En Nicaragua hay un levantamiento popular en proceso cuya duración
se acerca ya a los dos años. Se trata de una insurrección pacífica
de un pueblo contra una tiranía que le oprime, que le asfixia, que
le impide vivir en paz, en libertad, en democracia. Algunos piensan
que ese levantamiento ha sido sofocado, que el pueblo ha sido
derrotado pues ya no se ven los signos aparentes de avance, tales
como grandes manifestaciones populares. Que el pueblo ha sido
derrotado, que todo ha vuelto a la normalidad es la enorme falsedad
que la dictadura y sus aliados están propagando a los 4 vientos. La
inmovilización de un pueblo a punta de una represión violenta,
descabellada, irracional, sin parangón en nuestra historia solo es
indicativo de la enorme separación entre pueblo y gobierno, de que
lo único que sostiene a la dictadura es su capacidad de represión.
Hay claras señales de que el régimen se aferra por la fuerza a un
poder que no es suyo, que el pueblo continúa firme en su decisión
de recuperar lo que le pertenece: el derecho a escoger su propio
gobierno, el derecho a vivir en paz y libertad. No es normal que el
gobierno, en lugar de realizar las tareas que le corresponden se
dedique nada más que a procurar por todos los medios posibles
mantenerse en el poder. La dictadura ha construido un dique enorme
para frenar el empuje del pueblo pero ese dique hace agua por todos
lados. Sabe la dictadura que aún el chorrito más pequeñito, si no
se le contiene, tiene la capacidad de convertirse en una enorme
corriente que junto a otras puede echar abajo el dique. Por eso vemos
ocurrir cosas tan irracionales como el hecho de apresar y llevar a
juicio a jóvenes que llevaban agua a un grupo de mujeres en huelga
de hambre en una iglesia pidiendo la liberación de sus hijos e hijas
injustamente aprisionados. Un día, la dictadura no tendrá más la
capacidad de frenar con su represión el empuje del pueblo insurrecto
armado nada más que con su firme voluntad de ser libre. Un día, más
temprano que tarde, nuestro pueblo, como un río desbordado, romperá
el dique terrible de la dictadura y arrasará con la estirpe tarada,
sangrienta y criminal que se ha apoderado de nuestro país.
lunes, 25 de noviembre de 2019
domingo, 14 de julio de 2019
Yo, feminista
Para quienes no lo sabían lo digo aquí: soy feminista. No lo había
dicho porque yo no tengo ninguna importancia. En realidad a muy poca
gente le importa qué soy o qué no soy. Cuando Justin Trudeau lo dijo
levantó grandes olas a nivel planetario, si yo lo digo no pasa nada,
mis palabras caen como un moco en una piscina. Nadie se dará cuenta.
Aunque según alguna gente soy más guapo que Trudeau, el tipo
además de carismático, es el primer ministro de Canadá y sus
palabras tienen peso, se convierten en acciones que tienen que ver
con la vida de mucha gente. Yo lo cuento ahora para ver si logro
influir en las tres o cuatro personas que leen las cosas que escribo,
que escuchan lo que digo. También es por una cuestión de honradez:
ahí estoy ahora, como mucha otra gente, empeñado en impulsar un
cambio en Nicaragua, en salir de la dictadura y crear una nueva
sociedad, más justa e inclusiva. Esa nueva sociedad tiene
necesariamente que ser igualitaria. En todos sus aspectos. No
podemos seguir así como vamos, tenemos que hacer las cosas de mejor
manera.
En
esa nueva sociedad en la que pienso, todos, hombres y mujeres,
tendríamos que ser feministas. Serlo es vital para una sociedad.
Para la nuestra sobre todo, con horribles rasgos que la paralizan:
clasismo, racismo, machismo, sexismo y más.
También
digo ahora que soy feminista porque he visto de nuevo en estos días
una conferencia de Chimamanda Ngozi Adichie y la definición que ella
hace de un feminista me lo puso fácil y se lo pone fácil a usted
también. En sus palabras: «Feminista es un hombre
o una mujer que dice: “Sí, hay un problema con el género tal
como existe hoy, y hay que solucionarlo. Tenemos que hacerlo mejor”»
Claro, el meollo del asunto es cómo lo solucionamos, pero hay que
empezar por reconocerlo y reconocer la necesidad de cambiar las
cosas.
Para
mis dos hijas, pero también para las hijas de usted, quiero la mejor
sociedad, una en que no existan límites a lo que ellas pueden ser y
hacer según sus potencialidades. Una en que su género no haga
diferencia. Ni su color, ni el estrato social en que se criaron.
Porque he visto lo que gana una sociedad cuando las diferencias por
cuestiones de género se van difuminando, quiero que en nuestro país
empiecen también esas diferencias a desaparecer. De ese modo, no
solo las mujeres estarán mejor. Todos seremos mejores, hombres y
mujeres. Ahora es el momento de empezar. [El video del que les hablo, que ya es un clásico, puede verse haciendo click aquí]
jueves, 20 de junio de 2019
Ahora que estamos solos...
Pienso que los nicas tenemos la tendencia a pensar que nuestro
pequeño y lindo país es el centro del mundo. Recuerdo que en los
años 80 del siglo pasado hablábamos como si la política exterior
de los Estados Unidos y de la ahora desaparecida Unión Soviética se
hubiese estado definiendo en Managua. Éramos la colita pero
pensábamos que era nuestro movimiento quien movía al perro todo.
Pensar que somos muchísimo más importante de lo que somos puede ser
una ilusión muy costosa para nosotros.
Olvidémonos de la loca idea de que los ojos de la comunidad
internacional están puestos sobre nosotros y siguen nuestros
movimientos atentamente como muchos insisten en decir. Nadie nos está
mirando con atención. De vez cuando nos miran, ciudadanos y
políticos de otros países, pero hay demasiadas cosas que mirar y
atender en el mundo, muchas de ellas más urgentes o a sus ojos más
importantes que nuestras cosas y la atención hacia nosotros no puede
ser ni muy intensa ni sostenida. El nuestro es un problema más en un
mundo lleno de problemas.
Los gobiernos pueden ayudarnos con algunos asuntos. Pueden exigir a
nuestro gobierno que cumpla con aquellos compromisos que ha asumido
en las organizaciones internacionales. Pueden imponer sanciones al
gobierno en caso de incumplimiento a esos compromisos y, como ocurre
con el gobierno de los Estados Unidos, pueden imponer sanciones a
personas y gobiernos por incumplimiento de su propia legislación.
Pero los gobiernos tienen límites a su actuación y esos límites
están mucho más lejos de los que algunos de entre nosotros
quisieran. Y es bueno que existan límites y que estén ahí donde
están.
Pueden también los gobiernos de otros países ayudarnos a
entendernos entre nosotros mismos, ayudarnos a arreglarnos. Pueden
mediar entre nosotros para que dialoguemos y nos pongamos de acuerdo
sobre la manera en que seguiremos adelante después de un conflicto.
Los gobiernos y los pueblos amigos de nuestro pueblo están
ayudándonos en todo lo que pueden. Pero no es la “comunidad
internacional” quien va a cambiar las cosas por nosotros en favor
nuestro. Ni siquiera es una comunidad y no hablan los países con una
sola voz. Somos nosotros los nicaragüenses quienes tenemos que
arreglarnos y nos guste o no nos guste, una vez que digamos al mundo
que nos hemos arreglado ellos nos van a creer y aceptarán nuestro
arreglo, no importa si este es un buen o mal arreglo. Así funcionan
las cosas.
Por eso es muy importante que hagamos bien las cosas sin esperar a
que alguien más venga a arreglarlas por nosotros pues eso no va a
ocurrir.
Por eso es muy importante que lo que resulte ahora sea un buen
arreglo, un arreglo nacional, uno que otorgue ciertas garantías de
que no regresaremos dentro de un par de años a este mismo horror que
ahora estamos viviendo.
Por eso no se le puede dejar la negociación de nuestro presente y de
nuestro futuro a ese pequeño grupito que ahora está ahí,
negociando en nuestro nombre. Ya hemos visto lo que los arreglos de
ese grupito de gente producen cuando les dejamos negociar en nuestra
representación. Lo vimos en los doce años pasados y por más de un
año hemos visto el más horrible rostro del monstruo de cien caras
que resultó de la cópula de Ortega con el Cosep. Los mal llamados
“empresarios” negociando con Ortega produjeron esta brutal
dictadura. Es ingenuo ahora esperar que salga algo muy diferente de
una nueva negociación entre los mismos que antes nos negociaron. No,
no es ingenuo en realidad: es estúpido.
Solo es posible esperar un arreglo diferente si dejamos fuera de la
negociación a la dictadura y al Cosep. Ni la una ni el otro son
inocentes. Ya hemos visto lo que hacen con nuestra confianza ¿se la
daremos de nuevo?
Bien sabemos lo que ocurre ahí en la oscuridad cuando la dictadura y
los "empresarios" se quedan solos. A nuestros oídos llegan
los chasquidos de sus inmundos besos y los susurros de sus promesas
de amor eterno.
Con la ‘Alianza Cívica’ en diálogo con la dictadura el mensaje
que fuera de Nicaragua se recibe es que hay avances, que las cosas se
van normalizando. Ese es el mensaje que la dictadura quiere dar y
aparentemente los empresarios también. ¿Le parece a usted que es
así? ¿Se normaliza el país?
Mire que apenas parezca que estamos 'normal' se olvidarán de
nosotros.
