Las cosas que se ven. Ahora resulta que Daniel Ortega, el dictador, es casi un prócer. Casi todo el mundo en Nicaragua aprueba su desempeño frente al “conflicto” con Costa Rica. Nadie, o casi nadie, parece darse cuenta, o no lo admite, que fue el mismo Ortega quien creó el problema en que ahora estamos metidos. Hemos caído en su juego y estamos bailando al son que nos toca mientras él ríe satisfecho. Déjeme decirle algunas cosas que usted seguramente sabe ya o debería saber.
1. A Ortega no le interesa el Río San Juan en sí, sino en cuanto sirve a sus propios oscuros intereses. Si le interesara el río no estaría empujando el proyecto hidroeléctrico Brito, que ahora ha fingido detener y que piensa poner en marcha a partir del 2012, cuando haya “ganado” las elecciones del próximo año. Ese proyecto terminará con el río, punto. Lo convertirá en un cauce seco. Dragar el río ahora no tiene ningún sentido práctico si luego desaparecerá.
2. A Ortega no le interesa dragar el río, sino fingir que lo hace. Si le interesara hubiera contratado una empresa especializada en esos asuntos que hubiera utilizado dragas de verdad e ingenieros de verdad y no una draga de mentira al mando de un aventurero provocador y megalómano. Por si usted no lo sabe se lo digo: eso que ahora está en el río no es una draga. Le mostré su foto a un ingeniero especializado en eso y se rió en mi cara. Con ese aparato, si funcionara, se necesitarían más de veinte años para dragar los 140 kilómetros que tiene el río desde El Castillo hasta su desembocadura. Esa “draga” no draga. Quizás serviría para limpiar los cauces de Managua, pero no más que eso, no para limpiar un río como el San Juan. Es que dragar el río nunca fue la intención de Ortega. Le interesaba fingirlo del modo más barato posible.
3. A Ortega lo que le interesa es el conflicto, para utilizarlo en su favor. Por eso envió a Pastora a provocarlo. Éste se fue directo con su juguetito y un puñado de soldados a meterse en un área donde para el dragado no tenía ningún sentido entrar y que desde hace más de un siglo Nicaragua misma ha reconocido como perteneciente a Costa Rica. Pastora podría haber empezado a dragar por lugares donde hubiese sido útil hacerlo, pero en lugar de eso se metió ruidosamente, a pleno día, con la palabra “soberanía” pintada en grandes letras en su aparatito en un territorio que no estaba en conflicto. No sé si usted sabrá que pasaron semanas antes de que la prensa costarricense se diera cuenta de la presencia de Pastora en ese lugar. La fuente de los medios costarricenses que dieron la noticia fue Pastora mismo, quien mandó a informarles de su presencia, aburrido porque nadie le prestaba atención y aguijoneado por las llamadas constantes de Ortega a su teléfono satelital exigiéndole resultados.
Al paso que vamos esto terminará muy mal. Es hora para los nicaragüense de detener esta torpeza que podría tener consecuencias indeseables para todos. Es hora de que regresemos a la cordura y veamos las cosas como realmente son. Hay que perder el temor y llamar las cosas por su nombre. No somos matamamas porque no nos dejamos arrastrar en el juego de un dictador ni envolver en la alucinada retórica de su bufón, que trabaja bajo el sueño de la vicepresidencia en el próximo gobierno. Es hora de bajarse de ese tren en que nos hemos subido todos y que no conduce a nada bueno. Es hora de llamar al orden a Ortega, exigirle que cese en su provocación y que si es tan patriota como quiere ahora aparentar ser, que deje de utilizar este asunto para hacer puntos políticos y deje el dragado del río para que lo haga el próximo presidente, de manera civilizada, como debe ser. O que demuestre que en realidad quiere dragar el río y abra a licitación internacional las labores de dragado para que en realidad se lleven a cabo. Los fondos venezolanos serían suficientes para eso.
