sábado, 4 de mayo de 2019

Aquello que no vemos


Que solo podemos ver aquello que conocemos dijo el sabio alemán Johann Wolfgang von Goethe. La primera vez que la escuché, de boca de un médico amigo mío ya fallecido, aquella frase me sacudió por su enorme significación: es posible que alrededor nuestro estén ahora mismo ocurriendo cosas que no podemos ver porque no las conocemos. Están quizás ahí frente a nuestros ignorantes ojos talvez haciéndonos muecas, pero como nunca las conocimos no somos capaces de verlas.

Siempre odié esa frase de “vamos ganando” que alguien decía con frecuencia y hasta alegremente el año pasado pues lo que entonces tenía lugar no era una competencia, no era un partido de futbol o algo parecido, sino un pueblo que luchaba por su libertad a costa de la vida de muchos de sus mejores hijos, cayendo asesinados cada día. Temía yo entonces que el pueblo creyera que la victoria sería fácilmente reconocible, que pensara que la lucha terminaría con el tirano huyendo apresuradamente como lo hiciera Somoza, y no fuesemos capaces de reconocer la victoria si ésta se presentaba de otra forma. Creo que fue eso lo que ocurrió precisamente en febrero de este año: la dictadura se presentó entonces frente a nuestros ojos, derrotada, pero no nos dimos cuenta, no fuimos capaces de verlo. No conocíamos aquello, nunca habíamos visto una cosa como esta y no supimos interpretarlo como lo que era. Asfixiándose, con los ojos en blanco por la falta de oxígeno, ahogándose en la sangre de los que cayeron desde abril, la dictadura fue en busca de auxilio y lo encontró en sus socios de siempre que viendo, ellos sí, la derrota del amigo, corrieron presurosos en su ayuda, se prestaron a un “diálogo” y lo sacaron de la tumba.

Ese grupo de gente que se hace llamar a sí misma “Alianza Cívica” y no es ninguna de esas dos cosas, arrogándose la representación del pueblo fue a sentarse a la “mesa de negociación” como si representara al grupo derrotado y no, como debía ser, a quien a costa de sus muertos, de su sangre, de sus lágrimas y su enorme sacrificio había ganado aquel desigual combate. Tendrían que haber ido a leer a la dictadura las condiciones en que ella debía rendirse, pero en su lugar los negociadores se rindieron ante el tirano aún antes de sentarse a la mesa. Se hicieron uno con él, para rescatarlo y rescatarse también ellos.

Ni la dictadura ni sus contrapartes en esa mesa consideran valiosa la sangre del pueblo, ni el sufrimiento de los secuestrados siendo torturados día y noche, ni el dolor de los heridos, ni el destino de los desaparecidos, ni el éxodo de decenas de miles, ni los centenares de miles de vidas truncadas, ni el llanto en fin de tanta gente que sufre ahora como nunca antes sufrió. Porque no consideran valioso todo este dolor, los “negociadores” de la “Alianza Cívica” fueron capaces de regalar la costosa victoria del pueblo y la han cambiado por nada, por hojas de papel escrito que no tienen ningún valor, que no sirven para nada. Oro cambiado por baratijas.

Ese opera bufa que se realiza en el INCAE, ese teatro de lo absurdo, debe parar. Ya, de inmediato. Hay que abandonar a la dictadura, quitarle el apoyo, dejarla sola, y la veremos entonces regresar a su lecho de muerte. Hay que apartarse de ella para que no finja que dialoga, para que sea claro a moros y cristianos, los de allá afuera sobre todo, que lo que aquí tenemos es una dictadura criminal armada hasta los dientes imponiéndose a sangre y fuego sobre un pueblo desarmado y pacífico. Regresemos al enfrentamiento puro y duro en el que estábamos y que dio como resultado las sanciones que vienen, la condena internacional, el gobierno convertido en paria, la dictadura en agonía. Dejemos que vengan las sanciones y las otras acciones que vendrán que la debilitarán aún más. Por nuestra parte, tenemos que subir el nivel de nuestra organización. La UNAB, si no quiere volverse irrelevante deberá apartar a los farsantes ‘dialogantes’ y ponerse ella misma al frente de la lucha del pueblo. Si no lo hace solo ella perderá pues saldrán seguramente otras organizaciones que sí lo harán.

No hay nada que dialogar con la dictadura. El diálogo debe producirse pero sin ella, un diálogo entre quienes queremos una nueva sociedad no la supervivencia del viejo orden de cosas en alguna nueva manera que es, a fin de cuentas, lo que persigue ese grupo de gente que acude devotamente al INCAE cada día a celebrar su misa negra.

1 comentario:

Frances dijo...

Nicaragua y toda Amèrica Latina tiene acabarcon el Elitismo, sistema del favorecimiento de minorias, normalmente constituídas por membros de la aristocracia o de una oligarquía.
Este el mal que azota al continente y nos imposibilita de avanzar en justicia,paz y bienestar de nueetro continente.