El tiempo apremia. Olvídense del fetiche de las elecciones
adelantadas que solo sirven a la dictadura y sus socios y regresemos
a la lucha por derrocar a la dictadura. Es hora de apartar a la
Alianza Cívica, despojarla de cualquier poder de negociación y
representación y llamar a un gran diálogo nacional sin Ortega y sin
el Cosep, un diálogo para ponernos de acuerdo en cómo seguiremos de
aquí en adelante. No podemos dejar a ellos decidir por nosotros lo
que pasará con nuestro país, con nuestra sociedad, con nuestras
vidas.
La UNAB debería dirigir este esfuerzo, pero si no asume el serio
papel que la historia ahora le brinda tendrá que ser dejada de lado
también y otros grupos tendrán que llenar ese vacío. Es urgente.
Nadie vendrá a salvarnos de nosotros mismos. Las sanciones pondrán
a la dictadura al borde del precipicio, corresponde a nosotros darle
el último empujón. Si alguien va ahora a pedir que no se impongan
sanciones o que no se aplique la carta democrática, estará
traicionando a este pueblo que quiere y necesita salir de la
dictadura y empezar a andar hacia la democracia. Nada de "aterrizaje
suave", la dictadura debe estrellarse contra el suelo y romperse
en un millón de pedacitos.
domingo, 12 de mayo de 2019
El que no brinque
Creo que tenemos que exprimir el cerebro y usar la imaginación para
producir nuestros propios instrumentos para la lucha del presente,
pues si usamos las mismas cosas que en el pasado usamos para combatir
otras dictaduras o para combatirnos los unos a los otros, corremos el
riesgo de reproducir precisamente aquellas características nuestras
que deseamos erradicar. Los instrumentos que usamos no son neutrales,
están cargados de significado. Voy a usar un ejemplo nada más, para
llamar su atención, para ponerle en alerta, si acaso quiere usted
estar alerta.
Lo ví el otro día en una transmisión en vivo
con cierto pánico y con lástima. Allá en Managua, en una
manifestación de nicas que dicen estar contra la dictadura, la gente
empezó a corear ‘el que no brinque es sapo’ y a brincar, pues
nadie de ese grupo quería parecer 'sapo'. De entre las muchas
‘consignas’ usadas en las manifestaciones de los años de la
'revolución sandinista', aquella que decía ‘el que no brinque es
contra’ era una de las que más me disgustaba. Me disgustaba
entonces y me disgusta aún más ahora.
La frase no es nada original –en realidad fueron
pocas las frases originales en la ‘revolución sandinista’– y
yo sabía que era utilizada en Sudamérica por los partidarios de los
equipos de futbol en los estadios, solo que en vez de utilizar la
palabra “contra” usaban el nombre –o el apodo o la palabra
denigrante– de los partidarios del equipo contrario. Lo sabía
porque una vez en un programa del gordo Porcel, el cómico argentino,
había escuchado la frasecita.
La consigna –todas en general y esta en
particular– era un instrumento que servía para darle cohesión al
grupo, su repetición creaba un lazo entre sus miembros y reforzaba
el sentimiento de pertenencia al grupo. Era una consigna divertida,
alegre, jodedora como el pueblo nica, y cada vez que en una
manifestación se saltaba, los unos se reían de los otros viendo el
esfuerzo de cada cual al saltar, pero sobre todo, los unos se reían
con los otros y se fortalecía el sentimiento de camaradería. Este
era un lado de la moneda, el lado amable, el lado bueno, pero había
un otro lado, el lado tétrico, negativo, feo. En su otro lado la
consigna tenía un efecto de exclusión, divisorio, atrayendo a tu
círculo a los tuyos y alienando a los otros, dejándolos fuera.
Afuera quedaba el que no brincaba y el que no brincaba, como hemos
visto, era un "contra", la peor clase de gente según los
estándares ‘revolucionarios’, que había que aplastar como se
aplasta una alimaña. Si la consigna se hubiese quedado en las plazas
en las que las manifestaciones se producían no habría habido
problemas, pero la consigna trascendió y se convirtió en un lema
omnipresente y ocupó todos los espacios de la sociedad y allá vos
tenías que brincar o eras un “contra”.
Brincar, más allá de los espacios de las
manifestaciones, en la vida diaria, no era el acto físico de
impulsarte hacia arriba y dejar el suelo por un momento, significaba
que seguías los lineamientos que llegaban "de arriba” y
cumplías con las tareas revolucionarias que de vos se esperaban. Era
someterse, despersonalizarse, subordinarse, plegarse, ser de los
míos, estar conmigo. El que está conmigo goza de mi protección de
mi favor, el otro, el de afuera, el que no está conmigo, el que no
brinca pues, el contra, ese que Dios lo guarde porque habrá de saber
cuán larga es la hoja de mi bayoneta.
Esa manera de ver el mundo en blanco y negro, de
percibir a unos –los que te siguen– como buenos y a otros –los
que te adversan– como malos, no fue una invención del sandinismo.
Ese modo de excluir al otro, al que no está de acuerdo con vos, al
que tiene una opinión diferente y mira las cosas de otro modo, de no
dejar espacios de actuación a aquel que no te obedece servilmente,
se utilizaba ya desde tiempos inmemoriales en Nicaragua. Somoza
perfeccionó la exclusión, la polarización, porque fue el primer
gobernante en contar con un ejército nacional único, y tenía en
consecuencia la fuerza para hacerlo. Los sandinistas llevaron ese
malvado “arte” de la exclusión a su máxima expresión y para
ellos “el que no está conmigo contra mí está” adquirió un
carácter axiomático y la sociedad se polarizó como nunca antes.
Que así haya sido y no de otro modo fue una lástima para un país
que ansiaba cambiar para mejorar y dejar de ser la primitiva
agrupación humana en que se había convertido bajo la dictadura de
Somoza. Pero los comandantes eran el producto nada más de la
sociedad en que nacieron y se criaron y no eran ni fueron capaces de
trascender. La tarea de dirigir la construcción de una nueva
sociedad les quedó demasiado grande. En su caso, el dicho de mi
amigo Pablo Salazar “el chancho es como lo crían” nunca fue más
cierto. Las perlas no son para los cerdos dice la biblia y ya ves
cuán cierto es.
A quien me diga que brinque le responderé con
gusto: que brinque tu madre.
[Esta es una versión recortada de un post publicado en 2007 en otro blog mío]
sábado, 4 de mayo de 2019
Aquello que no vemos
Que
solo podemos ver aquello que conocemos dijo el sabio alemán Johann
Wolfgang von Goethe. La primera vez que la escuché, de boca de un
médico amigo mío ya fallecido, aquella frase me sacudió por su
enorme significación: es posible que alrededor nuestro estén ahora
mismo ocurriendo cosas que no podemos ver porque no las conocemos.
Están quizás ahí frente a nuestros ignorantes ojos talvez
haciéndonos muecas, pero como nunca las conocimos no somos capaces
de verlas.
Siempre
odié esa frase de “vamos ganando” que alguien decía con
frecuencia y hasta alegremente el año pasado pues lo que entonces
tenía lugar no era una competencia, no era un partido de futbol o
algo parecido, sino un pueblo que luchaba por su libertad a costa de
la vida de muchos de sus mejores hijos, cayendo asesinados cada día.
Temía yo entonces que el pueblo creyera que la victoria sería
fácilmente reconocible, que pensara que la lucha terminaría con el
tirano huyendo apresuradamente como lo hiciera Somoza, y no fuesemos
capaces de reconocer la victoria si ésta se presentaba de otra
forma. Creo que fue eso lo que ocurrió precisamente en febrero de
este año: la dictadura se presentó entonces frente a nuestros ojos,
derrotada, pero no nos dimos cuenta, no fuimos capaces de verlo. No
conocíamos aquello, nunca habíamos visto una cosa como esta y no
supimos interpretarlo como lo que era. Asfixiándose, con los ojos en
blanco por la falta de oxígeno, ahogándose en la sangre de los que
cayeron desde abril, la dictadura fue en busca de auxilio y lo
encontró en sus socios de siempre que viendo, ellos sí, la derrota
del amigo, corrieron presurosos en su ayuda, se prestaron a un
“diálogo” y lo sacaron de la tumba.
Ese
grupo de gente que se hace llamar a sí misma “Alianza Cívica” y
no es ninguna de esas dos cosas, arrogándose la representación del
pueblo fue a sentarse a la “mesa de negociación” como si
representara al grupo derrotado y no, como debía ser, a quien a
costa de sus muertos, de su sangre, de sus lágrimas y su enorme
sacrificio había ganado aquel desigual combate. Tendrían que haber
ido a leer a la dictadura las condiciones en que ella debía
rendirse, pero en su lugar los negociadores se rindieron ante el
tirano aún antes de sentarse a la mesa. Se hicieron uno con él,
para rescatarlo y rescatarse también ellos.
Ni
la dictadura ni sus contrapartes en esa mesa consideran valiosa la
sangre del pueblo, ni el sufrimiento de los secuestrados siendo
torturados día y noche, ni el dolor de los heridos, ni el destino de
los desaparecidos, ni el éxodo de decenas de miles, ni los
centenares de miles de vidas truncadas, ni el llanto en fin de tanta
gente que sufre ahora como nunca antes sufrió. Porque no consideran
valioso todo este dolor, los “negociadores” de la “Alianza
Cívica” fueron capaces de regalar la costosa victoria del pueblo y
la han cambiado por nada, por hojas de papel escrito que no tienen
ningún valor, que no sirven para nada. Oro cambiado por baratijas.
