sábado, 23 de febrero de 2019

No olvidar



Esta va para los dialogantes de nuestro lado y para nosotros, los que estamos sentados detrás de ellos, mirando cada movimiento suyo en la mesa del diálogo. Para que no olvidemos con quién hablamos y qué hacemos aquí.
No olviden que ese que está ahí frente a ustedes, dialogando con ustedes, no tiene derecho a estar ahí, que no es un gobernante legítimo, que es un usurpador, un criminal, que la única razón de que ahora esté ahí y no preso pagando sus culpas es porque tiene las armas, porque hay un ejército cómplice atado a él en una inmensa maraña de delitos, en la que los intereses financieros están por encima de cualquier otra cosa: de vidas, de honor, de familia, de la misma madre que los parió.
No olviden que tratan con un monstruo, que mandó a sus sicarios a matar y en estos últimos diez meses mataron a centenares de personas que sólo ejercían su fundamental derecho a protestar. Que hirieron a miles más, que apresaron a centenares de inocentes, que expulsaron de su pueblo a decenas de miles. Que en su demente deseo de aferrarse al poder han arruinado las vidas de millones de nicaragüenses. No olviden que si no podemos mencionar cifras exactas es porque no nos han dejado hacer las cuentas y porque como los gatos, los criminales ahí frente a ustedes han intentado por todos los medios esconder su mierda.
No olviden a los presos y presas que están siendo torturados mientras ustedes están ahí sentados en cómodas sillas en frescos salones llenos de flores arregladas con mal gusto.
No olviden que en los días de fiesta mientras nuestra gente no celebraba nada y sufría escondida, o en la cárcel, o en el hospital o en países extraños, el monstruo y los suyos reían, bailaban, cantaban con sus horribles voces en sus grandes mansiones que se sostienen sobre la sangre y los huesos de este sufrido, sufriente pueblo, sobre la sangre de sus mejores hijos e hijas.
No olviden que nosotros, el pueblo, no les hemos dado carta blanca a ustedes, dialogantes, para negociar cualquier cosa, que no les hemos enviado ahí a pactar. No olviden constantemente consultarnos e informarnos.
No olviden ser humildes frente al pueblo y altivos frente al tirano pues aunque ustedes no han sido elegidos sino designados por la suerte, ustedes tienen nuestra fuerza, nuestra confianza. No la traicionen como lo han hecho tantos antes de ustedes.
No olviden mantener la frente en alto pues ustedes tienen el derecho de estar ahí negociando. No olviden no permitir que les metan en miedo. Es el monstruo y no ustedes quien tiene que estar asustado. Ustedes no tienen nada que temer. Nosotros estamos detrás de ustedes mientras él está ahí solo en la inmensa soledad de los demonios.
No olviden mantenerse siempre alertas, no dejar que les engañen, no dejar que les mientan, no dejar pasar nada. No olviden que están frente a un tramposo, a un hombre que sería capaz de vender a su propia madre. No olviden que están frente a una mujer que a cambio de poder vendió a su propia hija y ahí a la par de ella está el hombre que la compró.
No olviden que esos, al otro lado de la mesa en su afán de poder han destruido la institucionalidad de tal modo que han hecho regresar al país al mismo punto en que estábamos hace doscientos años.
No olviden discutir exhaustivamente, si no entienden algo pregunten, exijan aclaración.
No olviden darle vuelta a la mesa, no es el monstruo quien manda sino ustedes. Ustedes ponen las reglas.
No olviden que ustedes no van a pedir nada, que ustedes van a exigir en nuestro nombre.
No olviden no dejarse tratar como limosneros pues ustedes representan al amo, que es el pueblo.
No olviden estas cosas y no olviden otras que a mí probablemente se me olvidarán y cuando se les olviden pregúntenle al pueblo ahí detrás de ustedes. Pregúntenle a las madres de los muertos, a las madres de los presos, de los que tuvieron que huir a rodar fortuna para escapar a la tortura y a la muerte. Pregúntenle a los jóvenes y niños sin futuro. A los ancianos golpeados y robados.
Puede ser que yo en esta mi lista olvido muchas cosas, pero yo puedo olvidar, ustedes no. ¡Hay tantas cosas que olvido! Pero yo estoy seguro que otros después de mí ampliarán esta lista.
Ustedes no olviden nada. Les hemos enviado ahí a recordar.

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