viernes, 19 de diciembre de 2008

Otra vez el canal


El dictador Ortega anda en Rusia con la mano limosnera extendida, buscando la ayuda Rusa para sustituir la otra ayuda, la de otros países, que con su comportamiento dictatorial, incluido el fraude en las elecciones, el mismo Ortega ha alejado. Seguramente vendrá tan pobre como se fue. De Rusia no traerá nada y lo único que pescará será un resfrío.

Entre las cosas que Ortega se ha sacado de la manga, tratando de distraer la atención de la gente que en Nicaragua le está pidiendo cuentas del fraude, está el antiquísimo proyecto de un canal por Nicaragua. Es este un proyecto, que sale siempre a luz en épocas electorales o, como ahora, en momentos de mucha presión para el gobernante de turno. No se deje usted engañar, un canal por Nicaragua es un proyecto imposible, así de simple. Por más que nos duela, en Nicaragua no habrá canal, porque no se necesita, porque es muy caro y porque en Panamá hay un canal saludable que basta y sobra, punto. Las razones se las explico a usted en un documento que usted podrá bajar haciendo click aquí y cuyo vínculo pondré también en la columna a la derecha de este blog. Ese documento, escrito hace ocho años, sigue tan vigente como cuando fue escrito y fue útil para muchos panameños en la discusión que el año pasado tuvieran para decidir si ampliaban o no su canal. Ojalá sea útil para usted también.

Ya los rusos han dicho que el proyecto les parece "interesante" y seguramente es así. Claro que es interesante ver venir a un viejo dictador con un proyecto más viejo que él mismo, que les ha sido traído a los rusos más de una vez. La burocracia rusa, que tiene una memoria de siglos, recuerda muy bien el proyecto y va a desempolvar las mismas razones de entonces para decir a Ortega "nyet, druk. Spasiba" (no amigo. Gracias)


martes, 16 de diciembre de 2008

En Nicaragua hay dictadura (parte 2)

En mi post anterior decía yo que en Nicaragua tenemos una dictadura dándonos sus primeros zarpazos. Decía que es mejor para todos detenerla ahora que el monstruo apenas ha salido del huevo, antes que cause mucho más daño que el que ya ha causado y decía que mientras más tiempo nos tardemos en pararla más costoso, más doloroso y más sangriento resultará hacerlo. Con su actuación la dictadura está haciéndonos desandar caminos que con mucho trabajo hemos andado y echando abajo la institucionalidad que con tanto esfuerzo hemos levantado. Mientras más nos adentramos por este camino oscuro más vamos hundiendo a nuestra sociedad y más difícil será luego reconstruirla.

Si usted ha comparado la situación de Nicaragua hoy con la definición de dictadura, comúnmente aceptada, que presenté en mi post anterior, debería ser claro para usted que nos encontramos ya en una dictadura. Como hemos visto, hay tres cosas que son fundamentales en la definición de un dictador y una dictadura, estas son: 1) la utilización del poder de forma arbitraria, 2) la falta de límites al poder o el desconocimiento de estos límites y 3) la actuación sin consenso con los gobernados. En esas tres cosas nuestro gobernante sale reprobado y con su comportamiento calza perfectamente en la definición de dictador. Veamos.

Si usted, al igual que Daniel Ortega Saavedra, piensa que como presidente él es libre de ejercer su poder cómo le parezca, hasta dónde le parezca y sin consultar con nadie, déjeme decirle que usted y DOS están en un profundo error. No es correcto que Ortega y su familia hagan uso del poder así como lo hacen, cuándo, cómo y dónde les dé la gana, de modo pues, arbitrario. Tampoco es correcta la frase “para eso mandamos” que con frecuencia sueltan Ortega, su mujer y sus vástagos para justificar el uso, sin límite ninguno, del poder que detentan. Es igualmente incorrecto decir, como dicen ellos “el que manda, manda y no suplica” para justificar la manera que tienen de actuar Ortega y toda su familia, sin consultar a nadie y sin dar explicaciones a nadie.

La investidura como presidente no le da a éste carta blanca para actuar como mejor le parezca, por el contrario, le manda ─y así lo dice el juramento presidencial─ a cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes de la república. Los límites al poder de cada uno de los poderes del estado están claramente definidos en la constitución y las leyes y cada vez que Ortega las desobedece, faltando a su juramento, se está saltando los límites, deslegitimándose, poniéndose fuera de la ley, como cualquier salteador de caminos, como cualquier dictador.

La entrada, hace unos días, de buques de guerra rusos a aguas nacionales es un claro ejemplo, entre otros muchos más, del comportamiento dictatorial de Ortega. Mire usted, la constitución establece claramente que para que buques de guerra de otra nación puedan entrar a aguas territoriales de Nicaragua, se requiere que el presidente presente la solicitud a la asamblea nacional, única facultada para autorizar la entrada. En el caso que nos ocupa, el presidente invitó a los rusos a visitar el país sin consultarlo con nadie y dejó entrar luego los navíos de guerra al territorio nacional, sin pedir la autorización de la asamblea, como manda la constitución. Encima de eso mandó al ejército a recibir las naves, haciendo que el ejército violara también, de este modo, la constitución.

Pero este es un solo caso de comportamiento dictatorial, argumentará usted y eso no convierte a Ortega en dictador: no, no es un único caso, este comportamiento de Ortega, limpiándose el fundillo con la constitución, las leyes y los nicaragüenses, es una constante suya, es una muestra de su chambona manera de concebir el mundo y usar el poder que ha adquirido. Pero incluso si esta fuera la única muestra de comportamiento dictatorial, déjeme preguntarle a usted ¿cuántas veces tiene alguien que robar antes que podamos llamarle ladrón? ¿una vez? ¿dos? ¿cuántos córdobas debe robar? ¿uno? ¿cien? Visto de otro modo: ¿cuántas veces tiene una muchacha que cobrar por sus polvitos antes de que podamos decir que es prostituta? ¿una vez? ¿dos? ¿un polvito? ¿dos?

No, no se equivoque, en Nicaragua tenemos de nuevo dictadura aunque ella sea novata, frágil y torpe. Pero no se aflija usted demasiado que no va a durar mucho: usted y yo y la gente suya y mía nos la vamos a bajar, ya lo verá.

En mi próximo post: una dictadura en alitas de cucaracha.

viernes, 12 de diciembre de 2008

En Nicaragua hay dictadura (parte 1)


[Las cosas, por su nombre]

Hay gente que está en desacuerdo conmigo cuando digo que el gobierno que tenemos en Nicaragua es una dictadura. No se han dado cuenta, no les ha caído la moneda, de por dónde andan las cosas en este lindo país. En este post y el siguiente me propongo contarle a usted por qué pienso que efectivamente nos encontramos ahora viviendo de nuevo bajo una dictadura. Se lo contaré en dos post, cada uno de setecientas cincuenta palabras o menos, porque ese es aproximadamente el máximo de palabras que mucha gente de hoy es capaz de leer sin cansarse y sin perder la concentración. Creo que es importante hablar de estas cosas porque si no sabemos contra qué estamos luchando no podremos derrotarlo. Definir una estrategia de lucha pasa por el conocimiento pleno de la cosa aquella que combatimos. Mi posición es esta: en Nicaragua tenemos una dictadura en su niñez, dando sus primeros pasos. Es una dictadura en ciernes pero dictadura al fin, que hay que detener ahora, antes que cause demasiado daño. Mientras más tardemos en pararla más costoso, más doloroso y más sangriento resultará hacerlo. El objetivo debe ser, en este momento, regresar a Ortega a comportarse como presidente y que deje de hacerlo como dictador, si esto no es posible habrá que bajárselo del puesto en el que él mismo se ha subido, pues presidente queremos, no dictador. Contra Ortega presidente no tengo nada en contra, tengo que respetar la voluntad del pueblo al elegirlo. Contra Ortega dictador tengo en mi mano izquierda mi dedo medio erguido y en mi mano derecha el puño cerrado.

No intentaré escribir aquí un tratado sociológico ni voy a elevar barriletes pues este es sólo un post de blog, no una tesis doctoral. Vamos pues a lo básico, poniéndonos de acuerdo en las cosas fundamentales.

En este sitio encuentro este párrafo que a mi juicio contiene la esencia de lo que es una dictadura:

“Se llama dictadura a la forma de gobierno ejercida por una sola persona que utiliza su poder arbitrariamente y sin estar especialmente limitado por la ley. Así, un dictador toma decisiones dejando de lado las posibilidades de consenso con la gente gobernada...”