Ese
opera bufa que se realiza en el INCAE, ese teatro de lo absurdo, debe
parar. Ya, de inmediato. Hay que abandonar a la dictadura, quitarle
el apoyo, dejarla sola, y la veremos entonces regresar a su lecho de
muerte. Hay que apartarse de ella para que no finja que dialoga, para
que sea claro a moros y cristianos, los de allá afuera sobre todo,
que lo que aquí tenemos es una dictadura criminal armada hasta los
dientes imponiéndose a sangre y fuego sobre un pueblo desarmado y
pacífico. Regresemos al enfrentamiento puro y duro en el que
estábamos y que dio como resultado las sanciones que vienen, la
condena internacional, el gobierno convertido en paria, la dictadura
en agonía. Dejemos que vengan las sanciones y las otras acciones que
vendrán que la debilitarán aún más. Por nuestra parte, tenemos
que subir el nivel de nuestra organización. La UNAB, si no quiere
volverse irrelevante deberá apartar a los farsantes ‘dialogantes’
y ponerse ella misma al frente de la lucha del pueblo. Si no lo hace
solo ella perderá pues saldrán seguramente otras organizaciones que
sí lo harán.
No
hay nada que dialogar con la dictadura. El diálogo debe producirse
pero sin ella, un diálogo entre quienes queremos una nueva sociedad
no la supervivencia del viejo orden de cosas en alguna nueva manera
que es, a fin de cuentas, lo que persigue ese grupo de gente que acude devotamente al
INCAE cada día a celebrar su misa negra.
jueves, 2 de mayo de 2019
La brecha
En un post de hace unos días decía yo que si en Nicaragua queremos
tener una sociedad diferente de la que ahora tenemos tendremos que
actuar de modo diferente y hacer cosas diferentes de las que hasta
ahora hemos hecho. Si queremos un país diferente del que hemos
creado no podemos seguir siendo los que hasta ahora hemos sido.
Para
empezar, tenemos que hacer evidente que aquí hay dos grupos de
personas que quieren diferentes sociedades: los unos, los
‘compañeros’ que apoyan a la dictadura, los otros, los
ciudadanos que queremos construir la democracia. Entre ellos y
nosotros no puede haber entendimiento pues perseguimos cosas
completamente diferentes.
Necesitamos
saber quiénes somos y con quién contamos en esta lucha que tenemos
ahora y por delante y para eso hay que separarnos claramente y tomar
distancia un grupo del otro. Hay una brecha entre ellos y nosotros
que es necesario profundizar y hacer más ancha y más larga,
alejándonos de ellos de todas las maneras: físicamente,
espiritualmente, ideológicamente. Tenemos que dejar de parecernos a
ellos, de pensar como ellos, de actuar como ellos, pues siendo como
ellos las cosas seguirán como hasta ahora. Al separarnos de ellos la
brecha se ampliará y quedará en evidencia que su mundo oscuro se va
reduciendo, que ellos no son muchos, que nosotros somos más y que su
espacio es muy pequeño en realidad mientras el nuestro se extiende
más allá del horizonte. Hay que ampliar la brecha, dejando puentes
de una sola vía para facilitar el paso hacia nuestro lado de
aquellos que de uno u otro modo se encuentran atrapados al otro lado
y desean escapar.
Allá,
del otro lado de la brecha quedarán los ‘compañeros’, esos
seres humanos que han sido reducidos a entes inferiores que besan las
cadenas que les aprisionan y el látigo que les castiga, obedientes,
disciplinados, dependientes como niños, fáciles de utilizar y
usados por quienes detentan el poder del mismo modo que se usa el
trapito de bajar la olla del fuego.
Acá,
a este lado de la brecha estaremos los ciudadanos, personas libres,
opinando, discutiendo, decidiendo por nosotros mismos, construyendo
la nueva sociedad que queremos. A este lado es posible pensar y ser
diferente y nadie nos dicta cómo actuar y cómo ser. En nuestra
libertad y en nuestra diferencia radica nuestra fuerza.
No
tenemos que esperar ni deberíamos esperar a que desaparezca la
dictadura para empezar a construir la sociedad que queremos pues la
misma construcción de la nueva sociedad acelera la caída de la
vieja. La nueva sociedad se construye desde dentro de la antigua,
como una semilla que al germinar rompe la envoltura que aprisiona al
germen. Cada acción que emprendemos en pro de esa nueva sociedad la
hace más fuerte y al mismo tiempo debilita al viejo orden. Lo que
hacemos a este lado de la brecha tiene un efecto al otro lado.
Desde
este lado de la brecha podemos los ciudadanos decidir que no queremos
dejarnos gobernar más por esos que de maneras ilegítimas se han
adueñado de todos los poderes. Nosotros tenemos el poder más
grande, solo tenemos que estar conscientes de ello: sin pueblo al que
gobernar tampoco habrá gobernantes. Nosotros somos el piso sobre el
que ellos se paran. Si les quitamos el piso no tendrán dónde
pararse. Ni siquiera tenemos que hacerles la guerra, pues eso les
fortalece, solo tenemos que quitarles el lomo. No tenemos que salir a
enfrentarlos a la calle, dejémosles el asfalto, que se lo coman si
quieren. Ya iremos a la calle a celebrar, cuando se hayan ido, o el
último día, para sacarlos. La calle es un fetiche, el poder está
en otra parte, está en nosotros mismos, hay que mirar hacia adentro.
Podemos
dejar de pagarles impuestos, por ejemplo, para que no nos repriman
usando nuestro mismo dinero. Podemos encerrarnos todos en nuestras
casas y desde allá adentro sonar nuestras vacías ollas, todos al
unísono. Si de todos modos no tenemos nada para comer ¿por qué no
tener fines de semana de ayuno y oración? Podemos irnos todos a
nuestras iglesias y encerrarnos ahí a orar para que se vayan. Piense
usted qué cosas podemos hacer para salir de ellos y háganlas usted
y los suyos. No le ponga freno a su imaginación. No es cierto que es
‘o diálogo o guerra’, eso es un invento dirigido a inmovilizarlo
a usted y solo sirve a la dictadura y a esos que hoy la apoyan
dialogando con ella. Dejemos de dialogar y que sea claro que la
dictadura está sola frente a todo un pueblo, entonces vendrá a
rogarnos que dialoguemos con ella y les enviaremos un emisario, no
para dialogar sino para dictarle las condiciones de su rendición,
que es lo que la así llamada ‘Alianza Cívica’ debió hacer
desde un principio, cuando la dictadura se encontraba, como ahora, al
borde del precipicio.
Un
día, más temprano que tarde, la dictadura caerá estrepitosamente y
entonces nos sorprenderemos de lo débil que estaba y entenderemos
que nos dejábamos asustar con el petate del muerto.
domingo, 21 de abril de 2019
Al modo de la mula (o de cómo se le quita un país a un dictador)
Lo he dicho varias veces así que ya es hora de explicar lo que
quiero decir cuando digo que para librarnos de la dictadura tenemos
que plantarnos como las mulas. Se lo voy a explicar desde el
principio.
Un
día iba yo viajando con un campesino por un caminito allá en el
confín de una colonia de Nueva Guinea, en el Caribe nicaragüense, cada cual montado en una mula
y en cierto momento tuvimos que atravesar un puente de madera. Su
mula lo cruzó sin problemas, la mula que yo montaba no quiso subir
al puente, temerosa quizás, y retrocedió buscando un paso
alternativo. Yo quería dejarla hacer como ella quisiera, pero el
campesino me detuvo con un gesto.
–No,
amigo –me dijo, serio– tiene que hacerla cruzar por el puente si
no, esa mula agarra ética.
Era
su mula y no la mía así que obedecí y como pude, luchando con ella
y batallando por mantenerme en la albarda y clavándole las espuelas,
obligué a la mula a cruzar el puente. Pensé en aquel momento que el
campesino no sabría lo que significaba la palabra ‘ética’ y que
lo que entonces quiso decir fue que la mula agarraría una maña,
pero un día, años después, luego de muchos kilómetros recorridos
por malos caminos a lomo de mula o a pie jalando otras, terminé
enterrado de cabeza en un lodazal al que la mula que montaba me había
lanzado, harta de mí pues ya llevaba tres días en su lomo, y
entendí entonces que el campesino aquel había empleado la palabra
correcta.
Ya
me lo había dicho mi padre, que las mulas tienen mala fama gratuita,
que no son estúpidas y son animalitos muy inteligentes, más
inteligentes que mucha gente que anda por ahí. Tienen las mulas un
concepto claro de lo que está bien y de lo que está mal, de lo que
es permitido y lo que no lo es y no aceptan así sin más lo que a
ellas les parece injusto o incorrecto. No les gusta que las exploten
más allá de lo que ellas consideran aceptable y protestan cuando
ocurre. Si están acostumbradas a acarrear dos pichingas de leche no
aceptarán tranquilamente que un día se les ponga encima una
tercera, o un quintal de frijoles además de la leche. No aceptan
trabajar más allá de las horas que han aprendido a hacer. Si las
monta alguien que no sabe montar, o es muy pesado, o les clava las
espuelas sin necesidad y les hace daño, las mulas van a corcovear y
buscarán como apearse al montado. Si las ensilla alguien de mal modo
o alguien que no sabe hacerlo bien, sin suficientes peleros para
protegerles el lomo, por ejemplo, no se dejarán ensillar. Si se las
toca por lugares que a ellas no les gusta, como un pie
accidentalmente metido en el ijar, van a corcovear
también. No les gusta ser maltratadas y no aceptan el maltrato. No
aceptan ser tratadas con descuido. Si las tratás bien y cuidas bien de ellas,
las mulas estarán contentas y trabajarán con entusiasmo y harán
por vos todo lo que esté a su alcance, si no, serán una pesadilla.
