jueves, 21 de febrero de 2019

Que dialogue tu madre




Hasta hace unos pocos meses pensaba que para encontrar solución a la crisis en Nicaragua debía dialogarse con Ortega. Es que la otra alternativa, sacar al dictador del poder por la fuerza iba a costar más sangre, más dolor, más luto, más destrucción. Pensé que había que dialogar, aún sabiendo que Ortega no tiene en realidad ningún pito que tocar en ningún diálogo. Su gobierno es ilegítimo y después de tantos muertos, heridos, secuestrados, desaparecidos, exiliados, después de tantas vidas destruidas Ortega se ha descalificado como interlocutor de cualquier diálogo en Nicaragua. Pensé que si podía encontrarse una salida satisfactoria a la crisis bien valía la pena hablar con él, pero es claro que Ortega ha perdido todo contacto con la realidad y no quiere dialogar, quiere imponerse por la fuerza, quiere aparentar que dialoga mientras pacta con quien sea que le sirva para seguir en el poder, aún cuando éste sea compartido y aun cuando eso signifique dejar el gobierno en algún momento, más adelante. Por eso va a buscar un ‘diálogo’ con gente que sea amable con él, con gente simpática a los ojos de los yanques y propuestos por éstos seguramente. Mientras tanto, sus sicarios siguen matando, mutilando y secuestrando en las calles y entrando a las celdas de los presos políticos a golpearlos salvaje y cobardemente con saña asesina. Ortega no quiere diálogo, quiere pacto, uno como el que hizo con Alemán, o como el que hizo hace una década con esos mafiosos que se hacen llamar empresarios, que se le entregaron en sus brazos por un puñado de dólares, como putas baratas. No va a hablar con nadie que sea un peligro para él. Vive en un mundo de fantasía en el que él es el héroe, la tajona, la ley, y así, se siente fuerte y no hablará ni con la Alianza Cívica ni con la UNAB. Buscará hablar, otra vez, con los ‘empresarios’: ojalá que estos por una vez en la vida le dijeran que no hay nada que dialogar y no le den más oxígeno al moribundo.
Hay que denunciar con fuerza y repudiar cualquier cosa que no sea la continuación del diálogo que empezó allá en los días más calientes de esta revolución cívica, un diálogo en el que la UNAB es el interlocutor y que debe empezar con la liberación inmediata e incondicional de todos los detenidos, el regreso de los exiliados, el desarme de los paramilitares y la recuperación de todas las libertades individuales. Si no es eso lo que en este momento viene, si es otra cosa, habrá que decirle a Ortega que se meta su ‘diálogo’ por el culo y habrá que reanudar la lucha cívica y no parar hasta que el dictador se vaya.
Claro que debe haber diálogo en Nicaragua. Pero debe ser un diálogo sin presos, sin represión, en total libertad, y eso significa sin Ortega y sin los cómplices de éste. Un diálogo entre nosotros, cuando se hayan ido Ortega y su esperpento. Guaidó ha mostrado cuál es el camino, un camino que no es nada fácil. Habrá que seguir su ejemplo: ya estuviera la UNAB nombrando una junta de notables que encabece un gobierno de transición. Ya estuviera poniéndose al frente, exponiendo el pecho.
Ortega, estúpidamente, se ha cerrado todas las salidas. Ya no hay nada que negociar con él. Debe irse ya: sin condiciones, sin negociación, sin pacto. Si este pueblo se planta como las mulas ni San Cosep detendrá la caída de la dictadura.

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