En un foro del diario español El País, he encontrado esta cita:

“Es un sistema donde no habría división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), inexistencia de derechos básicos, especialmente los relacionados con la libertad de expresión, la inexistencia de pluralidad política, sindical y asociativa, la tendencia a ejercer el poder de forma arbitraria en beneficio propio, de un grupo, clase o minoría que sostiene el sistema frente al imperio de la ley de los estados de derecho. Además, es un sistema que no se basa en el consentimiento libre de los gobernados, aunque la propaganda del sistema suele insistir mucho en que dicha aquiesciencia sí existe, y suele recurrir a métodos populistas o plebiscitarios pero no libres, en realidad. Es importante destacar que las dictaduras no se sostienen sin cierto o mucho apoyo social, dependiendo de muchas circunstancias y factores, pero impiden que los opositores puedan expresar, libremente, sin menoscabo de su integridad física o de sus libertades, el rechazo a la misma. Si el grado de represión es muy alto, y con un sistema de ideas que lo apoya, la dictadura se tiñe de totalitaria.

La dictadura suele estar muy vinculada a un concepto muy personalista del poder, a la ambición de quien detenta el mismo. Se enaltece al dictador, jefe, líder o caudillo a través de la propaganda . Es un personaje que ejercería el poder con grandes sacrificios personales, un jefe que renuncia a los placeres de la vida privada por la patria o el país. Puede llegar a ser presentado como un estadista dispuesto a darlo todo por el pueblo, hasta la vida, y sin pedir nada a cambio, bueno, sí la obediencia al mismo, precisamente por esos sacrificios. Muchas dictaduras tienen, pues, un marcado carácter paternalista.

Las dictaduras suelen buscar la justificación de su existencia en la necesidad de la misma, apelando a una situación extraordinaria o terrible y que se soluciona con este ejercicio del poder. Es la legitimación de la dictadura y de su permanencia durante un tiempo, o de forma indefinida, al menos hasta la muerte del dictador. Se tiende, además, a que el sistema sobreviva a la muerte de su creador o impulsor.”

Estas citas, que definen a grandes rasgos una dictadura “genérica”, me servirán para delinear, en mi próximo post, nuestra frágil dictadura.


sábado, 6 de diciembre de 2008

Ojalá no haya fraude en ninguna elección

Esta madrugada, cuando tomaba mi primer dosis de información del día, me encontré con este blog salvadoreño, partidario del FMLN, creo yo, en el que se alertaba de la posibilidad de que en El Salvador se esté gestando un fraude electoral. Me pareció oportuno dejar un comentario solidario cuyas partes medulares transcribo aquí para ustedes.

Yo estoy viviendo ahora en la Nicaragua post fraude electoral (ojalá y le dieras seguimiento a este tema) y te cuento que no es nada agradable el aire que ahora se respira, no es algo que deseo para El Salvador, un país que me es tan querido, ni para ninguna sociedad en realidad. Por una larga historia mi país se ha vuelto muy pobre, la miseria te golpea en el rostro a cada paso, la gente tiene muy poco, casi nada y luego del fraude tienen aún menos, muchos no tienen ya nada. Su último bien, para muchos su más preciado bien, les ha sido arrebatado. Si antes de la elección sentían que aún les quedaba su voz, que tenían un poco de poder, que podían decidir sobre el rumbo que su país y su pueblito deben seguir, ahora que han visto lo que han hecho con su voto, que su voto no cuenta, sienten con razón que ya no tienen nada, que no pintan nada en el panorama, que no son tomados en cuenta, que otros deciden por ellos, que no existen. Hay un terrible sentimiento de frustración, de impotencia, de abandono y tristeza flotando en el aíre. Yo no sé y nadie sabe creo yo qué más va a pasar acá, en este paisito en el que tantas cosas han pasado. Es que nunca antes en la historia post-colonial estuvimos al mismo tiempo tan pobres, tan frustrados, tan impotentes, tan faltos de esperanzas como ahora. Ahora tenemos una combinación de cosas que pueden llegar a convertirse en una mezcla explosiva que nadie sabe cómo explotará, ni cuando, ni dónde, ni cuáles serán sus consecuencias.

Es triste, muy triste, vivir en este país después del fraude. Ya la gente ni siquiera está preocupada ni enojada por quién quede de alcalde en su pueblo. Eso ha dejado de ser importante, la gente está molesta y está brava porque le han robado su voto. Es el voto lo que le preocupa ahora a la gente, es que le hayan robado su instrumento de poder lo que tiene a la gente brava, muy brava. Si el fraude se impone y esto se convierte en la mecha que prenda el explosivo sera muy triste, muy lamentable. Si no pasa nada, si el fraude se impone y la gente pierde sin más su capacidad de decidir será también muy triste. Ahora estamos los nicas ocupados en desmontar el fraude, gastando energías que deberíamos estar utilizando en cosas más productivas, pero ni modo, hay que hacerlo porque si no estaremos más jodidos de lo que ya estamos.

Esto que aquí esta pasando, que estemos viajando hacia atrás en el tiempo, que estemos regresando hacia un pasado que parecía ya superado es terrible, doloroso. Por eso espero que no haya fraude en las elecciones de El Salvador, que la gente allá no tenga que pasar por lo que ahora estamos pasando, que se respete su voluntad y no tengan ustedes que pensar las cosas que ahora andamos pensando ni considerar las opciones que ahora andamos sopesando.

Así que mi recomendación a los blogueros salvadoreños es que estén vigilantes, que no dejen que le roben su decisión a la gente, que denuncien cualquier maniobra de cualquiera en cualquier bando, que traten de evitar que ocurra fraude y si con todo y todo ocurriera, habrá que denunciarlo por el bien de la sociedad toda.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

De turbas y culitos rosados (parte 3)


En la Nicaragua del S. XXI, que tiene ya más experiencia de la que tenía en los años setenta y ochenta del siglo pasado, cuando abrazó la revolución con esperanza, no es posible ya utilizar las mismas palabras que en aquellos tiempos se utilizaban para separar a los unos de los otros, para identificar a los “malos” y a los “ buenos”, a los tuyos y a los míos. Las palabras de entonces se han desgastado con el uso y el abuso, se han devaluado y ya no surten el efecto deseado, no cumplen su trabajo y por eso la imaginería orteguista busca nuevas palabras para ponerle nombres a las cosas y designar a los propios y a los ajenos. Los orteguistas se ven en problemas sin embargo, para encontrar las nuevas palabras, pues si en la revolución sandinista la intelectualidad creadora era ya escasa y la creatividad era fuertemente combatida, en el orteguismo ambas han desaparecido y la escasa imaginación de los paniaguados del régimen sólo es capaz de proveer palabras que rápidamente dejan al descubierto aquello que se quiere ocultar, sus oscuras intenciones. Desprovistos de ideología, carentes de un cuerpo teórico coherente para analizar la sociedad, para interpretar la realidad, los orteguistas producen balbuceos que dejan expuestas a la luz del día su pobreza intelectual. Así, han empezado a usar, quedando en el ridículo, las palabras “oligarquía” y “oligarcas” para referirse a quienes se les oponen, cuando cualquiera puede ver que estas palabras a quienes definen con claridad meridiana en este momento es a Daniel Ortega y su grupo oligarca. Ellos y no otros son quienes forman la nueva oligarquía.

En algún momento de este año se empezó a utilizar la frase “culitos rosados” para referirse a una parte de la oposición al gobierno. Creo que la frase fue acuñada a raíz de una protesta de un grupito de valientes jóvenes que fueron apaleados por una turba orteguista que les aventajaba en número, en peso, en años y en mañas. Al llamar a estos jóvenes ─y luego a la oposición en general─ “culitos rosados” se pretende dar a entender que se trata de gente de las clases altas, en las que la piel clara es más frecuente que en las clases bajas. Se pretende deslegitimar, descalificar a la oposición y hacer aparecer las cosas como un enfrentamiento de unos “pobres”, a cuya cabeza se encuentra Ortega mismo, contra unos “ricos” que son parte de una conjura dirigida por el “imperialismo yanqui”. Ahora no se trata de “ burgueses” enfrentados al “proletariado”, ahora se trata de “ blancos” contra “indios” y “negros”, de “ricos” contra “pobres”. De nuevo pues, como en los tiempos del viejo Tacho y en la época sandinista, se recurre a alimentar el odio, a enfrentar a una parte del pueblo contra otra, a unas clases contra otras.

En la marcha contra el fraude electoral, que las fuerzas de choque orteguistas impidieron a la oposición realizar el día 18 de noviembre, había mucha gente de piel blanca, gente que ahora podría calzar en la flexible, acomodaticia definición de “culito rosado”, pero cosa no muy rara, mucha de esta gente era la misma que en aquellos duros años de la década de los ochenta estuvo participando activamente, como dirigentes de todos los niveles y como soldados de a pie, en las tareas de la revolución. En aquel entonces, aún con sus pieles y ojos claros no eran considerados burgueses, pero hoy son metidos en el amplio saco de los “culitos rosados”, un saco en el que dicho sea de paso un día terminaremos casi todos, no importa si tenemos los culitos tan negros como el rabo de un mono congo. A fin de cuentas, en la locura orteguista el color de nuestro culito está dado por nuestra simpatía o antipatía hacia él y todo aquel que se le oponga verá como pronto su culito adquiere un cierto color rosa. Los que estén con él, sin importar el color de su piel pasan seguramente a pertenecer a la raza de los “culinegros”, la nueva nomenklatura.