La
mula tiene sus maneras de hacer saber que no está contenta, que no
está de acuerdo. Empieza con pequeñas señales como mover las
orejas, o la cola, o la cabeza y si no se le presta atención va
subiendo el tono hasta llegar al corcoveo para apearse la carga o el
montado. Si nada surte efecto y no se le presta atención, la mula
recurre a su más refinado instrumento, su herramienta última: se
planta. Se detiene y se queda parada y si está realmente harta, o
cansada y a punto de reventar, se echa y de ahí no se mueve más
hasta que descansa, o es aliviada de parte de su carga o se soluciona
lo que sea que la molesta, pero si nada cambia, si no se remedia la
situación que motivo el plantarse ahí se quedará per saecula
saeculorum. La mula está dispuesta a
dejarse matar antes que aceptar la injusticia, el maltrato. No
aceptará seguir adelante con una carga demasiado pesada o una
albarda chimándole el lomo y creándole una llaga. Así plantada más
de una ha muerto bajo el garrote de un amo violento, ingrato y
estúpido. La mula es la maestra de la lucha no violenta, es al reino
animal lo que Mahatma Gandhi es a los humanos.
Creo
que tenemos mucho que aprender de las mulas. Tendríamos que haber
aprendido antes, pero nunca es demasiado tarde. Tendríamos que haber
reclamado cada vez que se violaron nuestros derechos, cada vez que
nos acallaron con violencia, cada vez que nos impusieron cargas
demasiado pesadas. Tendríamos que haber reaccionado vivamente mucho
antes de abril del pasado año. Tendríamos que haber corcoveado
antes y apeado de encima la carga, no dejarles montar tan largamente
sobre nuestros lomos, pero aún no es tarde y por suerte hemos
despertado y aún le quedan a la mula muchos trucos, aún le queda su
truco último, el decir ‘matame si querés, hijo de puta, pero yo
de aquí no me muevo, quien se va sos vos, no yo’ y plantarse.
¿Cómo
se traduce eso en acciones? Ya andan varios hablando de estas cosas,
tenemos que escucharnos los unos a los
otros, ponernos de acuerdo, organizarnos.
Organización es la palabra vital.
En este escrito que les recomiendo leer encarecidamente, el
ciudadano que lo
escribe nos dice que
terminar de demoler el ‘edificio de la
opresión’ que ‘está dañado
estructuralmente’ y construir un nuevo
edificio, uno democrático, se puede hacer con ‘desobediencia
civil, parálisis fiscal, paro económico, y una eventual ocupación
de las calles’. Yo pienso que eso es precisamente plantarse como
las mulas. Que no nos puedan gobernar, que no tengan lomos en los que
subirse, en los que poner sus cargas. ¿Se
imaginan ustedes qué pasaría si todas las
mulas juntas nos plantáramos
simultáneamente? ¿se imaginan qué
ocurriría si les quitáramos el lomo a la dictadura, si no tuvieran
mula en que
montarse? Yo creo que no les quedaría más remedio que irse.
¿Que
eso no es fácil? Claro que no es fácil. Ninguna mujer que ha parido
dirá que su parto fue fácil, pero ninguna dice que todo aquel dolor
para parir su retoño no valió la pena. Todo
este dolor habrá valido la
pena cuando veamos el rostro de la nueva
Nicaragua, la democrática.
jueves, 18 de abril de 2019
Los dos mundos
¿Cómo
te cuento esto, Margarita? ¿Cómo te explico pequeña, lo que pasa
en ese país que tanto quiero? Hoy la mar no está linda, está muy
agitada, y el viento, que alguna vez llevó esencia sutil de azahar,
ahora, soplando desde El Carmen, sólo arrastra un terrible, triste
olor a muerte y a flores podridas.
Lo
que voy a contarte lo sabe la gente de allá, y si no lo sabe lo
intuye más o menos claramente.
En
Nicaragua, ahí frente a los ojos de todos, coexisten dos mundos
muy diferentes el uno del otro. Coexisten en el mismo
espacio físico, pero también en otros espacios, intangibles, o si
querés, imaginarios.
Uno
de esos mundos, que a falta de nombre y siguiendo la tradición de
asociar lo que creemos malo con la oscuridad, podemos llamar ‘el
mundo oscuro’, es una mezcla desordenada y confusa de nuestras
peores cosas, de nuestras peores costumbres, de nuestras peores
ideas. Es lo más feo, lo más repugnante y repudiable que somos y
tenemos. Nuestros peores instintos campean ahí y florecen. Hay
corrupción ahí, que lo penetra todo. Hay superstición, miedo,
ignorancia y violencia en ese mundo pues se nutre de esas y otras
cosas negativas y a más presencia de ellas más fuerte, más
extenso, se hace ese mundo oscuro. En ese mundo se dictan
disposiciones que vienen “de arriba” y que los de abajo deben
seguir sin rezongar. Les dictan las cosas que deben decir, cómo
deben actuar, qué cosas deben pensar. Nadie puede salirse de la
‘línea’ que se les manda desde “arriba” so pena de ser
castigado duramente. No hay libertad en ese mundo, no hay posibilidad
de ser diferentes, los individuos están todos obligados a ser
homogéneos. El ciudadano desaparece para dar lugar a un ente
inferior, el ‘compañero’, un ser no libre, obediente,
disciplinado, dependiente como un niño, fácil de utilizar y
frecuentemente utilizado cuando a los “de arriba” les viene a
bien.
Ese
mundo oscuro no es un estado natural, es una fabricación muy antigua
y hay grupos de gente, que llamaremos ‘las élites’, que para su
provecho lo han mantenido vivo a lo largo de siglos. A esos grupos
les interesa su existencia pues solo en un mundo como ese pueden
realizar sus sucios negocios y aumentar sus malhabidas fortunas. En
un mundo libre, si tuviesen que trabajar honradamente, esos grupos no
prosperarían.
Es
justo decir que aunque ese mundo oscuro existe desde tiempos
inmemoriales es en los últimos tiempos que ha alcanzado los más
horribles extremos, que quizás solo conoció allá en sus inicios.
Mientras todos estábamos encadenados al remo y remábamos sin
chistar, los perros que nos vigilan nos mostraban los dientes y a
veces nos mordían, pero no nos mordieron tan terriblemente como
ahora, no nos despedazaron así como lo hacen ahora.
El
objetivo de quienes dirigen y se lucran de ese mundo oscuro es ocupar
con su mundo todo espacio de la sociedad, los físicos y los
intangibles y avanzan agresivamente sobre esos espacios, ocupándolos
por la fuerza. Ese mundo viejo es pasado persistente que quiere
permanecer, ser presente siempre, y quienes están arriba defienden
su permanencia a sangre y fuego pues de la existencia de ese mundo
depende la existencia misma de las élites.
El
otro mundo, que llamaré ‘mejor’ a falta de palabras precisas
para describirlo, es uno nuevo, que apenas empezamos a vislumbrar, en
el que apenas empezamos a pensar y empezamos a imaginar, cuyas
características vamos percibiendo cada vez más claramente pues se
hacen más visibles mientras más hablamos de ellas, pues nuestras
palabras, al igual que nuestras acciones, le van dando forma a ese
mundo nuevo. Lo van creando.
A
diferencia del mundo oscuro, en este otro mundo viven gentes libres,
ciudadanos, acá es posible pensar y ser diferente y nadie dicta
líneas a seguir, por eso, personas que han escapado del mundo oscuro
y son recién llegados a este mundo mejor, tienen problemas de
adaptación y a primera vista les parece caótico tanta opinión
diferente y les produce temor, acostumbrados como están a seguir a
un líder y no a dirigir ellos mismos sus propias vidas y tomar sus
propias decisiones. Algunos llaman a este mundo “Democracia”.
Hay
un muro enorme, invisible para muchos, entre estos dos mundos.
Sabemos que está ahí porque constantemente nos damos con la nariz
contra él, pero no todos lo perciben y no siempre. Hay gente que
podía verlo y advirtió de su existencia, pero no siempre les
creímos. De un tiempo a esta parte es visible para muchas gentes
más. Ese muro ha sido erigido para contener a los habitantes dentro
del mundo oscuro, para evitar que escapen hacia el mundo mejor, para
evitar que los ‘compañeros’ se conviertan en ciudadanos, que se
conviertan en hombres y mujeres con todas las libertades, pues
entonces se desplomará el mundo oscuro, se terminará el negocio de
las élites.
En
la actualidad hay pánico en el mundo oscuro pues el muro ha empezado
a caerse, primero en pedacitos, luego en enormes secciones y el muro
mismo y los huecos por donde se puede escapar son vistos cada vez por
más gentes, que están huyendo hacia el otro lado pues saben que al
otro lado hay un mundo mejor. Saben que del otro lado volverán otra
vez a ser personas o lo serán por vez primera. Más
y más gente está dándose cuenta de la existencia de ese otro
mundo y están migrando hacia él, debilitando con su
partida el mundo oscuro.
El
mundo oscuro tiene una debilidad inmanente. Siendo como es, oscuro,
es sensible a la luz. La oscuridad no tiene materia, es solamente
ausencia de luz y ahí donde la luz llega, el mundo oscuro desaparece
y cada vez que alguien emigra del mundo oscuro hacia el nuevo mundo
una nueva luz se enciende. El mundo mejor es luminoso y viene
avanzando con su luz sobre los territorios que antes ocupó el mundo
oscuro. Pero no solo eso. Cada vez que alguien escapa hacia el mundo
mejor, el mundo oscuro se contrae y caen ladrillos del muro de
separación. El muro se está derrumbando y el mundo oscuro está
contrayéndose mientras el mundo mejor crece. Las élites no se
resignan y aún piensan que es posible evitar su derrumbe, pero este
es inevitable.
