viernes, 21 de noviembre de 2008

La dictadura quiere más victorias


He empezado a escribir este post mientras escuchaba el discurso que Daniel Ortega dirigía a un numeroso grupo de sus partidarios y de empleados públicos traídos desde todo el país para celebrar en Managua la “victoria sandinista”, eso que usted y yo y casi todo el mundo sabe que ha sido el producto de un gigantesco fraude electoral. No es casual que su celebración la están haciendo en el mismo lugar en que las fuerzas de choque del orteguismo impidieron el martes una marcha de la oposición. En un derroche de machismo el dictador hace una demostración de que en este país se hace lo que él quiere y nada más, de que quién manda en este país es él y no otro. ¿Recuerdan ustedes que los somocistas llamaban a su jefe “coyoles”? He oído que en los círculos más cercanos al dictador, sus lamebotas empiezan a llamarle del mismo o parecido modo que los suyos llamaban a aquel.

Un poco más temprano había visto por la televisión, en vivo y directo, a Rosario Murillo dirigiendo un discurso simplista y descolorido a un público cautivo pero no cautivado por su monótona voz. Hablaba en un tono tal como si alguien la hubiera escogido a ella para algo, como si el poder fuese de ella.

Si yo no hubiese estado aquí todos estos días, viendo todas esas cosas que han estado ocurriendo en el país y que he venido contándoles a ustedes, quizás me hubiese tragado el cuento que los orteguistas contaron en este acto. Quizás hubiese creído que ese mundo que nos presentaron era el mundo real y no el mundo que se mueve en la cabeza de los dos líderes de esta revolución de miedo. Igual que hicieron con los votos, en sus discursos de esta noche le han dado la vuelta a los hechos y los presentan exactamente del modo contrario a aquel en que ocurrieron. En el imaginario orteguista lo blanco se hace negro y lo negro se hace blanco. El malvado se convierte en héroe y las buenas personas en malvadas. El accionar de la maquinaria de comunicación de la Murillo es tan simple y predecible que la gente sabe ya que cuando los medios orteguistas cuentan algo, basta con darle al cuento una vuelta de 180 grados para saber qué fue en realidad lo que ocurrió. Es como si escribieran de atrás para adelante y para entender lo que se escribe tuviera usted que leer las cosas que escriben poniéndolas frente a un espejo.

Pero no es eso lo más importante de lo dicho esta noche por los jefes del orteguismo. En su discurso, la dictadura bicéfala ha delineado con claridad su esquemática y maniqueísta visión del mundo y de la sociedad nicaragüense y ha dejado ver sus planes para los años que se nos vienen encima: más y más de lo mismo, más y más orteguismo. En los próximos años vendrán cada vez más victorias y en cada municipio, las políticas del gobierno orteguista se impulsarán con más fuerza al contar ahora con gobiernos locales del mismo color partidario. Los orteguistas vienen a copar todos los espacios de poder con su gente, con sus políticas, con su visión del mundo. Todo para el pueblo, nada para los burgueses incluidos usted y yo. Todo será orteguista o no será. Todo será de acuerdo a las maneras en que las dos cabezas del gobierno lo piensan o alucinan. Aquí no habrá ningún poder para nadie más que ellos y los suyos, “este poder es del pueblo”, repiten por lo bajo, “este poder es sandinista”. Vienen a apoderarse del país todo, a controlarlo todo, a reinar sobre todo usando cualquier medio. Ellos no son democráticos y la diversidad de opiniones les produce alergia. Son exclusivistas y las cosas serán todas de ellos y los suyos. Sus ideas y ninguna otra habrán de dominarlo todo.

Déjeme que le cuente un poco de cómo vendrán las cosas. Mi intención es alarmarle, por supuesto, quizás así reacciona usted, quizás así despierta usted y empieza a pensar cómo vamos a hacerle para frenarlos y revertir el proceso que ha empezado ya. Mire usted: aquí no habrá nada para nadie que no sean ellos y aquellos que se les sometan y acepten sus migajas. Sus programas de construcción de calles y de viviendas serán efectuados por sus propias empresas de la construcción. Las compras de medicinas para el sistema de salud serán hechas a empresas farmacéuticas de funcionarios del régimen. Los servicios para el estado se contratarán con empresas de servicio que ya se encargarán de montar los mismos funcionarios del gobierno que contratarán los mismos servicios. Las medicinas para los cerdos y las gallinas del programa hambre cero se las venderá a usted una empresa veterinaria que ellos montarán. Con el tiempo, las empresas que no sean de los allegados al régimen irán paulatinamente desapareciendo, víctimas de la competencia desleal de las nuevas empresas de miembros del partido que se beneficiarán del favor del régimen. Muchas empresas irán a la quiebra, muchas familias se empobrecerán. La economía al fin colapsará y de nuevo vendrá el racionamiento.

Como una mancha de aceite el orteguismo avanzará sobre cada espacio y cada rincón de la sociedad, poseyéndolo y contaminándolo todo. La poesía será simple, usará las figuras poéticas que gustan a la primera dama y será hecha usando un vocabulario muy reducido, para que hasta los más simples entre los simples puedan entenderla. La novela desaparecerá por elitista y complicada. La danza será popular. El trato de la gente de nuestro pueblo, confundida y envalentonada será vulgar y agresivo. El tono claro de la piel, del cabello y de los ojos será mal visto y tratado con hostilidad.

Sólo el pueblo salva al pueblo. El pueblo son ellos y lo que ellos entienden como pueblo. Cuando no pensemos como ellos, cuando no hagamos lo que ellos digan ya no seremos pueblo, seremos enemigos del pueblo.

Ya le seguiré contando, mientras tanto vaya y hable con las personas más viejas sobre los años del gobierno sandinista, de los que los orteguistas de ahora son los más nefastos representantes. Vaya y busque los periódicos viejos y verá como le cuentan lo que hoy estamos viviendo y lo que vendrá después.

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