Esto de poner nuevos nombres a las cosas, marcarlas para hacerlas identificables por su propia gente no es una práctica ociosa de la dictadura, obedece a su visión maniquea y es su manera de poner las cosas claras, se pinta de blanco todo lo mío, la gente inclusive y de negro todo lo que me adversa, incluida la gente. En la coloración y a la par de ella va viajando el mensaje, simple como un anillo: yo soy bueno, lo que me adversa es malo, demoníaco.

Ortega, al igual que Somoza García en su momento, necesita tener enemigos, alguien a quien poder echarle la culpa de todos los males, alguien hacia quien poder dirigir las frustraciones de un pueblo que se agita en la miseria, en la tristeza, en la desesperanza y que es nada más que el instrumento y la víctima de las ansias de poder de un individuo y en este caso, de su mujer también. En las sociedades primitivas, en las pandillas y maras, en los grupos de fanáticos de un club de fútbol, la cohesión del grupo es proporcionada sobre todo por la existencia de un enemigo que pone en peligro la existencia del grupo, que ataca a la esencia de ser del grupo mismo. Es este el expediente al que Ortega y su grupo recurren ahora, la creación de un enemigo, pensando que a fin de cuentas la nuestra es una sociedad atrasada, primitiva, que al igual que los “hooligans”, esos violentos fanáticos ingleses del fútbol, reaccionaremos como energúmenos frente a quienes el discurso oficial pretende presentarnos ahora como nuestros enemigos. Ortega tiene una razón más, profunda, existencial, para desear encontrar un enemigo: es incapaz de gobernar, la presidencia le queda demasiado grande y eso sólo podrá ocultarlo encontrando un enemigo a quien culpar de sus propios errores.

Demonizar a la oposición utilizando un discurso maniqueo, violento, confrontativo y radicalizador, que destruye cualquier puente para la comunicación, alimentar el odio de clases para hacer avanzar objetivos políticos no son pues tácticas exclusivas de la izquierda ni de la lucha política de los nuevos tiempos, Somoza García hacía uso de ellas ya desde sus primeros años y Ortega las utiliza ahora, aunque menos elegantemente porque no es tan inteligente y hábil como su maestro. Una cosa olvida Ortega y es que desde mediados del siglo pasado hasta ahora, mucha agua ha corrido ya debajo del puente. La sociedad tiene más experiencia, la población está más despierta y las burdas maniobras de este aprendiz de dictador quedan siempre en evidencia, sus intenciones quedan al descubierto. Un día no muy lejano este dictador también caerá.

martes, 2 de diciembre de 2008

De turbas y culitos rosados (parte 2)


[En la foto: Edgardo Cuarezma, jefe de las turbas orteguistas, heredero de Nicolasa Sevilla]

Las hordas de prostitutas, proxenetas y otros delincuentes que en la época de la dictadura somocista jefeaba Nicolasa Sevilla no tenían ningún escrúpulo en atacar a cualquier persona que se les mandara, sin importar sexo, edad o condición social de la víctima. Sin que nada les importara, sin frenos de ningún tipo, humillaban si había que humillar, golpeaban si había que golpear, acuchillaban y garroteaban si eso era lo que les parecía la acción adecuada en ese momento y sus acciones quedaban sin castigo y no eran nunca perseguidas por ninguna autoridad. Desde el discurso oficial se decía que se trataba del pueblo reaccionando enfurecido ante las acciones de sus enemigos y el pueblo tenía derecho a manifestarse.

Más que sólo aterrorizar a la oposición y la sociedad toda, el accionar de aquellos grupos producía a la vez otros resultados que favorecían a la dictadura y la fortalecían: se ganaba el favor de un buen sector de las clases populares que venían a formar un frente común con el dictador contra las capas medias y altas de la sociedad que no aceptaban a Somoza. Déjeme explicarme. La nuestra ha sido por siglos ─incluso en los años revolucionarios─ una sociedad dividida en clases en la que los que se encuentran en los estratos más altos se piensan diferentes, mejores, que aquellos ubicados en los estratos más bajos. Pero no nos enredemos, fuera de todo romanticismo la nuestra siempre ha sido una sociedad conformista y la dominación de las clases más altas hacia las más bajas fue considerado siempre un asunto legítimo, no sólo por las clases más altas sino también por los de abajo. Si los de arriba, los riquitos y blanquitos se han considerado siempre mejores, los de abajo también se creyeron el cuento por siglos. El discurso clasista de los que se encuentran en la parte más alta de la estratificación ha sido aceptado y asimilado por toda la sociedad. El clasismo es una lacra de la sociedad toda, que nos atrasa al impedirnos mirar las cosas desde la perspectiva de nación y actuar como nación. De esa división en clases de la sociedad se sirvió Somoza en su momento con fines políticos.

Las acciones violentas y el exacerbado discurso envalentonaban y alienaban a los estratos más bajos de la sociedad y los enfrentaban con las clases medias y altas que hacían oposición contra Somoza. El dictador era visto entonces por un sector de las clases bajas como el campeón de los pobres, que enfrentaba a poderosos enemigos que eran también los enemigos de los pobres. El discurso del dictador era populista y se presentaba a sí mismo y al partido liberal como el salvador de las clases menos favorecidas de la sociedad y presentaba a quienes le adversaban como enemigos del pueblo. Las acciones de la Nicolasa y sus turbas permitían a los estratos más bajos y a los grupos más violentos descargar su furia contra aquellos que el discurso que venía desde el poder les presentaba como sus enemigos de clase. El accionar de las violentas hordas nicolasianas galvanizó a un buen sector de las clases populares que formaron un bloque en contra de los que más tenían, o mejor dicho, una parte de aquellos que más tenían: los que no estaban con Somoza.

Aquel odio alimentado desde el poder y dirigido contra aquellos que se definían a sí mismos como oposición al régimen y contra aquellos que el régimen mismo identificaba como sus enemigos, estuvo siempre presente en todos los años de la dictadura, como una fogata encendida a la que sólo bastaba ponerle un poco más de leña para prender un gran fuego. La dictadura le echó constantemente leña al fuego, cada vez que creyó necesario hacerlo.

En los años ochenta del siglo pasado el odio de clase de los pobres hacia los más pudientes fue también alimentado desde el poder, como un elemento más para cohesionar a las masas alrededor del discurso y el proceso revolucionario. En esos años las categorías y conceptos de la economía política marxista fueron manejados con suma libertad y aplicados de modo mecánico a una sociedad en la que muchas de aquellas categorías y aquellos conceptos están tan fuera de lugar como un abrigo de piel bajo el ardiente sol del verano tropical. Marx nunca estudió y no entendió por tanto el funcionamiento de las sociedades latinoamericanas, y sus herederos intelectuales no pudieron nunca crear un cuerpo coherente de ideas basadas en las ideas de Marx, con el cual estudiar nuestras sociedades. En Nicaragua, una sociedad muy diferente de aquellas que Marx estudiara, las palabras “burguesía” y “proletariado” fueron echadas a rodar y aplicadas con profusión por todos, sin que la mayoría supiera su significado y entendiera las complejas relaciones que debajo de ellas subyacen. Sueltas por ahí a su libre albedrío, estas y otras categorías adquirieron connotaciones que las alejaron de sus significados originales y las convirtieron en amuletos mágicos, para decirlo de alguna manera. Al final el color claro de la piel o de los ojos fueron suficientes para definir a un “burgués”, no importaba si la persona dueña de aquella piel y aquellos ojos no tenía en aquel momento ni había tenido nunca ni en qué caer muerto, menos aún los medios de producción que la burguesía debe tener para poder ser tal cosa. Muchas veces resultaba que alguien de piel y ojos oscuros y pelo negro y ensortijado era señalado de ser un “burgués”, no por un asunto de la economía, sino por no estar de acuerdo con el discurso oficial. Las rígidas categorías económicas se flexibilizaban hasta más allá de sus límites y perdían su significado y todo contacto con la realidad. Se volvieron elementos del paisaje surrealista revolucionario y quedaron al desnudo en lo que eran: instrumentos de un discurso simplista que perseguía presentar a unos, “los burgueses”, como los malos y a otros, “el proletariado”, como los buenos, culpables los primeros de todos los males de los que los segundos eran víctimas inocentes. En el medio de ambos los revolucionarios se presentaban a sí mismos como los instrumentos de la justicia, que harían pagar a los victimarios por todo lo malo que habían hecho a los pobres. Que en Nicaragua, lo que pudiera llamarse burguesía fuese una cosa muy pequeñita y que el proletariado fuese nada más que un ínfimo porcentaje del total de la población económicamente activa, no era un obstáculo para el discurso revolucionario, que fluía como un río, arrastrándolo todo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

