italiano, español, inglés y francés.
Entre otras cosas que ha hecho, trabajó
en la Nunciatura en México de 1989 a 1992 pero quizás
lo más
significativo
para el caso que ahora nos ocupa es que fungió
como Nuncio Apostólico en Venezuela desde
el 17 de agosto de 2009 hasta el 15 de octubre de 2013, durante el
tercer período y comienzos del cuarto período presidencial del
finado Hugo Chávez. Estaba aún allá para observar la transición
de Poder tras la muerte de Chávez el 5 de marzo de 2013 y presenció
los primeros meses del gobierno de Maduro. El
papa Francisco lo nombró Secretario de Estado desde
el 15 de Octubre de 2013.
Ya
era pues Parolin el jefe de la diplomacia vaticana cuando se inició
el diálogo en Venezuela el 26 de febrero de 2014, luego de las
protestas que iniciaron el 12 de ese mismo mes y año, diálogo en el
que el nuevo Nuncio Apostólico, subordinado
a Parolin participó como testigo.
Es
interesante saber qué pretende Parolin en Nicaragua. Sería
bueno preguntarle cuál es su juego y
si pretende aplicar acá un esquema que ya
fracasó en Venezuela y que
resultó en un dialogo larguísimo que no lleva a ninguna parte.
¿Será que es eso lo que
quiere para Nicaragua, que pase lo mismo que en Venezuela? ¿Por
qué aplicar de nuevo un esquema fallido? ¿A quién sirve Parolin?
¿Será que sirve a 'poderoso caballero'?¿Se habrá enamorado del
socialismo del siglo 21 en sus años de Nuncio en Venezuela en la
época de Hugo Chávez? Hay muchas
preguntas en el aire y yo no quiero especular. Pero claro, usted
puede hacerlo si quiere. Parafraseando al Papa Francisco: ¿quién soy
yo para decirle a usted qué hacer o no hacer?
Todo es posible y, por lo tanto, objeto de suposiciones y especulaciòn. La verdad, con tantos intereses de por medio, es difìcil de lograr... por lo menos en el corto plazo y muchas veces nunca se llega a conocer. Por eso no hay que enredarse con episodios sino enfocarse en los resultados. Que nada nos distraiga.
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