Ese
mundo oscuro es como uno de esos monstruos en los juegos electrónicos
a los que mientras más duro les damos, mientras más energía
utilizamos para destruirlos, más grandes y fuertes se hacen, por eso
la manera de combatirlo no es utilizando esa energía negativa de la que se alimenta, no es
entrando en su juego, sino por el contrario es enfocándose en
construir el mundo nuestro, en desconocer el mundo oscuro, en traer
para nuestro lado a más gentes, en dejar que el otro mundo se
contraiga, se desplome con nuestra ausencia. Puesto que ese mundo
oscuro se alimenta de lo negativo, de la violencia, del odio, quieren
empujarnos hacia la violencia, quieren obligarnos a mostrar nuestros
dientes y morder nosotros también, a agarrar el garrote y partir
cráneos nosotros también. Si lo hacemos solo estaremos haciendo más
fuerte, más extenso, más oscuro ese horroroso mundo.
Para poder destruirlo debemos abandonar ese mundo oscuro, desalojarlo de todos los espacios que ocupa. Hay que abrir el muro para que más gente salga, hay que arrojar más luz sobre la oscuridad. Debemos dejar de ser como ellos, de actuar como ellos, de mirar a las cosas como las miran ellos. Debemos actuar según otros valores. Dejemos solos a los dueños del mundo oscuro. Hagamos como si su mundo no existiera. Miremos a través de ellos como si fuesen transparentes. Eso, en la práctica significa dejar de obedecerles, dejar de pagarles impuestos, dejar de darles dinero con el que compran fusiles para culatearnos, para dispararnos. Significa escamotearles el país, hacerlo ingobernable, desaparecerlo frente a sus ojos. No lucharemos con sus armas, no arrancaremos un diente por otro diente ni sacaremos un ojo para vengar otro. Lo he dicho mil veces y seguro que ya aburro pero la mula, esa animalita que pensamos estúpida, nos muestra la manera de luchar contra ese mundo oscuro. Si decide que la carga es muy pesada o el camino muy difícil la mula se detiene y se queda parada, o se echa, y no hay nada que el arriero pueda hacer para echarla a andar. Una mula plantada es inamovible. Usted puede matarla a palos pero la mula no se moverá y si la mata usted perderá la mula y la carga. A una mula plantada hay que bajarle la carga, dejarla descansar y ponerle luego una carga más liviana y entonces se moverá, si quiere. Aún no hemos probado seriamente el plantarnos como las mulas. Quizás sería bueno que en nuestros bailes pusiéramos de moda el paso de la mula.
Para poder destruirlo debemos abandonar ese mundo oscuro, desalojarlo de todos los espacios que ocupa. Hay que abrir el muro para que más gente salga, hay que arrojar más luz sobre la oscuridad. Debemos dejar de ser como ellos, de actuar como ellos, de mirar a las cosas como las miran ellos. Debemos actuar según otros valores. Dejemos solos a los dueños del mundo oscuro. Hagamos como si su mundo no existiera. Miremos a través de ellos como si fuesen transparentes. Eso, en la práctica significa dejar de obedecerles, dejar de pagarles impuestos, dejar de darles dinero con el que compran fusiles para culatearnos, para dispararnos. Significa escamotearles el país, hacerlo ingobernable, desaparecerlo frente a sus ojos. No lucharemos con sus armas, no arrancaremos un diente por otro diente ni sacaremos un ojo para vengar otro. Lo he dicho mil veces y seguro que ya aburro pero la mula, esa animalita que pensamos estúpida, nos muestra la manera de luchar contra ese mundo oscuro. Si decide que la carga es muy pesada o el camino muy difícil la mula se detiene y se queda parada, o se echa, y no hay nada que el arriero pueda hacer para echarla a andar. Una mula plantada es inamovible. Usted puede matarla a palos pero la mula no se moverá y si la mata usted perderá la mula y la carga. A una mula plantada hay que bajarle la carga, dejarla descansar y ponerle luego una carga más liviana y entonces se moverá, si quiere. Aún no hemos probado seriamente el plantarnos como las mulas. Quizás sería bueno que en nuestros bailes pusiéramos de moda el paso de la mula.
Para
terminar, pienso que ‘ganar la calle’ no debe ser el fin en sí,
como parece ser para algunos. La calle no debe preocuparnos, un día
la ocuparemos completamente y saldremos a ella a cantar y bailar, el
último día, el día que se vayan. Ganémosles el país, las calles
vendrán por añadidura. Dejémosles el adoquín, a fin de cuentas
nadie puede comer adoquines.
domingo, 14 de abril de 2019
Jedno serce
No
me cabe duda de que en alguna parte, que no es el INCAE, se está
cocinando o se habrá cocinado ya, un nuevo pacto en el que como
tantas veces ha ocurrido en nuestro país, las élites le cortan el
paso al movimiento popular que clama por democracia, justicia y
libertad y en vez de eso les dan arreglos en los que como dijera el Nuncio Sommertag, “prevalece el sentido común”. Son arreglos en
los que la cosa cambia para que no cambie nada, pues como escribiera
Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, refiriéndose al pacto que en 1971
firmaran Somoza y Agüero, conocido como ‘Kupia Kumi’: “los
pactos no significan cambios, sino reafirmación del sistema
presente”.
Creo
que si aún no nos presentan el arreglo al que han llegado, el nuevo
pacto, es porque falta todavía afinar los últimos detalles o limar
las últimas asperezas. Falta quizás terminar de convencer a algunos
de los verdaderos negociantes de dejar los remilgos y como dice el
dicho ‘tragarse ese sapo’. O quizás es solo que aunque el pacto
ha sido ya finalizado, los pactistas están esperando a que ocurra
algo que obligue a la gente a aceptar sin chistar el arreglo que han
hecho la dictadura, el ‘gran capital’, el Vaticano y los yanquis.
Falta aún que ocurra algo muy dramático, que probablemente ellos
mismos están preparando, que haga que la gente vea este pacto como
la única opción, la única salida posible. El nuevo pacto será
presentado como eso o la guerra, será como dijera el nuncio “la
solución negociada y pacífica que las partes (serán) realmente
capaces de respetar”.
¿Qué
forma tendrá ese nuevo pacto? No será nada nuevo, eso se lo puedo
asegurar. Ni las dictaduras ni aquellos que con ellas pactan son
originales, siempre transitan por los mismos, trillados caminos.
Ortega, cuyos ídolos no son ni Marx ni Lenin a quienes nunca leyó,
sino los Somoza, el primero de ellos sobre todo cuyos métodos copió
al pie de la letra, seguirá el mismo camino que los Somoza siguieron
en situaciones como la presente. Lo que viene en los párrafos
siguientes es mi especulación. Como en ajedrez, en estas cosas se
vale pensar qué hará el contrincante, cuáles son sus planes, qué
persigue moviendo esta o la otra pieza. No es la mía, sin embargo,
especulación que viene del aire, está basada en la lectura de
nuestra historia de pactos, en la observación de lo que los yanquis
dicen, en la lectura de la ‘línea vaticana’ que el Nuncio
Sommertag muy bien explica en su entrevista a la Radio Vaticana, y en
la observación que en estos días realizan los segundones de la
dictadura y del ‘gran capital’, el segundón de Almagro y el
segundón de Parolin.
Pienso
que, muy similar a lo que resultó del ‘Kupia Kumi’, de este
nuevo pacto que quizás pasará a la historia de la ignominia como el
‘Ortega-Tünnermann’, entre otras cosas saldrá:
- amnistía para Ortega y los suyos
- convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente
- elecciones a realizarse en el 2021
- recomposición y reforma del Consejo Supremo Electoral
Lo
más probable es que los yanquis obliguen a Ortega a abandonar la
dirección del Poder Ejecutivo y de la dirección visible del partido
FSLN y a comprometerse a retirarse de la vida pública, a cambio de
no meterse con él y dejarlo disfrutar de 'su' fortuna. Ortega
abandonará pues la presidencia ‘en aras de la paz’ y en su lugar
un triunvirato, o más probablemente una junta de gobierno de 5
miembros, hombres seguramente todos ellos, asumirá la dirección del
ejecutivo hasta entregarla a la persona que resultara electa
presidente en el 2021. La composición de esa junta de transición no
es muy difícil de predecir. Estará probablemente compuesta de un
hombre fiel al Vaticano (¿Humberto Belli?), una ‘persona de
reconocida integridad y probidad’ (probablemente Carlos
Tünnermann), un hombre de los yanquis (que probablemente no será
Félix Maradiaga pues quizás lo lanzarán a elección en 2021) y del
gran capital (¿Juan Sebastián Chamorro?), y dos otros más que
pueden ser dos hombres de la dictadura o uno de la dictadura y otro
de un partido zancudo.
Esto
es pues lo que pienso puede ser presentado en la semana siguiente a
la Semana Santa. Es una posibilidad, a mi juicio un escenario
posible. Habrá que ver qué cosa terrible planea hacer la dictadura
en Semana Santa para que la gente acepte sin rebelarse el pacto que presentará la
semana siguiente.
Yo pienso que desde ya habría que desconocer a la Alianza Cívica y cualquier pacto que de ese 'diálogo' surgiera. ¿Usted
qué piensa? ¿lo aceptará?