De turbas y culitos rosados (parte 1)

Por las cosas que han venido ocurriendo en este país en los últimos tiempos ─un enorme fraude electoral, por ejemplo, defendido en las calles por grupos de delincuentes que se llaman a sí mismos “el pueblo”─, bien podría creerse que Daniel Ortega está leyendo detenidamente la biografía de Anastasio Somoza García, el fundador de la dinastía que oprimió a Nicaragua por 43 años, y que está estudiando y poniendo en práctica los modos de proceder que aquel dictador utilizara en su tiempo para afianzarse en el poder y quedarse con él y en él por muchos años. Este interesante tema requeriría de un estudio profundo, pero como no tengo el tiempo para hacerlo y usted no me va a pagar para llevarlo a cabo, hoy me fijaré nada más que en una de las maneras de actuar de Daniel Ortega que parece extraída directamente del arsenal somocista para sojuzgar al pueblo: el empleo de hordas de criminales para aterrorizar a ciertos sectores de la población, paralizándolos de pánico para someterlos e imponerles sus dictados.

Sé que la investigadora Victoria González ha trabajado a profundidad sobre el feminismo, el movimiento feminista y las mujeres en la política nicaragüense y en especial sobre el tema que hoy me ocupará. Lamentablemente no tengo sus estudios a mano en este momento así que no me apoyaré en ellos para escribir el presente post. Si menciono aquí a esta investigadora es para animarle a usted a buscar y leer sus valiosos trabajos. Quizás más adelante tenga la oportunidad de reseñar alguno de sus escritos para ustedes.

Antes de empezar con mi post, déjeme poner aquí esta fotografía de esta venerable anciana que bien podría pasar por la abuelita de usted.


Pues bien, la anciana de la foto, de simpático aspecto que quizás hasta pueda inspirarle a usted ternura, es Nicolasa Sevilla, una mujer de ingrata recordación, que al frente de una horda de prostitutas, proxenetas y otros especímenes criminales impuso el terror en la población y especialmente entre la oposición real, imaginaria y potencial a los Somoza desde mediados de los años cuarenta hasta los primeros años de la década de los sesenta del siglo pasado. Su rol en el fortalecimiento del poder de la dictadura en diversos momentos, fue de vital importancia y así fue reconocido siempre por los tres Somoza, que jamás vacilaron en recurrir a esta desalmada prostituta y sus huestes en los críticos momentos en que el régimen creyera necesitarla para acallar las voces de la oposición, utilizando estas fuerzas que se presentaban a sí mismas como “el pueblo”, se hacían llamar “Frente Somocista Popular” y decían actuar de manera espontánea. Las “turbas nicolasianas”, como llegaron a ser conocidas, fueron utilizadas para reprimir a la población en aquellos frentes en que la abierta represión por parte de la Guardia Nacional (el ejército de Somoza que también ejercía funciones de policía) no era posible o habría resultado contraproducente. Esta manera de meter miedo era complementaria a otras muchas maneras que el régimen utilizaba para mantenerse por la fuerza en el poder.

Aquella mujer no se negó nunca a realizar ninguna acción que sus queridos Somoza le encomendaran y las fuerzas tenebrosas bajo su mando actuando en completa impunidad, obedecieron y ejecutaron siempre las variadas acciones tácticas que los Somoza consideraran en cada momento adecuadas a sus intereses. Estas acciones asumieron tantas formas como la malvada imaginación del dictador de turno pudiera concebir. En 1944, por ejemplo, grupos de pintarrajeadas prostitutas sacadas de los barrios bajos de la capital al mando de la Nicolasa golpearon, manosearon, escupieron, arrojaron suciedad y de mil modos vejaron y humillaron a las señoras y señoritas madres, esposas, hijas, hermanas y amigas de presos políticos, que vestidas de luto efectuaban entonces un desfile pacífico por las calles de Managua. Más tarde, a finales de los años cincuenta, luego del ajusticiamiento del tirano ejecutado por Rigoberto López, las huestes nicolasianas fueron elemento clave en el afianzamiento en el poder de los hijos del tirano cuando para descabezar a la oposición presente, futura, imaginaria y potencial, los hijos del dictador mataron por decenas y apresaron y torturaron a centenares de inocentes y encima, utilizando un aparato judicial obediente a sus mandatos, impusieron la idea de la existencia de una amplia conjura en la que hicieron formar parte a quienes ellos quisieron, condenándolos a prisión en juicios inverosímiles en los que las huestes nicolasianas se hacían presentes, apoderándose de los lugares destinados al público, gritando improperios contra los enjuiciados y a veces contra todo el mundo y manteniendo a raya a los familiares y simpatizantes de los reos. Años más tarde, Luis Somoza lanzaría a las calles a estas turbas a exigirle a él mismo mano dura con la oposición, para poder presentarse más bien ante el pueblo como un presidente civilizado, moderado y centrista.

En aquellas tres décadas sombrías, aquellas huestes criminales completaban en las calles la enorme tarea represiva que la Guardia Nacional llevaba a cabo. Las turbas nicolasianas cumplieron su papel de apoyo al régimen apaleando, denunciando, pero sobre todo, evitando que la población saliera a la calle a protestar los abusos del régimen. Las calles les pertenecían a ellos y sólo a ellos. Cualquier parecido con personajes y hechos actuales no son mera coincidencia.

Este post y el siguiente se han basado en gran parte en el ensayo biográfico “La Nicolasa: Her Life and Times” de David K. Seitz y Paul Dosh que puede usted bajar en formato doc haciendo click aquí (para formato html busque ud. en google)

jueves, 27 de noviembre de 2008

Por qué elevo mi voz


Quizás no le he contado yo a usted por qué escribo este blog, por qué elevo mi voz en contra de la dictadura de Daniel Ortega. Quizás se lo he contado en parte nada más, quizás no se lo he contado bien. Hoy quiero contarle a usted, a grandes rasgos, cuáles son las razones que me mueven, para que usted las sepa y no se imagine otra cosa. Me interesa que lo sepa de mi pluma, para que sabiéndolo me siga leyendo, o deje de leerme. Quiero que si no está de acuerdo con lo que digo discuta usted mis razones, que me contradiga, que me haga ver que estoy equivocado y usted sólo podrá contradecirme si sabe cómo pienso, por eso se lo digo. Pero en realidad lo que voy buscando es otra cosa, lo que busco es que esta pequeña gota de agua que es mi blog se junte con otras muchas gotas de agua y formen un torrente gigantesco que arrastre esta frágil dictadura que este hombrecito y su mujerzuela nos están instalando en el querido país de nuestros sueños.

Voy a contarle pues a usted de mis razones, pero esto no es algo que pueda ser tratado en un único post así que se lo iré contando de ahora en adelante, en posts desperdigados por aquí y por allá, pues no puedo hacerlo ahora de otra manera.

Si estoy contra la dictadura de Ortega no es únicamente porque soy demócrata y una dictadura me es en sí misma inaceptable, es también porque me preocupa profundamente el rumbo de destrucción por el que Ortega quiere llevar a nuestra sociedad y quiero evitar que se salga con la suya, por usted, por mí, por sus hijos y los míos. Como lo he dicho ya en más de una ocasión, al paso que vamos pronto no habrá país para nadie. Sí, yo sé que eso suena demasiado fuerte, demasiado alarmista, demasiado increíble, pero tengo que decírselo porque es hacia allá adonde el rumbo de mis pensamientos me lleva: si dejamos que la dictadura siga el destructivo derrotero que se ha marcado, un día va a acabar con todo, va a descomponer esta sociedad tan profundamente que la convertirá en una cosa indefinible, horrible, que ya no reconoceremos como este paisito que tanto hemos querido y que ahora mismo tenemos dificultad en reconocer. Si usted cree que eso no pasa ni pasará, que es imposible, que un país no deja de serlo para convertirse en otra cosa, despierte usted y mire a nuestro país en el espejo de Somalia, un país africano, lindo como el nuestro, con gente buena como la nuestra, que vivió un proceso igualmente auto-destructivo hasta que dejó de ser un estado y se convirtió en un territorio gobernado por bandas de hombres armados en el que cada banda controla un pedazo del territorio y mantiene bajo sus botas a la población de ese territorio, que sufre cada día los desmanes de los bandoleros. Así como vamos a nuestro país le ocurrirá lo mismo que a Somalia.

