Que
solo podemos ver aquello que conocemos dijo el sabio alemán Johann
Wolfgang von Goethe. La primera vez que la escuché, de boca de un
médico amigo mío ya fallecido, aquella frase me sacudió por su
enorme significación: es posible que alrededor nuestro estén ahora
mismo ocurriendo cosas que no podemos ver porque no las conocemos.
Están quizás ahí frente a nuestros ignorantes ojos talvez
haciéndonos muecas, pero como nunca las conocimos no somos capaces
de verlas.
Siempre
odié esa frase de “vamos ganando” que alguien decía con
frecuencia y hasta alegremente el año pasado pues lo que entonces
tenía lugar no era una competencia, no era un partido de futbol o
algo parecido, sino un pueblo que luchaba por su libertad a costa de
la vida de muchos de sus mejores hijos, cayendo asesinados cada día.
Temía yo entonces que el pueblo creyera que la victoria sería
fácilmente reconocible, que pensara que la lucha terminaría con el
tirano huyendo apresuradamente como lo hiciera Somoza, y no fuesemos
capaces de reconocer la victoria si ésta se presentaba de otra
forma. Creo que fue eso lo que ocurrió precisamente en febrero de
este año: la dictadura se presentó entonces frente a nuestros ojos,
derrotada, pero no nos dimos cuenta, no fuimos capaces de verlo. No
conocíamos aquello, nunca habíamos visto una cosa como esta y no
supimos interpretarlo como lo que era. Asfixiándose, con los ojos en
blanco por la falta de oxígeno, ahogándose en la sangre de los que
cayeron desde abril, la dictadura fue en busca de auxilio y lo
encontró en sus socios de siempre que viendo, ellos sí, la derrota
del amigo, corrieron presurosos en su ayuda, se prestaron a un
“diálogo” y lo sacaron de la tumba.
Ese
grupo de gente que se hace llamar a sí misma “Alianza Cívica” y
no es ninguna de esas dos cosas, arrogándose la representación del
pueblo fue a sentarse a la “mesa de negociación” como si
representara al grupo derrotado y no, como debía ser, a quien a
costa de sus muertos, de su sangre, de sus lágrimas y su enorme
sacrificio había ganado aquel desigual combate. Tendrían que haber
ido a leer a la dictadura las condiciones en que ella debía
rendirse, pero en su lugar los negociadores se rindieron ante el
tirano aún antes de sentarse a la mesa. Se hicieron uno con él,
para rescatarlo y rescatarse también ellos.
Ni
la dictadura ni sus contrapartes en esa mesa consideran valiosa la
sangre del pueblo, ni el sufrimiento de los secuestrados siendo
torturados día y noche, ni el dolor de los heridos, ni el destino de
los desaparecidos, ni el éxodo de decenas de miles, ni los
centenares de miles de vidas truncadas, ni el llanto en fin de tanta
gente que sufre ahora como nunca antes sufrió. Porque no consideran
valioso todo este dolor, los “negociadores” de la “Alianza
Cívica” fueron capaces de regalar la costosa victoria del pueblo y
la han cambiado por nada, por hojas de papel escrito que no tienen
ningún valor, que no sirven para nada. Oro cambiado por baratijas.
Ese
opera bufa que se realiza en el INCAE, ese teatro de lo absurdo, debe
parar. Ya, de inmediato. Hay que abandonar a la dictadura, quitarle
el apoyo, dejarla sola, y la veremos entonces regresar a su lecho de
muerte. Hay que apartarse de ella para que no finja que dialoga, para
que sea claro a moros y cristianos, los de allá afuera sobre todo,
que lo que aquí tenemos es una dictadura criminal armada hasta los
dientes imponiéndose a sangre y fuego sobre un pueblo desarmado y
pacífico. Regresemos al enfrentamiento puro y duro en el que
estábamos y que dio como resultado las sanciones que vienen, la
condena internacional, el gobierno convertido en paria, la dictadura
en agonía. Dejemos que vengan las sanciones y las otras acciones que
vendrán que la debilitarán aún más. Por nuestra parte, tenemos
que subir el nivel de nuestra organización. La UNAB, si no quiere
volverse irrelevante deberá apartar a los farsantes ‘dialogantes’
y ponerse ella misma al frente de la lucha del pueblo. Si no lo hace
solo ella perderá pues saldrán seguramente otras organizaciones que
sí lo harán.
No
hay nada que dialogar con la dictadura. El diálogo debe producirse
pero sin ella, un diálogo entre quienes queremos una nueva sociedad
no la supervivencia del viejo orden de cosas en alguna nueva manera
que es, a fin de cuentas, lo que persigue ese grupo de gente que acude devotamente al
INCAE cada día a celebrar su misa negra.
Nicaragua y toda Amèrica Latina tiene acabarcon el Elitismo, sistema del favorecimiento de minorias, normalmente constituídas por membros de la aristocracia o de una oligarquía.
ResponderEliminarEste el mal que azota al continente y nos imposibilita de avanzar en justicia,paz y bienestar de nueetro continente.