Como pequeños dioses sedientos de sangre y exigiendo constantemente sacrificios humanos, así son los pactos de nuestros delincuentes disfrazados de políticos. Así son los pactos de las élites con la dictadura. A sangre y fuego y odio se imponen. Empiezan con muerte y siguen exigiendo cadáveres mientras duran, y cuando al fin llegan a su fin, pues todo termina alguna vez, los pactos se rompen entre el crujir de dientes de la multitud, exigiendo aún más muertos, insaciables, arrastrando más vidas al caer.
¿Dejaremos que otra vez, esta vez, los poderosos se burlen de la voluntad de toda la nación y ansiosos de poder y de riquezas nos impongan por la fuerza su voluntad como lo han hecho siempre? ¿Permitiremos que el pacto que hoy se asoma en el horizonte se selle con la sangre de los caídos, el dolor de sus madres, el sufrimiento terrible de los presos torturados a diario en las mazmorras del régimen, de la angustia de quienes deben dejar la patria amada porque es la única manera de seguir viviendo?
¿Dejaremos que otra vez las élites y la dictadura a su servicio manden al carajo las ansias de democracia y de justicia de este pueblo cansado de opresión, de ciudadanos hartos de ser tratados como infantes sin poder de decisión, hartos de no tener ni voz ni voto en su propio país y de ser nicaragüenses de nombre nada más?
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