Fíjese usted que he dicho que me preocupa la sociedad y hasta ahora no he dicho que me preocupa la política, porque tengo la mirada puesta en una escala mayor, estoy mirando hacia el futuro, mirando al país, al entorno en que nos encontramos en este preciso y decisivo momento de la historia. En ese gran panorama de las cosas, la política de los “políticos” de hoy es una cosa muy pequeña, insignificante, casi invisible. Las miserias, los pleitecitos de nuestros animalitos políticos, por más que parezcan gran cosa sólo son eso: pequeñas miserias. Pero miseria y todo aunque no nos guste hay que ocuparse ahora de la política, como se ocupa uno de quitarse de encima una pequeña garrapata porque es muy molesta y no nos deja dormir y porque si la dejamos crecer, engordar y multiplicarse, al final nos enfermará y acabará con nosotros. Aunque no nos guste, si queremos alguna vez ser capaces de enderezar el rumbo de aniquilamiento que el país lleva, tenemos que ocuparnos de la política todos sin excepción, usted, yo, todos y todas, ahora mismo porque el tiempo apremia. Lo primero que debemos hacer es bajarnos esta dictadura y regresar a los más civilizados modos de entendernos y gobernarnos que habíamos empezado a utilizar.

Es que si queremos sobrevivir como país hoy no queda otro camino que librarse de esta dictadura. No sé si usted se ha fijado que desde que Ortega empezó su mandato, en lugar de marchar hacia adelante, como todo el mundo lo hace, hemos empezado a caminar hacia atrás, como el cangrejo. Vamos por el rumbo contrario al que llevan los países que quieren hacer avanzar a su gente, progresar. Todos nos irán dejando cada vez más atrás y sólo provocaremos más lástima de la que ya provocamos en el mundo. En los años ochenta Costa Rica nos sobrepasó y nos dejó muy atrás, porque nosotros estábamos empeñados en hacer la guerra en lugar de ocuparnos de hacer producir esa riquísima tierra en la que nos encontramos asentados por gracia de Dios. Nos sobrepasó Honduras, se nos fue mucho más lejos El Salvador, y hasta Belice, que es mucho más pequeño que nosotros, cuyo territorio no tiene las bendiciones del nuestro, tiene una economía más sólida que la nuestra. Todo el mundo en Centroamérica vive mejor que nosotros, su gente come y se viste, sus niños no se mueren de hambre ni sufren como los nuestros, ellos comen mientras nuestros niños se disputan la comida con los zopilotes en los basureros. Nosotros estamos en la cola del mundo, somos los últimos de América, al mismo nivel de Haití, tan miserables como ese país, un paisito tan pequeñito que alcanzaría varias veces en nuestro territorio, cuyos suelos no producen nada, que no tiene industria y que hace años se debate en el marasmo de la política.

Pero es que si vamos caminando hacia atrás, como el cangrejo, es porque no puede ser de otra manera, porque las fuerzas que se han apoderado del país y están tratando de llevarlo por donde ellos lo desean, son fuerzas sumamente negativas, fuerzas auto-destructivas que debemos derrotar. Estas fuerzas son lo peor de nosotros mismos, nuestros bajos instintos sueltos por ahí, como perros rabiosos.

Sin pretender ser exhaustivo voy a anotar para usted algunas características de Daniel Ortega y el grupito de gente que le sigue a pies juntillas, sin mascullar palabra, sin contradecirle jamás, obedientes como perros, ocupados únicamente en mamar la teta que cada cual ha tomado, sin preocuparse de los demás. Estas fuerzas que ahora se nos quieren imponer, son totalitarias, anti-democráticas, no tienen una ideología, buscan nada más que el poder por el poder, lo quieren para siempre y puesto que no tienen ningún escrúpulo, utilizarán cualquier método por vil y mezquino que éste sea para lograr sus objetivos de absoluta dominación.

[Este post se ha hecho ya demasiado largo así que en los posts que de ahora en adelante iré escribiendo, iré extendiéndome sobre cada una de esas características que he delineado para usted en este post y sobre otras de las que ya le iré hablando en su momento]

sábado, 22 de noviembre de 2008

Coyoles

Si algo refleja con precisión la forma de dominación que el dictador Anastasio Somoza ejercía sobre sus subordinados eran las palabras con la que éstos, en adoración, se referían a su jefe. Entre la sopa de palabras sobresalían “el jefe”, “el capachón”, “el perro macho”, “el hombre” y la que a mi juicio denota la más absoluta rendición, la entrega total, el súmmum del servilismo, la palabra con la que los jefes de la Guardia Nacional y los más abyectos de sus serviles le llamaban: “Coyoles”.

Esa palabrita, tomada del nombre de esa fruta redonda y del tamaño aproximado al de un huevo pequeño de gallina, producida por una palmera muy común en Nicaragua, se utiliza comúnmente para referirse a los testículos del hombre. “Tener coyoles” es ser valiente, aguerrido, empecinado, firme y cuando se ejecuta una acción de valentía o de reto se dice que la persona “se agarró los coyoles” o “se echó los coyoles a tuto”. Al referirse al jefe y llamarlo “Coyoles”, la cosa va mucho más allá, se trata de que aquel ha pasado a ser lo que en etología y especialmente en el estudio de los grandes primates se conoce como el “alpha-male” o “macho alfa”, el macho dominante del grupo, el único entre los machos de la manada que tiene la potestad de aparearse y preñar a las hembras del grupo. Es como si aquel macho fuese el único macho en el grupo, como si los otros fuesen machos disminuidos, como si sólo el jefe tuviera “coyoles”. Por supuesto, los primates sometidos hacen trampa y en los descuidos del jefe se aparean con las hembras de baja categoría ellos también, pero eso no es aquí lo importante, lo que importa es que los machos del grupo se someten ante el macho alfa hasta el más bajo punto, el punto en que renuncian a extender su propia descendencia y dejar que sea él, el macho dominante, quien se encargue de propagar sus genes. Los machos dominados aceptan el desaparecimiento de sí mismos, aceptan ser borrados del mapa genético para que sean los genes del macho dominante (“coyoles”) los que viajen en la descendencia del grupo.

Al llamar a su jefe “coyoles”, los somocistas estaban cortando, sacrificando, de modo figurado ante su jefe sus propios “coyoles”, convirtiéndose en eunucos para servir a su jefe. Al llamarle de este modo le demuestran que en su relación con él, ellos ya no se consideran a sí mismos hombres y que en cualquier momento y lugar el único macho con coyoles es él, el todopoderoso jefe. En la machista cultura nuestra, lo que muestra quién es en realidad un macho poderoso no es la cantidad de mujeres con las que se aparea, sino la cantidad de hombres que se le someten y la calidad, la profundidad, de este sometimiento. El escalón último del sometimiento es aceptar que tu jefe es “coyoles” y que en relación a él vos sos un eunuco.

Esta mañana, un allegado de Daniel Ortega le confirmó a uno de mis contactos que en su círculo más cercano y ya desde hace tiempo, los varones llaman a su jefe “Cojones”, la palabrita cubana que traducida al español nica significa, usted lo sabrá: “coyoles”. Dicen que “cojones” sonríe embelesado cuando escucha la palabreja. Hemos dado la vuelta entera y hemos vuelto al principio.

viernes, 21 de noviembre de 2008

La dictadura quiere más victorias


He empezado a escribir este post mientras escuchaba el discurso que Daniel Ortega dirigía a un numeroso grupo de sus partidarios y de empleados públicos traídos desde todo el país para celebrar en Managua la “victoria sandinista”, eso que usted y yo y casi todo el mundo sabe que ha sido el producto de un gigantesco fraude electoral. No es casual que su celebración la están haciendo en el mismo lugar en que las fuerzas de choque del orteguismo impidieron el martes una marcha de la oposición. En un derroche de machismo el dictador hace una demostración de que en este país se hace lo que él quiere y nada más, de que quién manda en este país es él y no otro. ¿Recuerdan ustedes que los somocistas llamaban a su jefe “coyoles”? He oído que en los círculos más cercanos al dictador, sus lamebotas empiezan a llamarle del mismo o parecido modo que los suyos llamaban a aquel.

Un poco más temprano había visto por la televisión, en vivo y directo, a Rosario Murillo dirigiendo un discurso simplista y descolorido a un público cautivo pero no cautivado por su monótona voz. Hablaba en un tono tal como si alguien la hubiera escogido a ella para algo, como si el poder fuese de ella.

