Usted no me está parando bola. Yo aquí tratando de llamar su
atención, tratando de preocuparle así como estoy yo de preocupado y
usted viendo hacia otro lado o mirándome como loco. Y no es que me
moleste que me miren como loco, en realidad ya me acostumbré, pero
esta vez quiero que me tome usted en serio y me lea hasta el final y
ojalá y consiga yo preocuparle, aunque solo sea un poco, pues esto
de lo que quiero hablarle me parece de una seriedad terrible.
Le
voy a hablar del comportamiento de la dictadura frente al
Coronavirus. Hoy estuve escuchando comentarios por la radio y leyendo
opiniones por aquí y por allá de diferentes segmentos de la
población y percibo que la idea general que tiene la gente es que
frente a la amenaza del Coronavirus el gobierno es irracional, que la
chamuca y el dictador están locos y que son unos irresponsables.
Creo que hay gente que piensa que Ortega y la Murillo no son
conscientes de lo que hacen, que están encerrados en una burbuja
allá en El Carmen y no son capaces de entender lo que está
ocurriendo en el mundo y lo peligroso que es el virus, sobre todo
para un país como el nuestro que no tiene manera de enfrentarlo, con
una población que en un buen número y por diferentes razones está
en enorme riesgo.
Déjeme
decirle que en mi opinión en el universo chamuco nada ocurre por
casualidad, todo tiene un propósito y un objetivo, cada acción o
inacción es un movimiento de piezas en el desquiciado ajedrez de la
dictadura. Esta actuación frente al Coronavirus no es casual, es
dirigida, es racional. Es racionalidad chamuco-ortegana pero
racionalidad al fin.
En
las sanas mentes de usted y de mí (la suya seguramente más sana que
la mía) eso de exponer a la gente al contagio del virus de ese modo
escandaloso parece definitivamente una locura, un acto irracional,
pero no, no lo es, no se engañe usted: es un acto consciente del
dictador y su consorte, una actuación muy bien pensada. Esos niños
y los adultos que fueron enviados a recibir a los turistas que
llegaron el fin de semana en el crucero MS Amadea fueron enviados ahí
con la intención de que se contagien con el virus. Las
concentraciones ya realizadas y las planeadas tienen la intención de
que las personas se contagien del virus las unas a las otras. Seamos
claros: en Nicaragua no hay maneras de evitar la muerte de los
contagiados que se encuentran en las categorías de mayor riesgo, los
ancianos y las personas con su inmunidad disminuida. No hay medicina,
no hay equipos, no hay conocimientos, ni se están adquiriendo estas
cosas por ninguna parte.
Hay
que procurar entender la racionalidad chamuco-ortegana y para eso hay
que estudiar detenidamente las dictaduras de los Somoza, del padre y
los dos hijos. Observando las cosas que Daniel Ortega hace, las cosas
que dice, parece como si debajo de su almohada guardara celosamente
una biografía de Anastasio Somoza García y la leyera cada noche.
Somoza García parece ser el mentor de Ortega, su ídolo. Pero Ortega
no se queda ahí y también presta atención a los modos de actuar de
los Somoza Debayle que heredaron la dictadura de su padre y le
imprimieron su propio sesgo. Ortega copia a los Somoza y se refocila
pensando que los supera ya.
Otro
día le hablaré de esto con más detalle, por hoy déjeme decirle
que en este momento Ortega parece estar siguiendo el ejemplo del
último de los Somoza en su comportamiento frente a la enorme
tragedia que significó el terremoto de Managua en 1972. El terremoto le sirvió a Somoza Debayle para fortalecer su
dictadura y para hacerse más rico de lo que ya era, entre otras
formas lucrándose de la ayuda internacional recibida. Aunque había
un triunvirato, que era un gobierno de mentira, Somoza Debayle creó
un Comite Nacional de Emergencia al que dio poderes especiales y que
él mismo presidió. Ese comité tuvo en realidad el poder real.
Le
voy a decir lo que creo que pretenden hacer Ortega y la Murillo. Como
no tengo miedo al ridículo se lo voy a decir claro y pelado: quieren
que haya una tragedia enorme en el país, que haya caos, que muera
mucha gente y muchos otros se enfermen para entonces, bajo la
justificación del caos y la tragedia imponer un estado de emergencia
que utilizarán para dos cosas: para hacerse más ricos y para
afianzar su poder. Anoche no dormí pensando en estas cosas y
tratando de entender el razonamiento criminal de los Ortega Murillo.
Hice una lista (que no publicaré) de las cosas que harán a la
sombra de un estado de excepción en el que su asamblea les dotará
de poderes extraordinarios y omnímodos, un poder sin límites. El
horror que se vivió a partir de abril del 2018 será solo una sombra
del terror que impondrán entonces bajo la excusa de la seguridad
nacional y la lucha contra el virus.
Hay
gente por ahí, algunos quizás con buena intención, que piden casi
a gritos que se imponga un estado de emergencia para enfrentar la
pandemia, ellos no tienen idea de lo que están hablando. Con o sin
estado de emergencia la dictadura no tiene maneras de enfrentar el
virus, ni tiene voluntad de hacerlo. Con estado de emergencia lo
único que procurará la dictadura será silenciar de una vez y para
siempre a la oposición. Estado de Sitio, Ley Marcial, toque de
queda, son cosas que los mayores conocimos muy bien, esas son las
cosas que se vendrán encima del pueblo nicaragüense. Bajo su
sombra, Ortega procurará eliminar los obstáculos a su poder. Como
Somoza García, su mentor, el dictador solo conoce tres instrumentos
para mantenerse en el poder: plata, palo y plomo y en esta etapa de
la dictadura la plata y el palo no bastan ya, ahora subirá la dosis
de plomo hasta ahogarnos en el humo de la pólvora.
Me
gustaría estar equivocado, pero ¿y si no lo estoy?
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