Pienso que los nicas tenemos la tendencia a pensar que nuestro
pequeño y lindo país es el centro del mundo. Recuerdo que en los
años 80 del siglo pasado hablábamos como si la política exterior
de los Estados Unidos y de la ahora desaparecida Unión Soviética se
hubiese estado definiendo en Managua. Éramos la colita pero
pensábamos que era nuestro movimiento quien movía al perro todo.
Pensar que somos muchísimo más importante de lo que somos puede ser
una ilusión muy costosa para nosotros.
Olvidémonos de la loca idea de que los ojos de la comunidad
internacional están puestos sobre nosotros y siguen nuestros
movimientos atentamente como muchos insisten en decir. Nadie nos está
mirando con atención. De vez cuando nos miran, ciudadanos y
políticos de otros países, pero hay demasiadas cosas que mirar y
atender en el mundo, muchas de ellas más urgentes o a sus ojos más
importantes que nuestras cosas y la atención hacia nosotros no puede
ser ni muy intensa ni sostenida. El nuestro es un problema más en un
mundo lleno de problemas.
Los gobiernos pueden ayudarnos con algunos asuntos. Pueden exigir a
nuestro gobierno que cumpla con aquellos compromisos que ha asumido
en las organizaciones internacionales. Pueden imponer sanciones al
gobierno en caso de incumplimiento a esos compromisos y, como ocurre
con el gobierno de los Estados Unidos, pueden imponer sanciones a
personas y gobiernos por incumplimiento de su propia legislación.
Pero los gobiernos tienen límites a su actuación y esos límites
están mucho más lejos de los que algunos de entre nosotros
quisieran. Y es bueno que existan límites y que estén ahí donde
están.
Pueden también los gobiernos de otros países ayudarnos a
entendernos entre nosotros mismos, ayudarnos a arreglarnos. Pueden
mediar entre nosotros para que dialoguemos y nos pongamos de acuerdo
sobre la manera en que seguiremos adelante después de un conflicto.
Los gobiernos y los pueblos amigos de nuestro pueblo están
ayudándonos en todo lo que pueden. Pero no es la “comunidad
internacional” quien va a cambiar las cosas por nosotros en favor
nuestro. Ni siquiera es una comunidad y no hablan los países con una
sola voz. Somos nosotros los nicaragüenses quienes tenemos que
arreglarnos y nos guste o no nos guste, una vez que digamos al mundo
que nos hemos arreglado ellos nos van a creer y aceptarán nuestro
arreglo, no importa si este es un buen o mal arreglo. Así funcionan
las cosas.
Por eso es muy importante que hagamos bien las cosas sin esperar a
que alguien más venga a arreglarlas por nosotros pues eso no va a
ocurrir.
Por eso es muy importante que lo que resulte ahora sea un buen
arreglo, un arreglo nacional, uno que otorgue ciertas garantías de
que no regresaremos dentro de un par de años a este mismo horror que
ahora estamos viviendo.
Por eso no se le puede dejar la negociación de nuestro presente y de
nuestro futuro a ese pequeño grupito que ahora está ahí,
negociando en nuestro nombre. Ya hemos visto lo que los arreglos de
ese grupito de gente producen cuando les dejamos negociar en nuestra
representación. Lo vimos en los doce años pasados y por más de un
año hemos visto el más horrible rostro del monstruo de cien caras
que resultó de la cópula de Ortega con el Cosep. Los mal llamados
“empresarios” negociando con Ortega produjeron esta brutal
dictadura. Es ingenuo ahora esperar que salga algo muy diferente de
una nueva negociación entre los mismos que antes nos negociaron. No,
no es ingenuo en realidad: es estúpido.
Solo es posible esperar un arreglo diferente si dejamos fuera de la
negociación a la dictadura y al Cosep. Ni la una ni el otro son
inocentes. Ya hemos visto lo que hacen con nuestra confianza ¿se la
daremos de nuevo?
Bien sabemos lo que ocurre ahí en la oscuridad cuando la dictadura y
los "empresarios" se quedan solos. A nuestros oídos llegan
los chasquidos de sus inmundos besos y los susurros de sus promesas
de amor eterno.
Con la ‘Alianza Cívica’ en diálogo con la dictadura el mensaje
que fuera de Nicaragua se recibe es que hay avances, que las cosas se
van normalizando. Ese es el mensaje que la dictadura quiere dar y
aparentemente los empresarios también. ¿Le parece a usted que es
así? ¿Se normaliza el país?
Mire que apenas parezca que estamos 'normal' se olvidarán de
nosotros.
El tiempo apremia. Olvídense del fetiche de las elecciones
adelantadas que solo sirven a la dictadura y sus socios y regresemos
a la lucha por derrocar a la dictadura. Es hora de apartar a la
Alianza Cívica, despojarla de cualquier poder de negociación y
representación y llamar a un gran diálogo nacional sin Ortega y sin
el Cosep, un diálogo para ponernos de acuerdo en cómo seguiremos de
aquí en adelante. No podemos dejar a ellos decidir por nosotros lo
que pasará con nuestro país, con nuestra sociedad, con nuestras
vidas.
La UNAB debería dirigir este esfuerzo, pero si no asume el serio
papel que la historia ahora le brinda tendrá que ser dejada de lado
también y otros grupos tendrán que llenar ese vacío. Es urgente.
Nadie vendrá a salvarnos de nosotros mismos. Las sanciones pondrán
a la dictadura al borde del precipicio, corresponde a nosotros darle
el último empujón. Si alguien va ahora a pedir que no se impongan
sanciones o que no se aplique la carta democrática, estará
traicionando a este pueblo que quiere y necesita salir de la
dictadura y empezar a andar hacia la democracia. Nada de "aterrizaje
suave", la dictadura debe estrellarse contra el suelo y romperse
en un millón de pedacitos.