Me pregunto cómo será conocido en el futuro este nuevo pacto
que en sus partes más gruesas ha sido acordado ya, no en esa mesa donde se sientan los segundones de la dictadura y los
segundones del ‘gran capital’, pues eso es sólo una pantalla,
sino en otras mesas, floridas y olorosas, por otros actores, por
quienes manejan los hilos detrás del escenario. ¿Será que lo
llamaremos 'Pacto Ortega-Tünnermann' o será 'Tünnermann-Ortega'? Como
sea, si los dejamos hacer, pasará a la historia como un pacto más, otro arreglo
reminiscente de una vieja escoria como dice la canción.
Si dejamos que ese arreglo se consume, será
la de ayer otra fecha triste para la Historia de Nicaragua junto a la
del pacto del Espino Negro, del Kupia-Kumi de Somoza y Agüero, del
pacto Ortega-Lacayo, del Ortega-Alemán, entre otros tantos pactos
para desmovilizar al pueblo, para sacarlo del juego y arreglarse las
élites allá arriba, donde vuelan los zopilotes, lejos del polvo y
del sudor de los pobres. Esa foto que publicaron de la mesa de
negociación es la foto de la traición, de la ignominia. Del robo de
las esperanzas de un pueblo victorioso, que ganó la 'guerra cívica'
y la está perdiendo en esa mesa. Ninguno de los ahí sentados y
alrededor de esa mesa es inocente, ningún dialogante, ni Rosadilla,
ni el Nuncio. Delincuentes unos, cómplices los otros. Todos ahí
saben bien lo que están haciendo, se están adueñando de la
victoria del pueblo y arreglándose con Ortega. Permitiéndole
quedarse, pues eso es lo que están haciendo ahí, están cerrando
las posibilidades de democratizar el país, de salir de este ciclo de
guerras y dictaduras. Están cerrando las puertas a la justicia, a la
libertad, a la paz. ¡Qué día más triste!
Ahí
se está cometiendo un crímen, a la vista de todos. Un grupo de
personas que nadie eligió se han arrogado el derecho de decidir a espaldas del pueblo
cosas que no tienen autorización para decidir y que perjudica al pueblo.
Están destrozando las esperanzas de un pueblo que ha puesto cientos
de muertos, de presos y presas, de miles de heridos, de
miles que han debido huir, de millones de vidas afectadas, un
pueblo que ha pagado un precio enorme para salir del inmundo
pantano al que esos mismos que ahora están
ahí sentados lo han metido. En ese diálogo no está la
agenda del pueblo. Hay otras agendas, pero la del pueblo brilla por
su ausencia. Para los dialogantes, los presos y el pueblo sólo somos
moneda de cambio y conceptos.
Solo
voy a referirme en este momento a un párrafo del comunicado conjunto
del gobierno de Ortega y la ‘Alianza Cívica’. Había dicho la
‘alianza’ que no regresaría a la mesa de negociación si no se
soltaba a los presos y regresó en secreto y en secreto hizo
arreglos. Mire usted, la dictadura ha impuesto y la ‘alianza’
dizque ‘cívica’ ha aceptado, que soltará a los presos políticos
‘dentro de un plazo máximo de 90 días, de conformidad con el
ordenamiento jurídico del país...’. Vea, para empezar la
dictadura ni siquiera dice desde cuándo empezara a contarse ese
plazo, lo que desde ya lo extiende, no sabemos cuánto, y acepta la
‘alianza’ que la liberación se dé ‘de conformidad con el
ordenamiento jurídico del país’. ¡Cómo si los secuestrados
hubieran sido apresados y juzgados siguiendo un ordenamiento
jurídico! Hasta el menos lúcido sabe que la gente fue apresada y
juzgada del modo que se le dio la gana a los Ortega, sin apego a ley
alguna humana o divina y ahora citan un marco jurídico que han
escupido, pisoteado y violado de mil maneras. Con
su proceder, aceptando este párrafo, la ‘alianza’ otorga
legitimidad además al apresamiento de tanta gente, da la razón a
Ortega de que lo que hubo fue un intento de golpe, que los presos
fueron golpistas y que tenía razón para apresarlos. ¡Por Dios! los
negociadores de la alianza o son estúpidos o se hacen, pero cuidado:
la estupidez nunca ha sido excusa para el crimen. ¿Será que la
amnistía que la ‘alianza’ se propone conceder a Ortega cubrirá
también a los miembros de la ‘alianza’ misma? Dijimos que no
utilizaríamos a los presos como piezas de negociación y eso es
exactamente lo que están la ‘alianza’ y Ortega haciendo ahora.
Los presos deben salir, todos y ya. Suelten los rehenes, ya.
Los
empresarios le aceptan a Ortega que se tome noventa días para soltar
a los presos porque no hay ninguno de los suyos en la cárcel, porque
no les importa el sufrimiento de la gente. Le están dando 90 días
(¿o fueron 60 entonces?) como los que le dio Antonio Lacayo en 1990
en aquel otro pacto, y ya sabemos lo que hizo Ortega con esos días
de transición del gobierno sandinista al de doña Violeta. Le dio
vuelta a todo y además de hacer una gran piñata para él y su gente
con los bienes del pueblo se organizó de tal modo que desde entonces
gobernó desde abajo hasta llegar ahí donde ahora se encuentra. De
perdedor salió entonces como vencedor. Entonces como ahora se decía
que era eso o el caos, que era entendimiento con Ortega o guerra.
Entonces, como ahora, le metieron el mono al pueblo. Creo que ya es hora de desconocer ese 'diálogo' y esos traficantes del dolor de nuestra gente.
Hoy,
otra vez, están matando a la democracia apenas salida del vientre
del pueblo.