No, Ortega no es ningún prócer, es sólo un oportunista, un irresponsable a quien no le importa lo que ocurra con Nicaragua y con su gente con tal de continuar en el poder. En un país civilizado, por estos actos suyos, Ortega habría sido destituido y estaría siendo enjuiciado, en lugar de eso se le celebra. Lo que en este conflicto ha pasado hasta ahora es responsabilidad de Ortega, lo que venga después, si no lo detenemos ahora, será responsabilidad de todos.
1. A Ortega no le interesa el Río San Juan en sí, sino en cuanto sirve a sus propios oscuros intereses. Si le interesara el río no estaría empujando el proyecto hidroeléctrico Brito, que ahora ha fingido detener y que piensa poner en marcha a partir del 2012, cuando haya “ganado” las elecciones del próximo año. Ese proyecto terminará con el río, punto. Lo convertirá en un cauce seco. Dragar el río ahora no tiene ningún sentido práctico si luego desaparecerá.
2. A Ortega no le interesa dragar el río, sino fingir que lo hace. Si le interesara hubiera contratado una empresa especializada en esos asuntos que hubiera utilizado dragas de verdad e ingenieros de verdad y no una draga de mentira al mando de un aventurero provocador y megalómano. Por si usted no lo sabe se lo digo: eso que ahora está en el río no es una draga. Le mostré su foto a un ingeniero especializado en eso y se rió en mi cara. Con ese aparato, si funcionara, se necesitarían más de veinte años para dragar los 140 kilómetros que tiene el río desde El Castillo hasta su desembocadura. Esa “draga” no draga. Quizás serviría para limpiar los cauces de Managua, pero no más que eso, no para limpiar un río como el San Juan. Es que dragar el río nunca fue la intención de Ortega. Le interesaba fingirlo del modo más barato posible.
3. A Ortega lo que le interesa es el conflicto, para utilizarlo en su favor. Por eso envió a Pastora a provocarlo. Éste se fue directo con su juguetito y un puñado de soldados a meterse en un área donde para el dragado no tenía ningún sentido entrar y que desde hace más de un siglo Nicaragua misma ha reconocido como perteneciente a Costa Rica. Pastora podría haber empezado a dragar por lugares donde hubiese sido útil hacerlo, pero en lugar de eso se metió ruidosamente, a pleno día, con la palabra “soberanía” pintada en grandes letras en su aparatito en un territorio que no estaba en conflicto. No sé si usted sabrá que pasaron semanas antes de que la prensa costarricense se diera cuenta de la presencia de Pastora en ese lugar. La fuente de los medios costarricenses que dieron la noticia fue Pastora mismo, quien mandó a informarles de su presencia, aburrido porque nadie le prestaba atención y aguijoneado por las llamadas constantes de Ortega a su teléfono satelital exigiéndole resultados.
Al paso que vamos esto terminará muy mal. Es hora para los nicaragüense de detener esta torpeza que podría tener consecuencias indeseables para todos. Es hora de que regresemos a la cordura y veamos las cosas como realmente son. Hay que perder el temor y llamar las cosas por su nombre. No somos matamamas porque no nos dejamos arrastrar en el juego de un dictador ni envolver en la alucinada retórica de su bufón, que trabaja bajo el sueño de la vicepresidencia en el próximo gobierno. Es hora de bajarse de ese tren en que nos hemos subido todos y que no conduce a nada bueno. Es hora de llamar al orden a Ortega, exigirle que cese en su provocación y que si es tan patriota como quiere ahora aparentar ser, que deje de utilizar este asunto para hacer puntos políticos y deje el dragado del río para que lo haga el próximo presidente, de manera civilizada, como debe ser. O que demuestre que en realidad quiere dragar el río y abra a licitación internacional las labores de dragado para que en realidad se lleven a cabo. Los fondos venezolanos serían suficientes para eso.
No, Ortega no es ningún prócer, es sólo un oportunista, un irresponsable a quien no le importa lo que ocurra con Nicaragua y con su gente con tal de continuar en el poder. En un país civilizado, por estos actos suyos, Ortega habría sido destituido y estaría siendo enjuiciado, en lugar de eso se le celebra. Lo que en este conflicto ha pasado hasta ahora es responsabilidad de Ortega, lo que venga después, si no lo detenemos ahora, será responsabilidad de todos.