Si yo no hubiese estado aquí todos estos días, viendo todas esas cosas que han estado ocurriendo en el país y que he venido contándoles a ustedes, quizás me hubiese tragado el cuento que los orteguistas contaron en este acto. Quizás hubiese creído que ese mundo que nos presentaron era el mundo real y no el mundo que se mueve en la cabeza de los dos líderes de esta revolución de miedo. Igual que hicieron con los votos, en sus discursos de esta noche le han dado la vuelta a los hechos y los presentan exactamente del modo contrario a aquel en que ocurrieron. En el imaginario orteguista lo blanco se hace negro y lo negro se hace blanco. El malvado se convierte en héroe y las buenas personas en malvadas. El accionar de la maquinaria de comunicación de la Murillo es tan simple y predecible que la gente sabe ya que cuando los medios orteguistas cuentan algo, basta con darle al cuento una vuelta de 180 grados para saber qué fue en realidad lo que ocurrió. Es como si escribieran de atrás para adelante y para entender lo que se escribe tuviera usted que leer las cosas que escriben poniéndolas frente a un espejo.

Pero no es eso lo más importante de lo dicho esta noche por los jefes del orteguismo. En su discurso, la dictadura bicéfala ha delineado con claridad su esquemática y maniqueísta visión del mundo y de la sociedad nicaragüense y ha dejado ver sus planes para los años que se nos vienen encima: más y más de lo mismo, más y más orteguismo. En los próximos años vendrán cada vez más victorias y en cada municipio, las políticas del gobierno orteguista se impulsarán con más fuerza al contar ahora con gobiernos locales del mismo color partidario. Los orteguistas vienen a copar todos los espacios de poder con su gente, con sus políticas, con su visión del mundo. Todo para el pueblo, nada para los burgueses incluidos usted y yo. Todo será orteguista o no será. Todo será de acuerdo a las maneras en que las dos cabezas del gobierno lo piensan o alucinan. Aquí no habrá ningún poder para nadie más que ellos y los suyos, “este poder es del pueblo”, repiten por lo bajo, “este poder es sandinista”. Vienen a apoderarse del país todo, a controlarlo todo, a reinar sobre todo usando cualquier medio. Ellos no son democráticos y la diversidad de opiniones les produce alergia. Son exclusivistas y las cosas serán todas de ellos y los suyos. Sus ideas y ninguna otra habrán de dominarlo todo.

Déjeme que le cuente un poco de cómo vendrán las cosas. Mi intención es alarmarle, por supuesto, quizás así reacciona usted, quizás así despierta usted y empieza a pensar cómo vamos a hacerle para frenarlos y revertir el proceso que ha empezado ya. Mire usted: aquí no habrá nada para nadie que no sean ellos y aquellos que se les sometan y acepten sus migajas. Sus programas de construcción de calles y de viviendas serán efectuados por sus propias empresas de la construcción. Las compras de medicinas para el sistema de salud serán hechas a empresas farmacéuticas de funcionarios del régimen. Los servicios para el estado se contratarán con empresas de servicio que ya se encargarán de montar los mismos funcionarios del gobierno que contratarán los mismos servicios. Las medicinas para los cerdos y las gallinas del programa hambre cero se las venderá a usted una empresa veterinaria que ellos montarán. Con el tiempo, las empresas que no sean de los allegados al régimen irán paulatinamente desapareciendo, víctimas de la competencia desleal de las nuevas empresas de miembros del partido que se beneficiarán del favor del régimen. Muchas empresas irán a la quiebra, muchas familias se empobrecerán. La economía al fin colapsará y de nuevo vendrá el racionamiento.

Como una mancha de aceite el orteguismo avanzará sobre cada espacio y cada rincón de la sociedad, poseyéndolo y contaminándolo todo. La poesía será simple, usará las figuras poéticas que gustan a la primera dama y será hecha usando un vocabulario muy reducido, para que hasta los más simples entre los simples puedan entenderla. La novela desaparecerá por elitista y complicada. La danza será popular. El trato de la gente de nuestro pueblo, confundida y envalentonada será vulgar y agresivo. El tono claro de la piel, del cabello y de los ojos será mal visto y tratado con hostilidad.

Sólo el pueblo salva al pueblo. El pueblo son ellos y lo que ellos entienden como pueblo. Cuando no pensemos como ellos, cuando no hagamos lo que ellos digan ya no seremos pueblo, seremos enemigos del pueblo.

Ya le seguiré contando, mientras tanto vaya y hable con las personas más viejas sobre los años del gobierno sandinista, de los que los orteguistas de ahora son los más nefastos representantes. Vaya y busque los periódicos viejos y verá como le cuentan lo que hoy estamos viviendo y lo que vendrá después.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Rebelión, o nos jodimos


El 19 de octubre en el post "Cracking the code" un bloguero amigo escribía, entre otras cosas, lo siguiente:

¨Estoy convencido que en las próximas elecciones habrá fraude y que el momento crítico para desmontar el pacto habrá de empezar el segundo después de anunciado el resultado electoral. Si aceptamos el fraudulento resultado de las elecciones sin protestar, por miedo a que nos garroteen los elementos paramilitares al servicio de Daniel Ortega, tendremos entonces dictadura para rato y en lugar de este temor que ahora nos invade, en los años siguientes estaremos aterrorizados, inmóviles, como el pajarito frente al ojo de la serpiente. Por capearnos hoy un garrotazo estaremos condenando a nuestra descendencia a una vida en el oscurantismo, en el terror."

No encuentro hoy mejores palabras para describir el crítico momento en el que estamos. En estas elecciones ocurrió lo que ocurre con el juego de la bolita, que con tanta frecuencia se mira en los mercados, en el que un tramposo se aprovecha de la ingenuidad de las personas humildes que andan haciendo sus compras y les roba su dinerito. En este juego, el tramposo esconde una pelotita debajo de una de tres tapas de refresco que va moviendo ante los ojos del incauto, quien apuesta con el tramposo a adivinar el lugar donde la puso. El humilde apostador siempre pierde, el tramposo siempre gana. Sólo el tramposo sabe cómo fue que hizo el robo y aunque el incauto sabe que le robaron no sabe exactamente cómo fue. Así ocurrió aquí, estas elecciones se las robaron Daniel Ortega y su pandilla, en la que se incluyen gente que se cobija bajo las siglas de diferentes grupos que se hacen llamar partidos políticos. Se las robaron de diferentes maneras, pero no fueron tan hábiles como los tramposos de la pelotita, en este caso se comieron la gallina pero no tuvieron tiempo de esconder las plumas, pensando que este pueblo sumiso les dejará salirse con la suya. Esta vez no los dejaremos salirse con la suya.

¿Qué haremos? Creo que tendríamos que ir paso a paso. Montealegre tendrá que presentar las actas electorales en las que se muestran los resultados obtenidos en las urnas. Si las actas, que son la evidencia dura no coinciden con los resultados que el Consejo Supremo Electoral presentará esta mañana, habrá que desconocer las elecciones. Después veremos.

¿Qué no haremos? No iremos a las calles a dejarnos garrotear por los elementos paramilitares de Ortega que se han tomado las calles para amedrentar a la gente buena, que es, se lo aseguro a usted, la mayoría.

Hoy hay que mantener la cabeza fría aunque la sangre nos arda en las venas. Ya le seguiré contando de cómo se va mostrando el día. No podemos dejar que el reino del terror se imponga sobre nosotros y no lo dejaremos. Nosotros somos más que los tramposos, somos más inteligentes, más civilizados, nuestros valores son mejores que los de ellos, no es posible que nos ganen, no esta vez, no otra vez. Buen día.


domingo, 9 de noviembre de 2008

Clavos por todas partes

Juntas que se cierran antes de tiempo dejando fuera a votantes, pleitos, bochinches, desorden, enfrentamientos, mil problemas, pero también es cierto que las juntas receptoras de votos donde no ha habido grandes problemas son la gran mayoría. La gran mayoría de la población ha votado sin problemas. Decir en este momento que ha habido fraude o que los problemas que se han producido han tenido un gran efecto sobre el resultado de las elecciones es aún prematuro. Quizás sí, quizás no, será mejor esperar lo que organismos como Etica y Transparencia -que aunque no ha sido admitida como observadora de todos modos ha observado-, emitan su calificada opinión. Habrá que contar los votos esta noche, habrá que seguir los conteos, habrá que informarse. Es aún temprano para emitir una opinión seria sobre las elecciones. Escribo cuando faltan diez minutos para que sean las seis de la tarde, hora en que se ha programado el cierre de las juntas receptoras de votos, faltan muchas horas, falta mucha información, mucho cálculo para poder decir qué ha ocurrido. No hay que apresurarse, hay que esperar un poco. Aunque las cosas que vemos por la televisión puedan parecernos impresionantes, hay que poner las cosas en su verdadera dimensión. Calma, paciencia, cuando haya que gritar gritaremos, si gritamos ahora, si golpeamos desde este momento la mesa no estamos siendo serios.