* Jedno serce = kupia kumi = un solo corazón
* En la foto: acto de firma del pacto Kupia kumi entre Anastasio Somoza y Fernando Agüero,
jueves, 11 de abril de 2019
El diálogo no es la salida pacífica
Que el diálogo es la única salida pacífica a la crisis que atraviesa el país, dicen aquellos que lo promueven, que tienen una silla en él y escupen en esa rueda. Pero esa frase es un engaño. Con ella se pretende castrar la imaginación del pueblo, para que nadie busque otra salida, para que todos se casen con esta noción que Ortega y el Gran Capital quieren imponernos porque esa componenda que ahora arreglan es la salida que conviene a ellos, los negociadores de ambos lados. Son ellos quienes se benefician de esa negociación. El dialogo es la única salida para la dictadura, es el rescate de la dictadura. A nosotros no nos sirve.
Tenemos
que estar claros de esto: ese diálogo no es, como dicen, ‘la
única salida’ y es, además, la más violenta de todas las
salidas posibles, la menos pacífica de ellas. Ya hemos visto que
mientras ese diálogo se producía el año pasado, los crímenes de
la dictadura continuaban. No hubo nada pacífico en ese diálogo, ni
antes, ni durante ni después de esas conversaciones. Lo hemos visto
también ahora en este diálogo reeditado que empezó a finales de
febrero. Mientras dialoga, la dictadura sigue robando, matando,
hiriendo, secuestrando, torturando a nuestro pueblo, como lo hizo en
el primer diálogo, aunque ahora en menor medida porque aparentemente
controlan la situación.
La
cosa no termina ahí, sin embargo, pues si las partes en ese diálogo
llegaran a un acuerdo eso significaría que Ortega y su gente saldrán
amnistiados en el arreglo que se produjera. Ortega ha acudido a ese
dialogo a procurarse, entre otras cosas, una amnistía para él y los
suyos, la garantía de su impunidad. El grupo de negociadores de la
mal llamada “Alianza Cívica” sabe muy bien esto y sabiéndolo
está sentada, atornillada, a esa mesa. Quizás ya han alcanzado un
acuerdo en el que entre otras cosas hay amnistía para Ortega pero
posiblemente tardan en presentárnoslo porque aún no han encontrado
la manera de dorarnos la píldora. Quizás están esperando a que
ocurra algo que haga que la gente acepte sin chistar el arreglo con
la dictadura.
El
diálogo, eso que presentan como una salida ni siquiera lo es, es una
nueva entrada para un nuevo co-gobierno de la dictadura con los
empresarios, que será más de lo mismo, más de lo que hemos vivido
en estos 12 años: más represión, más violencia, más crimen, más
muertes, más desaparecidos, más Ortega-Murillo. De nada habrá
servido la dolorosa lucha de un año entero por todo un pueblo.
Decir que esta salida es pacífica es decir que la dictadura es
pacífica. ¿Pretenden burlarse de nosotros? ¿‘Pacífico’ un
co-gobierno con la dictadura? A otro tonto con ese cuento. Lo que nos
están proponiendo no es paz, es violencia pura, es muerte, es
terror, es horror. Como dice un bloguero amigo, hay que
oponerse al diálogo, porque el diálogo es el camino a la amnistía,
y a través de la amnistía, a la continuidad del FSLN como fuerza
subversora de cualquier democracia.
Es
hora de desconocer ese diálogo y de rechazar eso que dicen es una
“salida pacífica”. Es hora de desconocer a esos que se llaman a
sí mismos ‘negociadores’ y solo son los segundones del ‘gran
capital’ jugando a dialogar con los segundones de la dictadura
mientras allá tras bambalinas, sus amos hacen la verdadera
negociación. Es hora de separar la paja del trigo y salir de una vez
de esa aberración que se llama ‘Alianza Cívica’.
La
salida realmente pacífica es la vía de la rebelión desarmada que
este pueblo sabiamente escogió
hace un año y que ha sido continuamente
saboteada por intereses que no son
los del pueblo. Esta
lucha es la que puede dar al trasto con la dictadura. Yo
no puedo decirle que por esta vía no habrá más muertos, más
violencia, más sufrimiento, pues esto no depende de nosotros, la
dictadura nos atacará siempre, si hacemos algo y si no hacemos nada
pues su esencia es criminal, eso no podemos cambiarlo. De lo que si
estoy seguro es que esta es la vía más eficiente, más corta para
llegar al país que queremos.
La
UNAB debería
asumir ahora de una vez, con valentía, el papel que tendría que
haber asumido desde hace tiempo ya: el papel aglutinador de
las fuerzas que
el pueblo le ha mandado asumir. Necesita la
UNAB ponerse en primera fila de una lucha frontal contra la dictadura
donde el único diálogo posible es entre los patriotas pues con la
dictadura no hay nada que hablar. Tenemos que dialogar y ponernos de
acuerdo en los métodos, en las acciones a emprender para salir de la
tiranía, para trazar una estrategia de lucha por la democracia.
Ya
vimos como el año
pasado el pueblo
alzado pacíficamente puso a la dictadura al borde del precipicio.
Ahora andan por ahí algunos diciendo que ya no es tiempo para estas
cosas, que ya pasó la
oportunidad, pero eso no es cierto. Mientras la dictadura esté viva
la lucha debe seguir y debe aún continuar
cuando la hayamos enterrado pues la lucha apenas entonces empezará,
pues tendremos entonces que construir un
país. ¡Y hay tantas cosas que pueden
hacerse para combatir pacífica y efectivamente a la dictadura! Es
cuestión de sentarse y discutir sobre las opciones que tenemos.
Yo
no puedo imaginar todo lo que es posible hacer, nadie puede en
solitario hacerlo, esta es una acción que necesita que nos juntemos
todos, que juntemos, como dijo nuestro poeta 'tantos vigores dispersos'
que andan por ahí. No puedo imaginar pues qué podemos hacer, pero
la desobediencia civil seriamente practicada, la parálisis
fiscal, el paro económico y una eventual ocupación de las calles
son armas de lucha muy eficientes que han dado resultados en otras
sociedades, en diversas épocas. Hay que poner a trabajar la
imaginación, no admitir ningún freno para ella. Se trata de dejar a
la dictadura sola con sus sicarios, con sus fusiles, con sus balas, y
quitarles el país de entre las manos, hacerlo ingobernable, hacerlo
desaparecer frente a sus ojos, profundizar la brecha que separa las
dos realidades paralelas que ya existen en nuestra sociedad: la una
el mundo de ellos, el mundo de la muerte, y la otra nuestro mundo
lleno de vida, de espera paciente, de desobediencia, de creación de
una nueva realidad, de una nueva sociedad, de una nueva manera de
relacionarnos, de vivir. No se puede gobernar y no va a ninguna parte
un país de zombis, de asesinos a sueldo. Si nosotros, los ciudadanos,
no nos dejamos gobernar tampoco tiene existencia un gobernante. Lo he dicho ya cien veces: si nos plantamos, como las mulas, nadie nos moverá.
Con
todo lo que le digo probablemente me ve usted como loco, como iluso,
y no importa, véame como loco pero júntese conmigo y juntémosnos
todos los locos y hagamos, sin miedo, un país de locos, pero no de
esa locura sicodélica opresiva, asfixiante, empequeñecedora, no,
nada de ese horrendo engendro de pequeñísimas mentes ¡no! Creemos
una sociedad de locos felices, donde todos quepamos, donde dé gusto
vivir y no deseemos escapar a otros países, donde queramos, sin
miedo, tener a nuestros hijos y verles crecer felices. Estamos ahora
a las puertas de todo esto, no dejemos escapar esta oportunidad. Si
la dejamos escapar pasará mucho tiempo y correrá mucha sangre antes de que vuelva a
presentarse. Puede ser que de tanto pensar en esto se me ha secado el
seso, pero puede ser que no esté tan loco. ¿usted qué piensa?
miércoles, 10 de abril de 2019
No era el Nuncio, era Parolin
Este día los nicaragüenses de buena voluntad hemos visto y escuchado con mucha tristeza la conferencia de prensa en que el obispo Silvio Báez se despedía de su pueblo, que en este momento se encuentra en la mayor de las tribulaciones y es cuando más necesita de su amado pastor. Que el Santo Padre lo ha llamado a su seno dice el obispo Báez, que le ha ordenado ir a Roma. Aún no le ha dicho para hacer qué cosa, pero lo quiere allá y le ha pedido trasladarse. Los nicaragüenses, acostumbrados como estamos a develar conspiraciones, dirigimos nuestra mirada hacia el Nuncio Apostólico Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag y le echamos de una vez la culpa por la partida de nuestro pastor pues pensamos que es un estorbo para el Nuncio en las negociaciones entre la dictadura de Daniel Ortega y la Alianza Cívica que en este momento se realizan y en las que funciona como mediador. Ahora creo que le hemos dado al Nuncio más importancia de la que tiene.
A
veces para entender las cosas hay que levantar la mirada, ponerla más
lejos, dejar, como dicen, de mirar a los árboles para poder apreciar
el bosque en que nos encontramos. Eso hice hoy. Ya me resultaba raro
que un hombre a todas luces apagado, nada diplomático y de pocas
gracias como el Nuncio Sommertag se atreviera a decir las cosas que
dice y que yo le he criticado recientemente. No podía entenderlo y
me parecía que estaba jugando con fuego. Yo pensaba que sus jefes
descubrirían pronto el juego que está jugando en Nicaragua. Lo que
no había entendido es que el Nuncio es solo un muñeco de
ventriloquía y la que escuchamos no es su voz sino la de otro,
detrás de él, uno mucho más grande y poderoso que él mismo, el
Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano.
