En Nicaragua hay un levantamiento popular en proceso cuya duración
se acerca ya a los dos años. Se trata de una insurrección pacífica
de un pueblo contra una tiranía que le oprime, que le asfixia, que
le impide vivir en paz, en libertad, en democracia. Algunos piensan
que ese levantamiento ha sido sofocado, que el pueblo ha sido
derrotado pues ya no se ven los signos aparentes de avance, tales
como grandes manifestaciones populares. Que el pueblo ha sido
derrotado, que todo ha vuelto a la normalidad es la enorme falsedad
que la dictadura y sus aliados están propagando a los 4 vientos. La
inmovilización de un pueblo a punta de una represión violenta,
descabellada, irracional, sin parangón en nuestra historia solo es
indicativo de la enorme separación entre pueblo y gobierno, de que
lo único que sostiene a la dictadura es su capacidad de represión.
Hay claras señales de que el régimen se aferra por la fuerza a un
poder que no es suyo, que el pueblo continúa firme en su decisión
de recuperar lo que le pertenece: el derecho a escoger su propio
gobierno, el derecho a vivir en paz y libertad. No es normal que el
gobierno, en lugar de realizar las tareas que le corresponden se
dedique nada más que a procurar por todos los medios posibles
mantenerse en el poder. La dictadura ha construido un dique enorme
para frenar el empuje del pueblo pero ese dique hace agua por todos
lados. Sabe la dictadura que aún el chorrito más pequeñito, si no
se le contiene, tiene la capacidad de convertirse en una enorme
corriente que junto a otras puede echar abajo el dique. Por eso vemos
ocurrir cosas tan irracionales como el hecho de apresar y llevar a
juicio a jóvenes que llevaban agua a un grupo de mujeres en huelga
de hambre en una iglesia pidiendo la liberación de sus hijos e hijas
injustamente aprisionados. Un día, la dictadura no tendrá más la
capacidad de frenar con su represión el empuje del pueblo insurrecto
armado nada más que con su firme voluntad de ser libre. Un día, más
temprano que tarde, nuestro pueblo, como un río desbordado, romperá
el dique terrible de la dictadura y arrasará con la estirpe tarada,
sangrienta y criminal que se ha apoderado de nuestro país.