Dedo poderoso, dedo altivo


El día de hoy en Nicaragua, cada vez que se encuentre usted con alguien conocido y a veces hasta con gente que nunca antes ha visto, le mostrarán el dedo y hasta le sonreirán. Hoy, en un acto que no será obsceno ni agresivo (bueno, no siempre) le mostrarán a usted el dedo pulgar o dedo gordo, el dedo orgulloso, dedo bandido, el día de hoy manchado con un color oscuro, señal de que el orgulloso dueño o dueña de ese dedo ha hecho uso de su derecho ciudadano de votar y ha cumplido con su deber de dejar oir su voz en las elecciones municipales. La tinta, que no es tinta sino un reactivo, una sustancia que provoca que la piel se ponga oscura, dejará una marca que se quedará en el dedo por varios días. La práctica de marcar el dedo de cada votante para asegurarse que cada persona emita nada más que un voto, ha desaparecido o no existió nunca en naciones civilizadas y sólo sobrevive en naciones como la nuestra en la que varios de los grupos -no me atrevo a llamarlos partidos- que se disputan el poder no tendrían mucho reparo en hacer votar a sus miembros todas las veces que fueran necesarias para alzarse con el poder, que es a fin de cuentas lo único que a la mayoría de estos candidatos le interesa: el poder por el poder nada más.

Como sea, muestre usted también el día de hoy su dedo marcado, hoy hay que votar, ya mañana veremos.

Hoy los ciudadanos de este país de sueño, usualmente desprovistos de todo poder se sienten más poderosos que nunca y con razón: hoy pueden tomar grandes decisiones que marcarán sus vidas en los años que vienen. Ahora habrá que ver si los jefes de las dos pandillas en que el FSLN y el PLC se han convertido se atreverán a robarle la voluntad a la gente y veremos si la gente aceptará que le roben su elección.

Hoy le mostraré mi dedo a todo el mundo, señalando contento y orgulloso hacia arriba, señal que estoy pensando positivamente y que he dado mi voto por la democracia, mañana, si sé que se han robado la elección, mi dedo furioso señalará hacia abajo, indicando el destino del aprendiz de dictador y su gordo comparsa. Ojalá que mañana no sea mi dedo el único dedo que señale hacia abajo y que una multitud inmensa de dedos oscurecidos le muestre a los malvados su destino: abajo la dictadura.

Domingo de elecciones ¿lunes de rebelión?

Todos pues a las urnas hoy domingo, a mostrarle los dientes al dictador de opereta y a su damisela de la triste figura. Vamos a decirles lo que queremos decirles, a demostrarles quién es en este país el dueño real del poder: usted y yo y no ellos. Vamos luego a contar los votos para saber qué fue lo que que hemos mandado y demandado este domingo. Vamos a estar ojo al Cristo, atentos a cualquier movimiento raro, a cualquier intento de escamotearle la voluntad al pueblo expresada en las urnas. Con el oído atento iremos escuchando los avances de los resultados de la elección y si nos damos cuenta de que nos han robado, si Ortega y Alemán, los socios pandilleros, nos dicen que las cosas no son como pensamos, sabiendo nosotros que tenemos razón, el lunes tempranito saldremos a la calle, usted, yo, mi marido, su vecina y su novio y todo el barrio y nos iremos juntando, caminando, a buscar a los ladrones en su propia guarida y a exigir que se cumpla lo que hemos mandado. Será día de lucha porque seguramente nos enviarán sus perros a atacarnos, intentarán hacernos desistir, nos amenazarán, quizás nos golpearán, pero nosotros estaremos firmes, sin echar pie atrás, parados como las mulas. Exigiremos y no nos moveremos y será mejor que el aspirante a dictador recule y nos dé lo que nos pertenece o nos lo llevaremos por delante. Así es como veo yo las cosas en los próximos dos días, ojalá no ocurran así, ojalá no haya fraude, pero si lo hubiere, habrá que estar listos para defender con uñas y dientes la voluntad popular. Ojo billar, la pelota está en movimiento.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Nosotros somos más

Cuentan que una vez, Sandino el general, para engañar a los yanquis desfiló con sus tropas una noche por un lugar donde la soldadesca yanqui podía oírlos pasar. Toda aquella noche oscura se oyeron los pasos de los soldados, el andar de las bestias y los ruidos de las carretas y los yanquis atemorizados no se atrevieron a hacer ningún ruido que delatara su presencia ante lo que imaginaban sería una tropa muy numerosa. Pero Sandino lo que pretendía era amedrentar al enemigo, asustarlo, inmovilizarlo, darle un golpe psicológico y aquella tropa que los yanquis creyeron enorme era nada más que un pequeño grupo de soldados de a pie y de a caballo y unas cuantas carretas dando vueltas en círculo toda la santa noche y hasta el amanecer, incansables, engañando al odiado enemigo invasor.

Así, los mafiosos de ahora que se robaron el nombre y hasta las pertenencias del General Sandino y nada tienen que ver con éste, utilizan esa táctica del hábil guerrero para meterle miedo a la gente de buena voluntad. Esas turbas que ahora utilizan, esos grupos de delincuentes que reparten odio y garrotazos en nombre del amor, no son más numerosos que nosotros, no son muchos y si usted presta atención se dará cuenta que son siempre los mismos, pasando frente a nosotros una y otra vez, dando vueltas en círculo.

No, los malvados no son muchos, son sólo un grupito, la gente de buena voluntad somos más que ellos y ellos lo saben bien, por eso quieren aterrorizarnos, paralizarnos, reducirnos, someternos con su violento proceder para poder reinar entre nosotros. Si usted ha visto alguna vez una manada de ovejas entenderá lo que le digo. Un numeroso grupo de ovejas es pastoreada por un sólo hombre y uno, dos, o tres perros. Cada vez que una oveja traspasa el límite que el pastor le ha impuesto, éste sin moverse de su sitio, sólo con su silbido, envía hacia allá a uno de sus perros, que a punta de ladridos y si es necesario dándole mordiscos, obliga a la infractora a regresar al grupo. Daniel Ortega no tiene aún ─pero desea tenerla y la tendrá si se lo permitimos─ una policía que le obedezca como los perros pastores obedecen al amo, por eso utiliza en su lugar esos grupos que vemos y otros que no vemos para asustarnos, para someternos, para mantenernos dentro del redil. Pero usted y yo no somos ovejas y los perros de Ortega, por más que sean rabiosos y muerdan a veces ferozmente, no son muchos. Lo malo es que nosotros con frecuencia nos comportamos como las ovejas, nos atemorizamos, admitimos que nos traten como seres sin cerebro, dejamos que nos metan en miedo y ante la amenaza regresamos rápidamente al lugar que se nos indica, por temor al mordisco.

No, yo no le digo a usted que agarre un garrote y enfrente al perro, usted es una persona inteligente y enfrentar al perro no debería ser necesario. No hay necesidad de hacerlo y además, de ese modo nos bajaríamos al nivel del perro entrando precisamente en el juego del amo del perro. Usted deje nada más de obedecerle, muéstrele que no le teme, muévase hacia un lugar donde el perro no logre alcanzarle, piense, rebélese, júntese con otras personas de buena voluntad que tampoco quieren ser ovejas y ya va a ver usted como se cae el embrujo, como los perros al final dejarán de ladrarnos y mordernos, porque como le digo, nosotros somos más y no hay tanto perro como para podernos dominar a todos. Eso es mi certeza y mi esperanza, ojalá y sean las de usted también.

Ni perros ni ovejas, personas nada más, no permita usted que le roben su humanidad porque entonces la cosa se va a poner muy fea para usted, para mí, sus hijos y sus nietos. La oscuridad caerá sobre nosotros y ya hemos visto cuánta sangre, cuanto llanto, cuesta salir de ella.

Entonces, ¿qué va usted a hacer?

Como le decía en el post anterior, las alcaldías ya están distribuidas, del mismo modo que Somoza y Agüero se las repartían en aquellos tiempos. Eso está más claro que el ojo del piche y si usted no lo ve y mucha gente no lo ve, es por la enorme cortina de humo que el pacto ha puesto frente a los ojos de la gente. Ortega y su socio minoritario Alemán se han repartido de antemano las alcaldías, sin importarles lo que el pueblo vaya a votar en las urnas. A ninguno de los dos le conviene que Montealegre quede como alcalde de Managua pues eso rompería el balance de poder que los dos disfrutan. No importa lo que digan las amañadas encuestas, si usted vive en Managua mire a su alrededor, pele la oreja y escuche y se dará cuenta que la gente votará mayoritariamente por Montealegre. Entonces, le hago de nuevo la pregunta, de otro modo para que sea más clara, dígame ¿qué va a hacer usted la mañanita del día 10 de noviembre, cuando los medios de comunicación amanezcan anunciando la victoria de Alexis Argüello en las elecciones en Managua? ¿aceptará que le den de nuevo atol con el dedo? ¿se dejará arrastrar por la maquinaria publicitaria que trabajará intensamente para convencerle a usted que eso fue lo que decretó el voto popular? ¿se sentará decepcionado(a) a lamentarse y reafirmarse que este pueblo es irredento? ¿se dejará robar así a lo descarado?