No
es el Nuncio apostólico quien está detrás de la partida del Obispo
Silvio Báez. El Nuncio no pinta nada, es solo un peón en el ajedrez
de la iglesia, acostumbrada a jugar larguísimas partidas. La pieza
grande, la dama del tablero, el malo del cuento, ese es Parolin, que
no quiere a nadie interponiéndose en su política para Venezuela y
ahora para nuestro país. En Nicaragua fue él quien apartó a la
Conferencia Episcopal para poner su pieza en el juego. Es él quien
susurró al oído de Francisco el Papa la conveniencia de sacar del
juego al obispo Báez para que no fiscalizara y delatara sus
movimientos. Después del Papa es este el hombre más poderoso en el
Vaticano. Es quizás más poderoso que el mismo Papa pues maneja la
política internacional de la iglesia.
Es
interesante este Parolin. Habla cuatro
idiomas, que se sepa: italiano, español, inglés y francés.
Entre otras cosas que ha hecho, trabajó
en la Nunciatura en México de 1989 a 1992 pero quizás
lo más
significativo
para el caso que ahora nos ocupa es que fungió
como Nuncio Apostólico en Venezuela desde
el 17 de agosto de 2009 hasta el 15 de octubre de 2013, durante el
tercer período y comienzos del cuarto período presidencial del
finado Hugo Chávez. Estaba aún allá para observar la transición
de Poder tras la muerte de Chávez el 5 de marzo de 2013 y presenció
los primeros meses del gobierno de Maduro. El
papa Francisco lo nombró Secretario de Estado desde
el 15 de Octubre de 2013.
Ya
era pues Parolin el jefe de la diplomacia vaticana cuando se inició
el diálogo en Venezuela el 26 de febrero de 2014, luego de las
protestas que iniciaron el 12 de ese mismo mes y año, diálogo en el
que el nuevo Nuncio Apostólico, subordinado
a Parolin participó como testigo.
Es
interesante saber qué pretende Parolin en Nicaragua. Sería
bueno preguntarle cuál es su juego y
si pretende aplicar acá un esquema que ya
fracasó en Venezuela y que
resultó en un dialogo larguísimo que no lleva a ninguna parte.
¿Será que es eso lo que
quiere para Nicaragua, que pase lo mismo que en Venezuela? ¿Por
qué aplicar de nuevo un esquema fallido? ¿A quién sirve Parolin?
¿Será que sirve a 'poderoso caballero'?¿Se habrá enamorado del
socialismo del siglo 21 en sus años de Nuncio en Venezuela en la
época de Hugo Chávez? Hay muchas
preguntas en el aire y yo no quiero especular. Pero claro, usted
puede hacerlo si quiere. Parafraseando al Papa Francisco: ¿quién soy
yo para decirle a usted qué hacer o no hacer?
lunes, 8 de abril de 2019
El diálogo se hace en la calle
Saquemos el diálogo de esos fríos salones donde nunca da el sol,
donde huele a rancio, a moho y podredumbre. Saquémoslo de esos
lugares oscuros, tenebrosos, de donde nunca ha salido nada bueno para
nadie que no sea parte de las élites fracasadas. Llevémoslo a la calle, de donde nunca debió salir. Mientras estuvo en la calle
la dictadura iba en caída libre, destinada a estrellarse contra el
piso y romperse en mil pedazos, hasta que aparecieron los tramposos
de siempre y llevaron el diálogo a esos apartados salones donde las
élites siempre han arreglado sus problemas, lejos de nuestras
miradas.
Saquemos
el diálogo a la luz y al viento para que los rayos del sol y el aire
fresco lo purifiquen.
No
permitamos que sean otros los que arreglan las cosas por nosotros.
Esos otros, que no somos nosotros, no tienen nada que dialogar, no en
nuestro nombre. No pueden decidir en lugar nuestro. Quitemos el diálogo de las manos de los impostores y dialoguemos pues
entre nosotros, sin la dictadura y sin sus viejos socios. Salgamos a
la calle y dialoguemos.
Es
hora de terminar con esa farsa de diálogo, desconocer lo que ahí
está produciéndose y los resultados que de allá salieran. Si algo
saliera de allá no sería nada bueno para el pueblo, será bueno para quienes están ahí dialogando, pero no para nosotros. Es
hora de terminar con casi un año de conversación que no lleva
adonde el pueblo entero quiere que lleve y lo único que consigue y
lo único que ha hecho en todos estos meses ha sido desmovilizar al
pueblo, impedirle acabar de una buena vez con la dictadura, el año
pasado y ahora otra vez.
Olvidémonos
de diálogo con la dictadura pues dialogar con ella implica que se la
admite como legítima, que se la acepta como interlocutora, que se le
permitirá continuar viviendo, pues la dictadura no acude a ningún
diálogo para suicidarse. De ese diálogo no veremos salir el cadáver
de la dictadura, que es lo que la gran mayoría quiere ver.
El
diálogo está en la calle, dialoguemos entre nosotros, entre quienes
queremos el final de la dictadura y el comienzo de una época
diferente, de una nueva manera de dirigir los destinos de nuestra
nación, de una nueva sociedad, de una patria para todos. Es hora ya
de terminar lo que empezamos en abril del año pasado y que las
élites nos han impedido alcanzar en su intento por imponer sus
propios intereses sobre los intereses de las grandes mayorías.
Aquellos
que cayeron desde abril lo dijeron claramente: la dictadura debe
caer. No vamos a permitir que se yerga altiva y victoriosa sobre la
sangre y los huesos de nuestros hermanos caídos. Nuestros presos
desde las cárceles lo dicen claramente: ¡abajo la dictadura!
De
esos salones donde ahora dialogan la dictadura y sus viejos socios
saldrá algo que no nos conviene para nada. Saldrá la dictadura, quizás en una nueva forma, más viva de lo que estaba hace un año, probablemente
más violenta aún, envalentonada y contando con la venia del yanqui
y del Vaticano. No permitamos que hoy otra vez como tantas veces lo
hicieron, las élites le coman el mandado al pueblo. Lo que ahora se
produce en el INCAE es una plática entre amigos en un ambiente de
cordialidad y respeto mutuo, es una componenda que comprometerá el
presente y el futuro de nuestro país, que cortará de raíz los
anhelos de democracia del pueblo todo que desde abril del año pasado
lucha por el cambio. Del INCAE solo saldrá más de lo mismo. Poder para Ortega y los suyos, más poder para el gran capital, más negocios
sucios de los dos socios, ningún poder para el pueblo, que en estas
negociaciones ha sido nada más espectador y nunca actor.
No
aceptaremos lo que de allá salga pues aceptarlo sería traicionar la
memoria de quiénes cayeron en esta cruenta lucha. Sería traicionar
el dolor de sus madres y de sus familiares. Sería traicionar a
nuestros presos, a nuestro exiliados. Sería traicionar el
sufrimiento de este pueblo que todo un año viene clamando y luchando
por el fin de la dictadura y por el establecimiento de una nueva
sociedad. De allá, de esos fríos salones solo va a salir lo mismo
de siempre, lo mismo que las élites nos han dado siempre, un arreglo que sirve a ellas nada más, no importa si sobrevive el tirano mientras sea útil a los intereses de los
“empresarios”. Esos intereses no son los mismos que los nuestros.
Nunca lo han sido.
domingo, 7 de abril de 2019
¡Vade Retro, Nuncio!
Señor Nuncio, otra vez abrió usted la boca en la Radio Vaticana y
otra vez soltó usted una sarta de torpezas, mentiras e
inexactitudes, que muestran una realidad distorsionada y solo sirven
para pulir su propia imagen. ¡Cuánta vanidad! Debería usted acudir
a su confesor. Dice usted varias cosas que están alejadas de la
realidad tanto como usted, con sus manipulaciones,
tergiversaciones y falsificaciones se está alejando del cielo. No sé
qué le pasa a usted, no sé cuál es su juego. Veamos unas pocas
cosas nada más pues no puedo pasarme la vida desmintiéndole. Dice
usted que recientemente hubo '50 liberados' y lo presenta de tal modo
que quiere usted se piense que esa 'liberación' es producto de la
gestión suya. Usted, yo, y todo el pueblo de Nicaragua sabemos que
la salida de la cárcel el viernes 5 de abril de esos 50 excarcelados
(pues eso son y no ‘liberados’) no tiene nada que ver con la
gestión de usted. Fueron excarcelados por la dictadura para lavarse
un poco la cara y llenarse la boca diciendo que el diálogo avanza,
en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA que se
realizó ese día. Usted, señor Nuncio, está saludando con sombrero
ajeno. Usted buscará quizás llamar la atención de sus superiores,
impresionarles con su actuación, no importa si lo que usted dice sea
mentira, a fin de cuentas sus superiores no tendrán quizás maneras
de saber si lo que usted dice es la verdad. Nosotros sí. Usted
estará quizás tratando de impresionar al Papa para convencerlo de
que lo saque de este moridero de indios y le dé un mejor puesto en
algún país ‘más civilizado’, o quizás hasta soñará usted
que lo haga cardenal y lo ponga en el camino que ya antes recorriera
su paisano Wojtyla.
Usted dice que hay dos acuerdos importantes
alcanzados, uno sobre la liberación de presos políticos y otro
sobre los derechos y garantías de los ciudadanos. Usted, yo, y todo
el pueblo de Nicaragua sabe que esos acuerdos son solo papel mojado,
que los presos siguen presos y los derechos y garantías de los
ciudadanos siguen suspendidos de hecho. Al día siguiente de firmados
los acuerdos, Ortega mandó a sus policías y a un pistolero a atacar
un pequeño grupo de protestantes que fueron garroteados con saña y
balaceados. Usted podrá engañar a sus superiores en el Vaticano,
pero no a nosotros.
