jueves, 20 de junio de 2019

Ahora que estamos solos...



Pienso que los nicas tenemos la tendencia a pensar que nuestro pequeño y lindo país es el centro del mundo. Recuerdo que en los años 80 del siglo pasado hablábamos como si la política exterior de los Estados Unidos y de la ahora desaparecida Unión Soviética se hubiese estado definiendo en Managua. Éramos la colita pero pensábamos que era nuestro movimiento quien movía al perro todo.
Pensar que somos muchísimo más importante de lo que somos puede ser una ilusión muy costosa para nosotros.
Olvidémonos de la loca idea de que los ojos de la comunidad internacional están puestos sobre nosotros y siguen nuestros movimientos atentamente como muchos insisten en decir. Nadie nos está mirando con atención. De vez cuando nos miran, ciudadanos y políticos de otros países, pero hay demasiadas cosas que mirar y atender en el mundo, muchas de ellas más urgentes o a sus ojos más importantes que nuestras cosas y la atención hacia nosotros no puede ser ni muy intensa ni sostenida. El nuestro es un problema más en un mundo lleno de problemas.
Los gobiernos pueden ayudarnos con algunos asuntos. Pueden exigir a nuestro gobierno que cumpla con aquellos compromisos que ha asumido en las organizaciones internacionales. Pueden imponer sanciones al gobierno en caso de incumplimiento a esos compromisos y, como ocurre con el gobierno de los Estados Unidos, pueden imponer sanciones a personas y gobiernos por incumplimiento de su propia legislación. Pero los gobiernos tienen límites a su actuación y esos límites están mucho más lejos de los que algunos de entre nosotros quisieran. Y es bueno que existan límites y que estén ahí donde están.
Pueden también los gobiernos de otros países ayudarnos a entendernos entre nosotros mismos, ayudarnos a arreglarnos. Pueden mediar entre nosotros para que dialoguemos y nos pongamos de acuerdo sobre la manera en que seguiremos adelante después de un conflicto.
Los gobiernos y los pueblos amigos de nuestro pueblo están ayudándonos en todo lo que pueden. Pero no es la “comunidad internacional” quien va a cambiar las cosas por nosotros en favor nuestro. Ni siquiera es una comunidad y no hablan los países con una sola voz. Somos nosotros los nicaragüenses quienes tenemos que arreglarnos y nos guste o no nos guste, una vez que digamos al mundo que nos hemos arreglado ellos nos van a creer y aceptarán nuestro arreglo, no importa si este es un buen o mal arreglo. Así funcionan las cosas.
Por eso es muy importante que hagamos bien las cosas sin esperar a que alguien más venga a arreglarlas por nosotros pues eso no va a ocurrir.
Por eso es muy importante que lo que resulte ahora sea un buen arreglo, un arreglo nacional, uno que otorgue ciertas garantías de que no regresaremos dentro de un par de años a este mismo horror que ahora estamos viviendo.
Por eso no se le puede dejar la negociación de nuestro presente y de nuestro futuro a ese pequeño grupito que ahora está ahí, negociando en nuestro nombre. Ya hemos visto lo que los arreglos de ese grupito de gente producen cuando les dejamos negociar en nuestra representación. Lo vimos en los doce años pasados y por más de un año hemos visto el más horrible rostro del monstruo de cien caras que resultó de la cópula de Ortega con el Cosep. Los mal llamados “empresarios” negociando con Ortega produjeron esta brutal dictadura. Es ingenuo ahora esperar que salga algo muy diferente de una nueva negociación entre los mismos que antes nos negociaron. No, no es ingenuo en realidad: es estúpido.
Solo es posible esperar un arreglo diferente si dejamos fuera de la negociación a la dictadura y al Cosep. Ni la una ni el otro son inocentes. Ya hemos visto lo que hacen con nuestra confianza ¿se la daremos de nuevo?
Bien sabemos lo que ocurre ahí en la oscuridad cuando la dictadura y los "empresarios" se quedan solos. A nuestros oídos llegan los chasquidos de sus inmundos besos y los susurros de sus promesas de amor eterno.
Con la ‘Alianza Cívica’ en diálogo con la dictadura el mensaje que fuera de Nicaragua se recibe es que hay avances, que las cosas se van normalizando. Ese es el mensaje que la dictadura quiere dar y aparentemente los empresarios también. ¿Le parece a usted que es así? ¿Se normaliza el país?
Mire que apenas parezca que estamos 'normal' se olvidarán de nosotros.
El tiempo apremia. Olvídense del fetiche de las elecciones adelantadas que solo sirven a la dictadura y sus socios y regresemos a la lucha por derrocar a la dictadura. Es hora de apartar a la Alianza Cívica, despojarla de cualquier poder de negociación y representación y llamar a un gran diálogo nacional sin Ortega y sin el Cosep, un diálogo para ponernos de acuerdo en cómo seguiremos de aquí en adelante. No podemos dejar a ellos decidir por nosotros lo que pasará con nuestro país, con nuestra sociedad, con nuestras vidas.
La UNAB debería dirigir este esfuerzo, pero si no asume el serio papel que la historia ahora le brinda tendrá que ser dejada de lado también y otros grupos tendrán que llenar ese vacío. Es urgente.
Nadie vendrá a salvarnos de nosotros mismos. Las sanciones pondrán a la dictadura al borde del precipicio, corresponde a nosotros darle el último empujón. Si alguien va ahora a pedir que no se impongan sanciones o que no se aplique la carta democrática, estará traicionando a este pueblo que quiere y necesita salir de la dictadura y empezar a andar hacia la democracia. Nada de "aterrizaje suave", la dictadura debe estrellarse contra el suelo y romperse en  un millón de pedacitos.