Usted aprendió a sumar y restar, sume cuantos votos sacaron los liberales y los que iban con Eduardo en Managua en las últimas elecciones presidenciales y digame ¿usted de veras cree que esa gente que votó por el candidato liberal y por Eduardo se voltearon ahora y votaron por los sandinistas que ya nadie quiere? ¿usted cree que de veras hubo tantos votos nulos, tantos votos en blanco? ¿usted les va a creer que la gente prefiere al candidato de Ortega?

¿Usted se va a quedar ahí tranquilito en su casa el día después de las elecciones aceptando que la dictadura de un paso enorme hacia adelante pasando por encima de usted y de los suyos?

Ahora déjeme decirle que es lo que yo haré. Yo voy a salir a la calle y voy a irme a la plaza, solo o a lo mejor acompañado por usted, y me voy a poner a gritar y a exigir que las elecciones se vuelvan a hacer, esta vez supervisadas por observadores internacionales, como aquella vez en 1990 y no me voy a mover de esa plaza hasta conseguir ese objetivo o hasta que me saquen, del modo que sea, si es que pueden.

Es que fíjese usted que si ahora se deja meter este gol no habrá ya nada que pueda detener a esta dictadura. Esta es la última oportunidad que tendremos de detener a Ortega y desmontar el diabólico pacto por las buenas, sin tener que hacer de nuevo enormes sacrificios humanos, sin derramar la sangre de los jovenes. Si ahora dejamos que Ortega nos pase por encima, apeárnoslo después será muy pero muy difícil. Usted eligió a Ortega para presidente, no lo deje que se convierta en dictador, llamelo al orden y si no hace caso pues habrá que bajárselo de la presidencia. ¿Usted cree que eso no es posible? Levante la cabeza y mire un poco hacia atrás y acuérdese como fue que nos echamos al pico a Somoza. Este dictadorzuelo es más débil que aquel y yo le garantizo que no aguanta un sacudión.

Puede ser que esté yo equivocado y ojalá me equivoque completamente, ojalá no se produzca un fraude masivo. Habrá que estar ojo al Cristo, muy atentos para denunciar el fraude, pero por una cuestión de honor habrá que decir que no lo hubo si pensamos que no lo hubo.

[Nota del invisible: este post ha sido extraído de otro blog que anda por ahí y ha sido editado y publicado con permiso de su autor]

viernes, 7 de noviembre de 2008

Usted, ¿qué va a hacer?

No importa quién vote, lo que importa es quién cuenta los votos, decía Stalin el pavoroso dictador soviético del pasado siglo y repite ahora Daniel Ortega, empeñado como está en convertirse en dictador en Nicaragua, el pequeño sufrido país. Para este patético personaje no importa quien vote o por quién se vote, pues la maquinaria que cuenta los votos le pertenece y está a su servicio y los resultados de las elecciones municipales que se avecinan, serán los resultados que él indique, de común acuerdo claro está, con su socio en el crimen Arnoldo Alemán.

Si usted piensa que Eduardo Montealegre será alcalde de Managua y se convertirá de ese modo en una piedra en el zapato del dictador y su socio, déjeme decirle una cosa: los números que el Consejo S. Electoral presentará dirán que la elección la ganó Alexis Argüello, el risible candidato de Ortega.

Managua y León serán seguramente alcaldías que los sandinistas "ganarán", junto con otras de importancia, aunque usted y yo sepamos que en León nadie votará por ese candidato delincuente y en Managua serán pocos los que votarán por el pobre cándido candidato. Otras alcaldías serán "ganadas" por los liberales de Alemán porque así se ha hecho la repartición. Las elecciones serán seguramente fraudulentas y sus resultados no serán los que el pueblo ha conseguido con su voto sino aquellos que los los mafiosos han pactado de antemano.

La mente de Ortega carece de toda sofisticación, es simple, bayunca, chambona y el robo de las elecciones no se hará utilizando alta tecnología como algunos podrían pensar, sino las mismas rudimentarias maneras que utilizaban los ídolos de Ortega y de Alemán, los Somoza. Las elecciones se robarán en las urnas y los fiscales electorales quizás ni siquiera podrán mirar o entender cómo fue que ocurrió.

Por eso es importante votar por Montealegre en Managua, porque de esa manera el fraude será más evidente. Olvídese de votar en blanco, de votar nulo, vaya y vote y no escuche a los sandinistas disfrazados de ovejas diciendo que no hay que votar o votar nulo. El voto nulo y la abstención serán los instrumentos que Ortega y Alemán probablemente utilizarán para legitimar su acción inícua.

(Este post lo he sacado de otro blog y copiado aquí con permiso del autor)

Con todos los cables pelados

Debo estar loco. Después de vivir nueve años en un país fantástico he viajado diez mil kilómetros y he regresado a este pequeño país de ensueño porque no soportaba observar desde lo lejos, impotente, que la peor calaña de nuestra sociedad, gente del pasado, traficantes de la muerte y la tristeza, se ha venido adueñando del poder y quiere y exige y busca aún más poder, excluyendo a toda persona que no escuche y obedezca los dictados de la vampiresca pareja presidencial. Después de tantos años de estar fuera, de ver y vivir las maneras en que la gente de otras latitudes se organiza y vive sus vidas, de haber llegado a entender que otro mundo es posible y que no estamos condenados a vivir siempre agachados, mirando siempre hacia el suelo como los cerdos, me da ahora mucha pena ver la manera en que vive nuestra gente. No es que no supiera que las cosas son así como son, no es que esté alejado de esta realidad, es que no quiero acostumbrarme a ella, no quiero aceptarla y como mucha otra gente de buena voluntad yo también quiero cambiarla para bien, de una vez por todas. A eso he venido.

Es terrible ver como la gente en este país nuestro acepta sin rebelarse que la traten como mierda. Es doloroso ver que un pueblo que una vez, una única vez fuera orgulloso y altivo baja la frente y dobla el cuello ante un tirano de opereta y su flaca y arrugada puta.

[No se sorprenda ni se ofenda por el lenguaje que ahora utilizo en este post. Usted, que acepta sin chistar que le traten como si no tuviera usted ningún valor, como si no fuera usted una persona, no se ruborice ahora leyendo mis palabras, mejor siga leyéndome y quizás al final del camino estaremos de acuerdo]

Si alguna vez la tuvimos, hemos perdido la autoestima como pueblo y hasta como individuos, por eso es que estamos ahora paralizados, considerándonos tan pequeña cosa que pensamos que no somos capaces de cambiar la terrible realidad que estamos viviendo. Somos ahora como aquellas pobres mujeres que son obligadas por los tratantes de blancas a prostituirse y son sometidas a los más inhumanos vejámenes para romper sus espíritus de tal modo que lleguen a aceptar su miserable, lastimosa, inhumana condición.

Quieren los malvados de este país convertirnos en piltrafas, deshumanizarnos para poder entonces someternos a su antojo. Me da la impresión que lo están logrando y que van a lograrlo si no nos rebelamos pronto, si no nos paramos como las mulas y dejamos de aceptar su dominación.

Yo me voy a parar como las mulas, yo no aceptaré que me traten como mierda, ¿usted qué hará?

lunes, 27 de octubre de 2008

Empezando yo a andar

Yo no le voy a decir quién es la persona que esto escribe, no le voy a decir cómo me llamo y dónde vivo, o si soy varón o soy mujer. Voy a esconder mi rostro, mi nombre y dirección porque hoy me hago el voto de ir a luchar contra el despropósito que Daniel Ortega tiene de convertirse en dictador en Nicaragua. Mire usted, yo no tengo nada contra Daniel presidente, porque el pueblo, incluyéndolo a usted que no votó por él, lo escogió para ese cargo. Pero no puedo aceptarlo como dictador, ni a él ni a nadie. En los meses que vienen pienso convertirme en peligroso para el régimen de Ortega y como estoy convencido que toda persona que el régimen considere peligrosa terminará en algún momento con sus huesos en la cárcel o en el cementerio, esconderé mi rostro para protegerme y proteger a los míos. Si me va bien, un día le contaré cómo me llamo, aunque eso no importa pues no soy importante y nunca lo seré.

¿Sabe usted? Para serle sincero no tengo ni la menor idea de qué cosas haré y con quién me juntaré en esta un tanto quijotesca tarea, pero por el camino se acomodan las cargas dicen y ya se acomodarán. Dicen también que una larga caminata empieza dando un primer paso y eso estoy haciendo ahora, empezando a andar. Puede ser que fracase en este intento y que no pueda llegar muy lejos ni evitar que se imponga la dictadura, pero al menos lo habré intentado. Ojalá me encuentre con usted por ahí en este caminito.