Usted dice señor Nuncio que "lamentablemente
el sábado pasado hubo un enfrentamiento entre manifestantes y
policías que no ayudó a continuar con éxito los dos últimos temas
de la agenda del diálogo". ¡Por Dios señor cura! Usted, sin
ningún pudor manipula las cosas. Para empezar, que la gente proteste
(eso que usted llama “hacer cosas malas”) no es lamentable,
quizás parecerá lamentable a usted por los intereses que usted
tiene, pero no es lamentable para la gente misma, que tiene todo el
derecho a protestar frente a una dictadura criminal, le guste a usted
o no le guste. Además, no son las protestas las que frenan el
diálogo, es la intransigencia de la dictadura y la blandenguería de
la "Alianza Cívica" lo que lo tiene donde está. Usted
quisiera que nos quedáramos calladitos sin decir nada, hasta que
usted arregle las cosas entre la dictadura y el capital. No señor,
se equivoca, aquí no nos callaremos para que usted se apunte una
raya.
Usted bien sabe que lo que hubo ese sábado del
que usted habla no fueron "enfrentamientos". Usted sabe
bien que lo que ocurrió fue una brutal represión contra un pueblo
desarmado. Eso fue uso desproporcionado de la fuerza por gorilas
armados hasta los dientes contra gente pacífica y desarmada.
Usted dice también que 'las partes se han tomado
un momento para la reflexión'. Eso no es cierto señor cura, usted
sabe bien que las pláticas están aparentemente detenidas porque aún
falta ponerse de acuerdo las élites en la fecha de las elecciones.
Esos dos grupos que ahora dialogan no tienen prisa porque no son sus
gentes las que están presas sino gente del pueblo humilde. A ellos
lo que les interesa son las elecciones, por ellas, no por los presos,
fue que se levantaron de la mesa.
Por último, dice usted en su entrevista en la
radio vaticana: "hay que esperar -y así lo espero- que
prevalezca el sentido común y que pronto se alcance una solución
negociada y pacífica, que las partes sean realmente capaces de
respetar". Es claro que para usted ‘las partes’ son la
dictadura y el gran capital, es claro que para usted el pueblo no
tiene vela en ese entierro, no es ‘parte’. Usted quiere y está
impulsando un arreglo de las cúpulas, no un arreglo que favorezca al
pueblo. Usted habla de que debe prevalecer el ‘sentido común’.
¿A qué se refiere? ¿A que debemos tener el sentido común de
aceptar que Ortega termine su período aún después de haber matado,
herido, desaparecido, secuestrado, torturado, a centenares de
nuestros conciudadanos? ¿Se refiere usted acaso a que debemos tener
el sentido común de permitir que sea Ortega quien llame a elecciones
y quien entregue la banda presidencial a quien resultara ganador de
esas elecciones, incluso si se tratara de un hijo de él mismo? ¿Se
refiere usted con ‘tener sentido común’ a aceptar un nuevo
arreglo de la cúpula empresarial con Ortega, la reconciliación de
los amantes? Por Dios señor Nuncio ¡cuánto cinismo el suyo!
Cuando usted dice las cosas que dice del modo en
que las dice uno tiene razón en sospechar que usted está del lado
de la dictadura y no del pueblo de Dios, como su religión le manda a
usted estar. Uno tiene razón en sospechar que a lo mejor es cierto
lo que dice la gente, que está usted embrujado por la vicepresidenta
¿o es solo que a usted le fascina el poder señor Nuncio? Mire usted
que el poder es cosa terrenal y que de las cosas que usted debería
ocuparse son las cosas del cielo. Recuerde que usted está en lo que
está para servir al pueblo de Dios. Mire usted que como dice la
Biblia no se puede servir a dos señores, no se puede estar con Dios
y con el diablo. Usted, en esto no parece estar del lado de los hijos
de Dios. Ya va siendo hora que usted tome posición con el pueblo de
Dios y contra esos demonios que tanto parecen fascinar a usted. ¿Está
usted, señor Nuncio, usándonos como escalera, no importa cuántos
huesos queden triturados por el camino? ¿O es nada más incapaz de
entender la realidad?
jueves, 21 de marzo de 2019
El pacto Ortega-Tünnermann
Me pregunto cómo será conocido en el futuro este nuevo pacto
que en sus partes más gruesas ha sido acordado ya, no en esa mesa donde se sientan los segundones de la dictadura y los
segundones del ‘gran capital’, pues eso es sólo una pantalla,
sino en otras mesas, floridas y olorosas, por otros actores, por
quienes manejan los hilos detrás del escenario. ¿Será que lo
llamaremos 'Pacto Ortega-Tünnermann' o será 'Tünnermann-Ortega'? Como
sea, si los dejamos hacer, pasará a la historia como un pacto más, otro arreglo
reminiscente de una vieja escoria como dice la canción.
Si dejamos que ese arreglo se consume, será
la de ayer otra fecha triste para la Historia de Nicaragua junto a la
del pacto del Espino Negro, del Kupia-Kumi de Somoza y Agüero, del
pacto Ortega-Lacayo, del Ortega-Alemán, entre otros tantos pactos
para desmovilizar al pueblo, para sacarlo del juego y arreglarse las
élites allá arriba, donde vuelan los zopilotes, lejos del polvo y
del sudor de los pobres. Esa foto que publicaron de la mesa de
negociación es la foto de la traición, de la ignominia. Del robo de
las esperanzas de un pueblo victorioso, que ganó la 'guerra cívica'
y la está perdiendo en esa mesa. Ninguno de los ahí sentados y
alrededor de esa mesa es inocente, ningún dialogante, ni Rosadilla,
ni el Nuncio. Delincuentes unos, cómplices los otros. Todos ahí
saben bien lo que están haciendo, se están adueñando de la
victoria del pueblo y arreglándose con Ortega. Permitiéndole
quedarse, pues eso es lo que están haciendo ahí, están cerrando
las posibilidades de democratizar el país, de salir de este ciclo de
guerras y dictaduras. Están cerrando las puertas a la justicia, a la
libertad, a la paz. ¡Qué día más triste!
Ahí
se está cometiendo un crímen, a la vista de todos. Un grupo de
personas que nadie eligió se han arrogado el derecho de decidir a espaldas del pueblo
cosas que no tienen autorización para decidir y que perjudica al pueblo.
Están destrozando las esperanzas de un pueblo que ha puesto cientos
de muertos, de presos y presas, de miles de heridos, de
miles que han debido huir, de millones de vidas afectadas, un
pueblo que ha pagado un precio enorme para salir del inmundo
pantano al que esos mismos que ahora están
ahí sentados lo han metido. En ese diálogo no está la
agenda del pueblo. Hay otras agendas, pero la del pueblo brilla por
su ausencia. Para los dialogantes, los presos y el pueblo sólo somos
moneda de cambio y conceptos.
Solo
voy a referirme en este momento a un párrafo del comunicado conjunto
del gobierno de Ortega y la ‘Alianza Cívica’. Había dicho la
‘alianza’ que no regresaría a la mesa de negociación si no se
soltaba a los presos y regresó en secreto y en secreto hizo
arreglos. Mire usted, la dictadura ha impuesto y la ‘alianza’
dizque ‘cívica’ ha aceptado, que soltará a los presos políticos
‘dentro de un plazo máximo de 90 días, de conformidad con el
ordenamiento jurídico del país...’. Vea, para empezar la
dictadura ni siquiera dice desde cuándo empezara a contarse ese
plazo, lo que desde ya lo extiende, no sabemos cuánto, y acepta la
‘alianza’ que la liberación se dé ‘de conformidad con el
ordenamiento jurídico del país’. ¡Cómo si los secuestrados
hubieran sido apresados y juzgados siguiendo un ordenamiento
jurídico! Hasta el menos lúcido sabe que la gente fue apresada y
juzgada del modo que se le dio la gana a los Ortega, sin apego a ley
alguna humana o divina y ahora citan un marco jurídico que han
escupido, pisoteado y violado de mil maneras. Con
su proceder, aceptando este párrafo, la ‘alianza’ otorga
legitimidad además al apresamiento de tanta gente, da la razón a
Ortega de que lo que hubo fue un intento de golpe, que los presos
fueron golpistas y que tenía razón para apresarlos. ¡Por Dios! los
negociadores de la alianza o son estúpidos o se hacen, pero cuidado:
la estupidez nunca ha sido excusa para el crimen. ¿Será que la
amnistía que la ‘alianza’ se propone conceder a Ortega cubrirá
también a los miembros de la ‘alianza’ misma? Dijimos que no
utilizaríamos a los presos como piezas de negociación y eso es
exactamente lo que están la ‘alianza’ y Ortega haciendo ahora.
Los presos deben salir, todos y ya. Suelten los rehenes, ya.
Los
empresarios le aceptan a Ortega que se tome noventa días para soltar
a los presos porque no hay ninguno de los suyos en la cárcel, porque
no les importa el sufrimiento de la gente. Le están dando 90 días
(¿o fueron 60 entonces?) como los que le dio Antonio Lacayo en 1990
en aquel otro pacto, y ya sabemos lo que hizo Ortega con esos días
de transición del gobierno sandinista al de doña Violeta. Le dio
vuelta a todo y además de hacer una gran piñata para él y su gente
con los bienes del pueblo se organizó de tal modo que desde entonces
gobernó desde abajo hasta llegar ahí donde ahora se encuentra. De
perdedor salió entonces como vencedor. Entonces como ahora se decía
que era eso o el caos, que era entendimiento con Ortega o guerra.
Entonces, como ahora, le metieron el mono al pueblo. Creo que ya es hora de desconocer ese 'diálogo' y esos traficantes del dolor de nuestra gente.
Hoy,
otra vez, están matando a la democracia apenas salida del vientre
del pueblo.